FINAL-VISIÒN_EDUCATIVA_17
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tan importante que introdujera, y al mismo tiempo, interviniera de manera eficaz y<br />
pertinente sobre los nuevos grupos y su propia incidencia de la enseñanza sobre<br />
el aprendizaje?, ¿era el profesor un elemento competente para seguir con su<br />
carrera docente?.<br />
Estas preguntas agobiaron durante varias semanas, incluso algunos meses,<br />
sobre qué fueron los elementos que lo habían llevado al tremendo despertar.<br />
Entonces varias respuestas vinieron a su mente: la cultura subgrupal, grupal,<br />
institucional y social, el predominio de estilos de aprendizaje rígido y resistentes al<br />
cambio, la dictadura de la docencia tradicional y la amputación de la esfera<br />
intelectual de la dupla maestro – alumno en la educación universitaria en los<br />
últimos tiempos. Definitivamente algunos elementos quedan en manos exclusivas<br />
de los profesores, otros de los alumnos, pero una gran parte significa un esfuerzo<br />
en colectividad de administrativos, docentes y educandos, lo que implica un viejo<br />
pero auténtico precepto de los teóricos marxistas: la escuela es un aparato<br />
ideológico del Estado, demostrando ser un instrumento de la lucha de clases<br />
marcado por condiciones históricas (Baudelot & Establet, 2003).<br />
Esta lucha de clases sólo puede ser resuelta mediante la emancipación de<br />
la comunidad académica. Uno de los pasos, incluso si se puede nominar como de<br />
tipo diagnóstico, ayuda a esclarecer esta misma lucha de clases por medio de la<br />
identidad de cada uno de los personajes que integran el binomio enseñanza –<br />
aprendizaje. El psicoanalista Jacques Lacan afirmaba que la identidad de una<br />
persona es producto de la definición que haga otro individuo sobre él. La famosa<br />
frase “yo soy a través de los ojos del otro” resulta conveniente para poder explicar<br />
con mayor entereza lo que significa la identidad, y en materia educativa la<br />
identidad de cada participante, especialmente la del maestro que está ceñida y<br />
confeccionada por aquella interpretación que haga el alumno de su trabajo y su<br />
ser.<br />
La interpretación antes mencionada de la identidad del profesor, es el<br />
mismo proceso que acontece con el alumno, por lo que nuevamente surge la vieja<br />
pero necesaria discusión de la existencia imprescindible del alumno o la<br />
totalmente prescindible del maestro. Este último demuestra su ser porque hay un<br />
educando, pero el sujeto cognoscente se encuentra en ambos lados, así que<br />
cualquier estimulación didáctica es una compensación dirigida a refinar el<br />
aprendizaje, pues éste siempre está presente. Emilia Elías (1958/1979) determinó<br />
que cualquiera que sea su concepción, el aprendizaje tiene una columna vertebral<br />
sociocultural, por lo que la educación se divide en sistemática o escolarizada y<br />
espontánea o no – escolarizada. Entonces, lo que plasma el boceto del duopolio<br />
maestro/alumno tiene por hilo conductor una corriente que en la actualidad sería<br />
llamada socioconstructivismo. Esta gran aportación sería una adelantada de los<br />
planteamientos pedagógicos que empezarían a gestarse en México hasta la<br />
década de 1980.<br />
Si se propusiera avanzar con esta discusión se propondría entender que el<br />
aprendizaje es mucho más allá de un principio de la educación, es el eje rector<br />
sobre el que se mueven todos los objetivos pedagógicos y sus respectivas<br />
intervenciones. Por ejemplo, anteriormente se concebía a la enseñanza como<br />
REVISTA VISIÖN <strong>EDUCATIVA</strong> IUNAES<br />
Vol. 8, No. <strong>17</strong> Abril de 2014 a Septiembre de 2014<br />
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