La <strong>Virgen</strong> María, página 80singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en consideración a los méritos deCristo, Salvador del género humano, fue preservada inmune de toda mancha de la culpaoriginal, es revelada por Dios y por lo tanto debe ser creída firme y constantemente portodos los fieles. 133“La promulgación del dogma duró ocho minutos; y el Santo Padre, sumamenteconmovido por el grande acto que cumplía, habló con voz debilitada y palabrasentrecortadas de tanto en tanto por las lágrimas y los sollozos, lágrimas y sollozos que secomunicaba admirablemente también a los piadosos circunstantes. No se ha de omitir elhecho de que, en el momento en que Su Santidad estaba a punto de definir el dogma, unrayo de sol, proveniente del ventanal existente sobre el altar de María Santísima de laColonna, cuya cortina, corrida para proteger del mismo sol, en ese instante fue levantadapor el viento que soplaba, vino a investir con su luz la persona del Santo Padre y el tronopontificio: lo cual produjo verdaderamente en más de uno no poca maravilla por elmomento en que había sucedido, y no fue extraordinaria y sobrenatural, como alguienpensó por exceso de credulidad, pero digna de consideración por las circunstancias.” 134Pero más importantes que estos detalles coreográficos son algunas observaciones acercade la sustancia de la definición. La declaración solemne no precisa en qué momento se hade pensar que ocurrió la preservación de María del pecado original; pero del contexto dela bula se debe entender que “el primer instante de su concepción” designa el momentode la “animación” de la <strong>Virgen</strong>, y en tal sentido entienden el dogma los mariólogos. Setrata, pues, de la solución media que hemos visto delinearse, y que excluye la idea de queMaría pudiera haber sido santificada antes de tener alma. La concepción sin mácula seentiende en sentido pasivo, como preservación del pecado, y en sentido activo, comosantificación en el seno materno. 135 Estas precisiones son necesarias para entenderexactamente el dogma católico; y pedimos disculpa a nuestros lectores por estos detallesginecológicos. Pero la Iglesia ha olvidado desde hace mucho el principio de que a veceses temerario querer saber aquello que se puede ignorar sin peligro. Toda la mariología, yparticularmente los temas de la virginidad perpetua u de la inmaculada concepción, estáimpregnada de una indiscreta curiosidad, particularmente desconcertante en quien haceprofesión de virginidad física, y debiera considerar la virginidad de los pensamientoscomo la suprema perfección cristiana.133 Bula Inefabilis Deus : “Ad honorem Sancta et Individuae Trinitatis, ad decus etornamentum Virinis Deiparae, ad exaltationem fidei catholicae et christianae religionisaugmentum, auctoritate Domini Nostri, Iesu Christi, beatorum Apostolorum Petri etPauli, ac Nostra, declaramus prononciamus et definimus, doctrinam, quae tenerbeatissimam <strong>Virgen</strong>em <strong>Maria</strong>m in primo instanti suae conceptionis fuisse singulariomnipotentis Dei gratia et privilegio, intuitu meritorum Christi Iesu Salvatoris humanigeneris, ab omni originalis culpae labe preservatum inmunem, esse a Deo revelatam,atque idcirco ab ómnibus fidelibus firmiter constanterque credendam.” Denz, n. 1641.134 V. Sardi, La solemne defizione del dogma dell’ Immacolata Concezione di <strong>Maria</strong>Santísima, Roma, 1905. Citado en Roschini, Mariol., II, 2. p. 76, n. 2.135 Para la definición de los términos véase Roschini, Mariol., II, 2. pp. 19sgs.
La <strong>Virgen</strong> María, página 81La interpretación moderna de la Inmaculada Concepción recoge, como hemos visto, elconcepto de una santificación en el claustro materno, sostenido por los escolásticos delsiglo XIII. Con esto, algunos mariólogos piensan que si reviviera San Tomás de Aquino,probablemente adheriría a la definición de Pío IX; pero esto significa, si no nosequivocamos, haber perdido el sentido del severo agustinianismo tomista, al cualpertenece esencialmente la afirmación de que María fue realmente, aunque fuera por unbrevísimo periodo de su vida prenatal, mujer de la estirpe de Adán, cargada con lamaldita herencia común de la cual podía ser liberada mediante la redención por su divinoHijo. El modo “perfectísimo” de redención escogido para ella por la teología escotista, esen realidad un paso a pensamientos de orden enteramente diferente: es a saber, lapostulación en María de la inocencia de Eva antes de la caída, o sea, como hemos visto,la negación del dogma agustiniano en un punto único, pero decisivo.En la definición papal se dice que la doctrina de la Inmaculada es “verdad revelada”.Afirmación grave y arriesgada, en vista del silencio total de los escritos sagrados y de latradición más antigua. No se puede decir que las explicaciones de los mariólogos sobreeste argumento sean muy claras y persuasivas. Una verdad, arguye Roschini, puede estarcontenida en las Sagradas <strong>Escritura</strong>s explícita o implícitamente. Además, una verdadcontenida implícitamente en las Sagradas <strong>Escritura</strong>s puede estarlo objetivamente(ontológicamente), o puede estarlos lógicamente, subjetivamente, en cuanto tal verdadsea creída y profesada por la Iglesia. Ahora bien, “no siempre se exige que estos dosórdenes (el objetivo, ontológico, y el subjetivo, lógico) vayan de la mano; y si esto escierto en cuanto a las verdades reveladas explícitamente, tanto más puede serlo de lasreveladas implícitamente. De hecho, puede suceder que la profesión o la fe explícita nosea manifestada, o también que no haya estado realmente desde el comienzo, sea que sedude de la inclusión de alguna verdad en el depósito de la revelación, sea que, porcualquier razón, no se tenga aún conciencia de ella. La cuestión de si esta fe implícita setuvo o no desde el principio, en lo que respecta a la Inmaculada concepción, es unacuestión histórica y debe resolverse con argumentos históricos”. 136 En suma, se ha deconsiderar como implícitamente contenido en la <strong>Escritura</strong> todo aquello que, en unmomento dado de la evolución dogmática, llegue a ser fe de la Iglesia, aunque no estécontenido explícitamente en ella, ni como objeto de la fe consciente de la Iglesiaprimitiva: pues por el hecho de convertirse en objeto de fe de la Iglesia se ha de presumirque está contenido en ella “ontológicamente”, es decir, objetivamente, ¡con unaobjetividad que nadie hasta el momento había advertido! Correspondería, pues, afirmarque el criterio de revelación no es aquello que está contenido efectivamente en la<strong>Escritura</strong>, sino aquello que la Iglesia decreta que debe estar contenido, porque esconforme a lo que ella cree. Este claro que, con este círculo vicioso, cualquier innovaciónpodrá ser definida como verdad revelada. 137136 Roschini, op. cit., II, 2, p. 22.137 Hay, efectivamente, en las <strong>Escritura</strong>s, verdades que son redescubiertas y valoradas conasaz retardo; por ej., la justificación por la fe, cuyo valor fue puesto en evidencia por laReforma. Pero se trata de verdades efectivamente presentes y discernibles con losmétodos usuales de investigación histórica y teológica. No se ve, realmente, con qué
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