ción formal regular. La experiencia muestra un itinerario, todavía en proceso, que apunta a unainclusión definitiva en escuelas formales pero sin atajos ficticios, sino dando los pasos que permiteun contexto –el del campamento de refugiados– extremadamente difícil.La solución a las preguntas que plantea la inclusión no puede ser estandarizada ni venir unilateralmentedictada por la academia o los expertos, sino que tiene que darse en cada centro educativo,formal o no formal, a través del desarrollo progresivo de una nueva mirada audaz pero noexenta de realismo, en un esfuerzo colectivo por brindar una educación de calidad a todos sinexclusión.Fe y Alegría, en su Congreso de Brasil celebrado en 2013, ha definido este proceso como un“peregrinaje permanente desde el polo de la exclusión al polo de la inclusión”. 23 Un peregrinajeque se apoya en tres dimensiones:– Presencia: hace referencia al lugar común de aprendizaje. En el caso de la educación formalcabe preguntarse dónde son escolarizados los alumnos. No parece posible que se aprenda areconocer y valorar la diversidad humana en espacios segregados.– Participación: incorporar las voces de educandos y educandas, reconocer la identidad decada estudiante, evitar situaciones de maltrato o marginación.– Desarrollo integral: obtener de cada estudiante su mayor potencial, independientemente desu condición, no sólo en cuanto a resultados académicos, sino también como ciudadano activo,integrado social y laboralmente en su entorno.1.3. Una sociedad educadora inclusivaEl concepto de aprendizaje a lo largo de toda la vida, preconizado por el célebre Informe Delorsen 1996 24 , implica un nuevo modelo educativo más flexible que el tradicional, así como oportunidadeseducativas para todos y todas a cualquier edad y en diferentes circunstancias, y pasar delconcepto de sistema educativo al de sociedad educadora, lo cual supone reconocer la interdependenciaque existe entre los centros educativos y la sociedad en su conjunto.23 Op. cit. en nota 20.24 El Informe Delors “La educación encierra un tesoro” (1996), definió el aprendizaje durante toda la vida como el “latido”de una sociedad basada en cuatro pilares: Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.Apuesta por una sociedad en la que todo el mundo pueda aprender de acuerdo a sus necesidades e intereses individuales,en cualquier lugar y en cualquier momento de una manera libre, flexible y constructiva.26
<strong>Inclusion</strong> y <strong>equidad</strong>Desde Entreculturas creemos que la educación es un asunto que llama a las puertas de toda lasociedad 25 . Responsabilidad primera del Estado, auténtico garante de los derechos fundamentalesde la ciudadanía, incumbencia directa de docentes, educandos, padres y madres de familiay resto de actores directamente implicados en la educación, y también de quienes se ven influidospor la misma, que es el conjunto de la sociedad sin excepción.Así lo ha puesto de manifiesto el filósofo español José Antonio Marina, defensor a ultranza deuna sociedad educadora:Nadie puede enseñar solo. Sólo podremos educar a un niño/a si nos comprometemosen una movilización educativa de la sociedad civil, cuyo lema, no lo olvide,es un proverbio africano: para educar a un niño hace falta la tribu entera. 26Por consiguiente, si es la sociedad entera quien educa, resulta imperiosa la necesidad de promoverpactos sociales de largo aliento y asentados sobre el consenso de una amplia gama derepresentantes de los diferentes actores.Pero ¿cómo podría edificarse en nuestro tiempo un pacto social por la educación que no se asentarasobre el respeto a la diferencia, que dejara fuera a quienes han sido marginados por un sistemaglobalizador que genera desigualdad? Sin duda, uno de los grandes objetivos de esos pactos,alentados hoy desde diversos espacios gubernamentales y de la sociedad civil, sería el depromover sistemas mucho más equitativos e inclusivos que los conocidos hasta ahora.Una sociedad educadora es esencialmente inclusiva. Acompaña a sus ciudadanos y ciudadanas,a los niños y los jóvenes, a las personas mayores y, especialmente, a las personas en riesgo deexclusión en sus procesos de crecimiento integral, aprendizaje significativo y participación.25 La Federación Internacional de Fe y Alegría lanzó en 2008 su campaña “Compromisos por la educación”.26 Marina, J.A. Aprender a vivir. Barcelona: Editorial Ariel, 2004.27