La <strong>Virgen</strong> María, página 62et beatae Virginis <strong>Maria</strong>e, escribe: "La Asunción de la bienaventurada <strong>Virgen</strong> no es unartículo de fe . . . Las pruebas de la <strong>Escritura</strong> que se suelen aducir en su favor, pueden serinterpretadas en forma distinta, y la tradición no basta para elevar esta doctrina al rangode los artículos de la fe . . . Pero si no es un artículo de fe, sino solamente una opinión tanpía como probable (pia tantum et probabilis opinio), ¿será permitido quizá aceptarla odespreciarla, defenderla o atacarla? Ciertamente no."Debemos descender hasta la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, en1854, para hallar un elemento nuevo en nuestro asunto. Las doctrinas de la InmaculadaConcepción y de la Asunción están evidentemente relacionadas; no es una maravilla,pues que en el Concilio Vaticano de 1870, en el cual se definió la infalibilidad papal,cierto número de obispos hicieran la tentativa de obtener que la Asunción de María fueradeclarada solemnemente verdad de fe. Habían sido precedidos por una petición iniciadaen 1863 por la reina Isabel II de España, inducida a ellos por su confesor. Pero el conciliono decidió nada; y la respuesta papal a la reina de España, si bien admitía que laAsunción es una consecuencia de la Inmaculada Concepción, sostenía que "todavía no hallegado el momento" de definir tal doctrina. Desde entonces el movimiento peticionistano cesó de extenderse, asumiendo en los veinte años de 1920 a 1940 un ritmoplebiscitario; a fines de este año las firmas ascendían a más de ocho millones, sobre todode Italia, España y América Latina. Es significativo ciertamente que las naciones deEuropa occidental y septentrional, Francia, Bélgica, Alemania donde más severas son lasexigencias críticas y la cultura católica es más moderna, sigan a gran distancia, y alparecer sin excesivo entusiasmo. En las cifras mencionadas por Jugie, 92 España figuracon 1.689.911 firmas, contra 137.390 de Francia. La unanimidad, pues, está bien lejos deser indiscutible, sobre todo si se tiene en cuenta un criterio cualitativo, de cultura. Nofaltan los adversarios más o menos decididos, no de la Asunción, que como pía opinión overdad creída es admitida por los más, sino de su "definibilidad" dogmática. Citaremossólo al eminente cultor de la patrística de Mónaco de Baviera, Hans Ernest, a quienpodrán agregarse Gillmann, Bartmann, el Padre d'Alés y Riviére. 93 Agreguemos quealgunos de los últimos pontífices asumieron una posición moderadora, y hasta inhibitoriahacia el movimiento peticionista, como León XIII y Pío X, el cual en 1908 declaraba quela definición de la Asunción requería todavía "muchos estudios y estudios muy serios", yBenedicto XV. 94 Es interesante agregar que el secretario general de las congregacionesmarianas tiene su sede en la casa generalicia de la orden de los jesuitas en Roma que es,desde su iniciación, la promotora más ardiente de la piedad mariana.Las mencionadas resistencias, algunas de ellas altísimas, evidentemente no debeninterpretarse como expresiones de poca inclinación, ya sea de los estudiosos, ya sea de lasjerarquías superiores, hacia la doctrina de la Asunción de María. Pero para que una píacreencia, aunque compartida universalmente, puede ser definida como dogma de laIglesia, se necesitan ciertas condiciones de las cuales la Asunción típicamente carece.92 Jugie, op. cit., p. 493.93 Jugie, op. cit., p. 487.94 Jugie, op. cit., p. 491.
La <strong>Virgen</strong> María, página 63Estas condiciones son esencialmente tres: la base bíblica, el consenso de la tradición másantigua y el valor teológico.Cuál sea la posición de la Asunción en la tradición, ya lo hemos visto en las páginasprecedentes: nada hasta el siglo V; después tradiciones diversas, discordantes; en ningúnmomento de la historia, una real unanimidad.En cuanto a las <strong>Escritura</strong>s, la situación es, si es posible, aún más desesperada. Es verdadque el padre Aloisio Vaccari cree poder hallar en la Biblia referencias explícitas a laAsunción; pero en contra de él está la autoridad del propio Pseudo Agustín de PietroCanisio, de Tomás de Aquino, de Suárez, todos los cuales afirman que en la <strong>Escritura</strong> nose encuentra testimonio alguno de la Asunción. Los teólogos más serios como Roschini,se contentan con hallar en la Biblia algún testimonio "implícito". ¿En qué consiste?Primero, en el "Protoevangelio", es decir, el vaticinio de Génesis 3:15: "Y pondréenemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta (la simiente) teherirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar". Esta primera profecía de la victoria delhombre (es decir, Cristo; e inseparablemente - agregan los teólogos - de María) sobre elpecado, implica también la promesa de la victoria de María sobre la muerte. 95El segundo testimonio es la salutación angélica (Lucas 1:28 y la de Elisabet (Lucas 1:42):si María es llena de gracia y bendita entre todas las mujeres, no debe haber quedadosometida a la muerte.El tercer testimonio 96 es el paso de la "mujer vestida de sol", mulier amicta sole, deApocalipsis 12. A este capítulo acuden los mariólogos modernos, viendo en él unaalegoría de la <strong>Virgen</strong> María. Pero, piénsese lo que se piense de su interpretación, el hechoes que ninguno de los intérpretes antiguos, hasta fines del siglo IV, vio en la mujer delApocalipsis a la <strong>Virgen</strong> María; todos la toman por la Iglesia, así continúan haciéndolo lamayoría de los intérpretes de los siglos siguientes. Ticonio es el primero en sugerir lainterpretación mariana. Pero ninguna antología de lecturas bíblicas para las fiestas deMaría contiene el capítulo 12 de Apocalipsis. Lo menos que se puede decir, es que talreferencia es por lo menos azas insegura; para no agregar que la fuga de la mujer al95 Roschini, Mariología, II, 2. p. 286. Obsérvese que la teología católica no mantiene lainterpretación tradicional por la cual, según la Vulgata, la promesa de victoria sobre laserpiente antigua fue hecha a la mujer (“ipsa conteret”) y no a su progenie. Se sabe, enrealidad, que en hebreo la progenie es masculino, por lo cual se debería traducir “éste” laherirá en la cabeza. Roschini, reconociendo el error de interpretación, no atribuye a laspalabras “ipsa conteret”, referidas a María, un valor “escritural”, sino solamente“tradicional”. EN otros términos, este argumento no forma parte de las pruebas bíblicas,sino de aquellas tomadas de la tradición eclesiástica: y su valor dogmático permanececasi invariable. Cf. Mariología, I, p. 61. No se podría confesar más claramente que latradición, algunas veces, es la codificación del error.96 Omito en obsequio a la brevedad, algunos textos del Antiguo Testamento, interpretadosalegóricamente, a los cuales el mismo Roschini no atrubuye gran valor.
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