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Virgen Maria completa - Escritura y Verdad

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La <strong>Virgen</strong> María, página 106mérito. Ya en su persona, la redención del mundo es puramente obra majestuosa yexclusiva de Aquel que salva.La interpretación de la vida y de la muerte de Jesús como drama redentor es un procesode inmensa significación histórico, que podemos seguir bastante bien, un sus líneasgenerales, en el Nuevo Testamento. Se debe admitir que Jesús tuvo conciencia de latrágica fatalidad de su muerte y del valor redentor de sus sufrimientos: él debe habermeditado a menudo sobre la gran profecía de Deutero Isaías sobre el Siervo sufriente deYahvé. Pero los relatos evangélicos subrayan repetidamente que él solo poseyó esaconciencia, y que todas las insinuaciones de ello que les hizo a sus discípulos sólosuscitaron protestas e incredulidad. La interpretación soteriológica del drama de la cruzsolamente surgió en la comunidad primitiva, después de la resurrección, como lainsurrección de la fe, que triunfa de la realidad, transfigurándola y descubriendo en ellaun inesperado significado de revelación. El cañamazo de esa interpretación de Isaías 53;los discursos de Pedro, en los primeros capítulos de los Hechos de los Apóstoles, son sudocumento arcaico extremadamente precioso. Después, el apóstol Pablo se adueña deldato tradicional y lo elabora con sus conceptos ético-jurídicos, de origen rabínico, no sinreferencias a las religiones de misterios. Así, en la época apostólica, se organiza la fe delCristo Redentor. María no tiene parte alguna en esta elaboración, ni como sujeto ni comoobjeto. La aceptó, ciertamente, como los otros miembros de la comunidad jerosolimitana,en su forma arcaica; probablemente no tuvo siquiera sospechas de las profundasespeculaciones soteriológicas del apóstol Pablo. Y es certísimo que el objeto de talesespeculaciones fue solamente Jesucristo, el Mesías venido en forma tan inesperada y quepereciera en forma tan escandalosa; Jesús, el Siervo de Dios, el Kyrios, el Hijo, elHombre primordial (Eva está totalmente ausente de las meditaciones del apóstol Pablo),Jesús en su misterio trascendente, en su origen intemporal, en su paradójica misión deSalvador crucificado, de humillado glorificador de Dios. El nombre mismo de María estotalmente ignorado: no aparece ni siquiera una vez en la pluma del apóstol Pablo. Si sehubiera insinuado en su mente el pensamiento de una posible acción corredentora deMaría, por cierto que lo habría rechazado escandalizado: (1º Timoteo 2:5), es su lapidaria sentencia. Estapuede no intranquilizar a los mariólogos, que declaran que no afirman la mediación deMaría en el mismo plano que la de Jesús, sino solamente subordinada a ésta; 182 perociertamente el apóstol no contempla ninguna corredención, de ningún grado, para lamadre de Cristo.Si del Nuevo Testamento pasamos a la patrística, hallamos el mismo silencio. El famosoparalelo de Ireneo entre Eva y María solamente alude a la maternidad de María, que consu fe en el anuncio divino, da al mundo el Redentor. El título de se refierea la rehabilitación de Eva, y a lo sumo podría extenderse a la idea de un ministerio de182 “Ce texte ne nouns gene pas et nous n’avons garde de l’emousser pour le besoin denotre thése. Il ne pourrait nous embarraser que si nous revendiquions pour Marie unecorédemption suit complémentaire, soit indépendente de celle de Christ.” Asi ascribeDilenschneider, en Marie Corédemptrice., p. 74. Evidentemente, con las distincionesteológicas se resuelven todas las dificultades.

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