cabalidad el pactus subiectionis, esto es, el sometimiento de losciudadanos al poder central. 70Los defensores del “orden” y la “seguridad democrática” del régimen uribista son fielesseguidores de Hobbes. El ideólogo del régimen uribista, José Obdulio Gaviria escribe:De Uribe puede decirse lo que Manuel Sánchez Sarto dijo deHobbes: Quiere la paz a toda costa, quién vería en ello unaafirmación totalitaria? Su ferviente pasión por el orden, ycualquier manifestación de fuerza legal que sea necesaria paramantenerla le parece justa.71Entre derecho y violencia la cultura jurídica ha querido establecer una diferencia quemuchas veces se demuestra insostenible. El derecho como sistema institucional desolución de conflictos no excluye la violencia, ni garantiza la equidad. La violencia y elderecho se han traducido de muchas maneras en el léxico jurídico-político moderno.Una Constitución sólo puede sobrevivir si el acto político constitutivo está apoyado poralgún poder político-militar. Todo orden legal tiene un “exterior”, es decir, sefundamenta en una condición política previa a la ley. El derecho estatal no puede existirsin el recurso a la violencia legitimada; pero al mismo tiempo la violencia estatal, laúnica admitida, no puede presentarse como legítima sin un derecho que la regule através de distinciones y diferencias respecto de otras formas de violencia. 72 Es decir, elEstado aplica el mismo medio que quiere regular, la violencia, pero dentro de un marcolegal que la vuelve “legítima”. Derrida ha mostrado en su Force de loi que el derechoexige el recurso a la fuerza, y también que:Lo que teme el Estado, esto es, el derecho en su mayor fuerza,no es tanto el crimen o el bandidaje, incluso en gran escala,70 Boaventura de Sousa Santos y García Villegas, Mauricio, (eds.), El caleidoscopio de las justicias enColombia. Análisis socio-jurídico, Tomo I, Colciencias, ICANH, Universidad de los Andes, Bogotá:Siglo del Hombre editores y Universidad de Coimbra, 2001, pp. 11- 83, cita en pp. 35-36.71 José Obdulio Gaviria, “Introducción a Alvaro Uribe, Del escritorio de Uribe, Medellín: Libros delIELA, 2002.72 Sobre la legislación colombiana al respecto ver Janneth Español Casallas, Análisis del acto declarativodel estado de conmoción interior, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Derecho CienciasPolíticas y Sociales, Bogotá, 2005.24
como la mafia o el narcotráfico, si trasgreden la ley con vistas aobtener beneficios particulares, por importantes que estos sean.(Es cierto que hoy esas instituciones quasiestatales einternacionales tienen un estatuto más radical que la delbandidaje, y representan una amenaza con la que tantos Estadosno llegan a enfrentarse sino haciendo alianza con ella, ysometiéndose a ella, por ejemplo, al sacar provecho con el“blanqueo de dinero”, por más que finja que la combate portodos los medios.) El Estado tiene miedo de la violenciafundadora, esto es, capaz de justificar, de legitimar o detransformar relaciones de derecho, y en consecuencia depresentarse como teniendo un derecho al derecho. Esta violenciapertenece así por adelantado al orden de un derecho que quedapor transformar o por fundar. 73Resistencia y poder popularLa presencia de pequeños núcleos de poder popular, múltiples y relativamenteindependientes del Estado, es una realidad política en Colombia. La resistenciaconstruye un poder que se opone a la expansión de los latifundios y a las arremetidas delorden institucional. 74 La mayoría de las Comunidades de Paz más que resistir a laguerra, resisten en medio de ella, asumiendo en el proceso una posición frente a ésta.Sin embargo, las aspiraciones, reclamos y luchas trascienden el ámbito de la guerra. Lasexperiencias no se reducen a ser estrategias para sobrevivir en medio de la guerra. Unejemplo de ello es la forma en que los pobladores de La Comunidad de Paz de San Joséde Apartadó se han organizado. La comunidad lucha por mejorar su calidad de vida através de una producción comunitaria y un proyecto de economía alternativa, en hacer73 Jacques Derrida, Fuerza de ley: El fundamento místico de la autoridad, Madrid: Editorial Tecnos,2002, pp. 89-90. Ver sobre Derrida: Christopher Johnson, Derrida, London: Phoenix, 1997; RobertoFerro, Escritura y deconstrucción: Lectura (h)errada con Jacques Derrida, Buenos Aires: EditorialBiblos, 1992, 67-90; Marc Goldschmitt, Jacques Derrida, une introduction, Paris: Agora, 2003; “JacquesDerrida: la philosophie en deconstruction”, Magazine littéraire, no. 430, avril 2004, Enver JoelTorregroza, Una introducción a Derrida, Bogotá: Universidad Libre, Facultad de Filos<strong>of</strong>ía, 2004, pp. 25-65. La muerte de Derrida el 9 de octubre 2004 provocó una avalancha de comentarios en la prensainternacional, ver, por ejemplo, Daniel J. Wakin, “Iconoclaste mais ortohodoxe” en The New York Timesy Pier Aldo Rovatti, “Un homme attentif et une pensée généreuse” en La Republica ambos traducidos alfrancés en Courrier International, No. 728 du 14 au 20 de octubre 2004, pp. 66-6774 Sobre el conflicto armado y la problemática de la tenencia de la tierra ver Darío Fajardo Montaña,Para sembrar la paz hay que aflojar la tierra, Bogotá: Universidad Nacional, Instituto de EstudiosAmbientales, 2002, pp. 21-58.25
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