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tos de uso personal (0.09 %) son casi inexistentes; 4) el contenido del pozo fue descartado<br />
en un lapso muy corto de tiempo; 5) la mayoría de los objetos fueron descartados<br />
enteros; 6) al terminarse hubo fuego sobre estos objetos con quema de huesos y pan e<br />
implicó bebidas alcohólicas.<br />
La pregunta de cuándo se produjo ésto puede ser respondida, aunque una mirada<br />
que se cruce con la información histórica puede permitir sumar un evento y una<br />
situación política. Creemos que el año 1978, cuando el Instituto regresó al Municipio<br />
por parte del Gobierno Nacional, puede ser la fecha clave: desde la cultura material<br />
todos los objetos descritos están coexistiendo; diez años antes o después no hubiera sido<br />
posible. Políticamente el país de 1978 estaba envuelto en un caos, con el general Videla<br />
–entre otros- como dictador, la represión estaba desatada, era el año triste del Mundial<br />
de Fútbol simultáneo al secuestro, tortura y desaparición masiva de la oposición, la<br />
búsqueda de una guerra con Chile y de graves conflictos de todo tipo. Y no es de extrañar<br />
que en un centro de salud mental, no dedicado precisamente a la psiquiatría sino a<br />
los problemas psicológicos de la comunidad, haya habido enfrentamientos graves, como<br />
sabemos que los hubo. Eran años de plomo y muerte y no suena raro que se produjera<br />
una decisión de este tipo: la transferencia de un organismo que implicó graves conflictos<br />
gremiales, sociales y de toda clase, los que bien pudieron culminar con la secreta<br />
decisión de destruir todo esto: ¿para ocultar algo?, ¿para justificar un nuevo presupuesto<br />
de compra?, ¿por simple decisión arbitraria típica de las dictaduras o las burocracias?<br />
Las causas pueden ser muchas, lo concreto es que alguien tomó la decisión de<br />
destruir un laboratorio, la farmacia y la cocina y lo hizo a escondidas, sin siquiera descartarlo<br />
a la basura diaria, sino enterrándolo, desapareciéndolo en el jardín. Al igual que<br />
los opositores políticos, los objetos habían dejado de existir. Y quienes lo hicieron tomaron<br />
varias botellas de licor y se comieron un pollo y carne asada dejando quemar el pan<br />
que les sobró; sin duda debió ser un trabajo duro trasladar todo esto al sitio y taparlo.<br />
Quizás esta sea sólo una historia más en la compleja trama de nuestra historia reciente.<br />
El Pabellón Jakob del Hospital Moyano<br />
Patrimonio Cultural Hospitalario<br />
En Buenos Aires existe un conjunto hospitalario dedicado a los problemas mentales<br />
compuesto por dos unidades, habitualmente llamados El Borda y El Moyano; este<br />
estudio es en uno de ellos, en El Moyano. Compuesto por pabellones y edificios dispersos<br />
por grandes terrenos construidos desde la mitad del siglo XIX siguiendo el antiguo<br />
patrón para evitar los contagios y mejorar el control, no es el lugar más simpático para<br />
llevar a cabo estudios arqueológicos o patrimoniales. Sus realidades son patéticas, denigrantes<br />
por la situación de desamparo, miseria y abandono.<br />
Este proyecto nació por la reacción de los profesionales dedicados al patrimonio<br />
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que plantearon críticas a que sus propios<br />
organismos culturales lo usara para visitas turísticas con sesgo histórico. Más allá de lo<br />
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