FINAL-VISIÒN_EDUCATIVA_17
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sean alcanzadas a corto, mediano o largo plazo, por lo que es probable que el<br />
profesor crea que no ha provocado competencias en sus alumnos, pero se<br />
sorprendería al ver que sí logró otras que no había contemplado. El uso de<br />
mentorías, tutorías, trabajo colaborativo entre colegas o en redes virtuales<br />
hace posible entender que la tierra donde se trabaja en la educación por<br />
medio de competencias es el socioconstructuvismo, pues estos medios son<br />
los que apoyarían la competencia del profesor al conjuntar varias acciones al<br />
mismo tiempo: 1) reprofesionalizar su quehacer, que implicaría la transformación<br />
de la identidad profesional: 2) trabajo en colaboración interprofesional que habla<br />
del cambio en la identidad social y, por último, 3) permutación en la identidad<br />
individual, pues en el trabajo colaborativo el primer paso, tal cual lo hacen las<br />
competencias, es el manejo, mejora y transferencia de las creencias que han<br />
supuesto el principal sustento de trabajo docente. A este último paso es necesario<br />
aclarar que otra situación que obliga a cambiar las creencias es la comprensión<br />
del estilo cognoscitivo y de aprendizaje del propio profesor, pues generalmente los<br />
actuales profesionales de la educación han sido educados bajo estilos didácticos<br />
de vieja herencia, los cuales han provocado procesos de aprendizaje que no<br />
forman parte ni del alumno o del docente, por lo que darse cuenta de su propio<br />
estilo cognoscitivo, invita a incendiar su inquietud por conocer cómo sucede en<br />
sus propios alumnos, tanto en lo individual como en lo colectivo.<br />
Si el maestro moviliza sus conocimientos para resolver problemas en el<br />
instante en el que reflexiona, es obvio que sus actitudes y manejo ético elevan su<br />
calidad de forma trascendental, por lo cual ésta sola acción de perfeccionamiento<br />
de la competencia didáctica expresa la transformación de la identidad y la<br />
comprensión del propio aprendizaje, pues es capaz de movilizar, no sólo sus<br />
conocimientos, sino sus creencias pues éstas forman actitudes y las actitudes son<br />
un pequeño destello de la identidad. Este cambio incita lo propio en el alumno,<br />
por lo cual las pretensiones del enfoque por competencias son factibles de<br />
ser cumplidas, ya que los preceptos básicos que invitan al desarrollo de<br />
habilidades y mejora continua en los alumnos alcanzan el objetivo de<br />
“aprender a aprender”.<br />
Ribot de Flores (2006) expone como tesis principal que las competencias<br />
podrían ser probadas en ambientes de programación didáctica, o instruccional<br />
como resaltaba Robert Gagnè, pues “un conjunto de enseñanzas prescriptivas<br />
(diseñadas) para lograr metas de enseñanza… (exigen) planificación,<br />
implementación y evaluación” (pg. 161 – 162). Una instrucción centrada en las<br />
estrategias de enseñanza, tomando en cuenta todas las corrientes, provee la<br />
satisfacción de objetivos afectivos, psicomotrices y mentales con seguridad<br />
y acepta sus principales limitaciones. Una de las ventajas de esta<br />
programación es la activación del alumno y la procuración que le lleva a la toma<br />
de decisiones verídicas que, como habría que recordar, forma parte de los<br />
obstáculos de este enfoque.<br />
Ribot de Flores (2006) explica que competencia es un arte ejercido de<br />
manera efectiva en el que se transfieren saberes útiles a otros contextos de la<br />
vida. Por ello, la competencia se cierne en las estrategias utilizadas donde se<br />
REVISTA VISIÖN <strong>EDUCATIVA</strong> IUNAES<br />
Vol. 8, No. <strong>17</strong> Abril de 2014 a Septiembre de 2014<br />
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