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FINAL-VISIÒN_EDUCATIVA_17

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El argumento básico para situar a profesores en el meollo del proceso<br />

de la investigación educativa puede ser formulado simplemente. Los<br />

profesores se hallan a cargo de las aulas. Desde el punto de vista del<br />

experimentalista, las aulas constituyen los laboratorios ideales para la<br />

comprobación de la teoría educativa. Desde el punto de vista del<br />

investigador, cuyo interés radica en la observación naturalista, el<br />

profesor es un observador participante potencial en las aulas y las<br />

escuelas (p.37).<br />

En realidad es inobjetable este planteamiento, aunque el mismo Stenhouse<br />

(1985), cuestiona la subjetividad a la que el docente no puede ser ajeno, y por otra<br />

parte establece también que existen ciertas limitaciones cuando hablamos de<br />

profesores investigadores, como la parcialidad y el nivel de conciencia con el que<br />

pueden llevar a cabo un proceso de indagación, es decir, no podemos olvidar la<br />

naturaleza humana del maestro y las relaciones que establece en su área de<br />

trabajo, además de la posibilidad de que no tengan experiencia en el trabajo de<br />

investigación y desde luego el tiempo que deben dedicar a esta actividad. Pero,<br />

pese a estas consideraciones, lo cierto es que si se quiere conocer y transformar<br />

la práctica educativa de un determinado contexto social, el mejor camino, aunque<br />

no sea fácil transitarlo, es la investigación-acción, desde una perspectiva crítica,<br />

ya que posibilita estímulos para la mejora de la actuación de los profesores y para<br />

la transformación de la dinámica escolar existente.<br />

Por otra parte cuando este autor concibe a la investigación en educación,<br />

como la realizada dentro del proyecto educativo, expone:<br />

La investigación es educativa en el grado en que puede relacionarse<br />

con la práctica de la educación. Queda abierta la cuestión de si esta<br />

relación ha de establecerse mediante una teoría de la pedagogía en<br />

algún nivel de generalización o por una ampliación de la experiencia<br />

que informa la práctica o proporcionando el marco para la investigación<br />

en la acción como un instrumento para explorar las características de<br />

determinadas situaciones o por todas estas. Pero me parecen claros<br />

dos puntos: primero, los profesores deben hallarse íntimamente<br />

implicados en el proceso investigador y segundo, los investigadores<br />

deben justificarse ante los docentes y no los docentes ante los<br />

investigadores. (Stenhouse, 1985, p. 42)<br />

Aquí se coloca al investigador en una posición en la que debe estar en el<br />

campo, ya sea que sea el mismo profesor quien reflexione sobre su propia<br />

práctica o bien que se involucre en el hecho educativo como observador<br />

participante; pero es evidente la inclinación del autor hacia la investigación crítica y<br />

emancipadora del hecho educativo.<br />

En este punto, es necesario mencionar un aspecto interesante con respecto<br />

a la relación entre la teoría y la práctica, cuando hablamos de la investigación<br />

educativa, y que de alguna manera sostiene la importancia de la perspectiva<br />

REVISTA VISIÖN <strong>EDUCATIVA</strong> IUNAES<br />

Vol. 8, No. <strong>17</strong> Abril de 2014 a Septiembre de 2014<br />

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