La <strong>Virgen</strong> María, página 98Sin embargo, veamos bien : ¿cuál es la finalidad que estas piadosas boberías seproponen? ¿Estimular a los pecadores a persistir en su estado de pecado, confiando enuna absolución final? Sería excesivo afirmarlo. Es más bien golpear a la imaginación conuna exaltación tal de la misericordia de la <strong>Virgen</strong> María, que conduzca las almasestupefactas a postrarse humilladas y convertidas a los pies de su salvadora ; la mujeradúltera, cuando sabe que la <strong>Virgen</strong> la protege por esas cotidianas avemarías, al oír que“por esa mísera devoción le mostraba tanta misericordia, fue súbitamente a arrojarsedelante de aquella santa imagen, y allí, en presencia de todos, pidiendo perdón por suescándalo, hizo voto de continencia perpetua” (p. 227). Este es el final obligado de todoslos relatos edificantes de Ligorio : la manifestación inesperada, inmerecida, estrepitosa dela misericordia de la <strong>Virgen</strong> produce la conversión, el arrepentimiento, que conducen auna vida santa, y por lo general, poco después, a una muerte piadosa. La inmensidad de lagracia recibida se pone de relieve sobre todo por la mezquindad de los méritos delpecador : ¡una simple Ave María quizá recitada como un sonsonete distraído! Si enalgunos casos, como el del cuervo, este contraste inculca en el Ave María una potencia exopere operato, se debe decir que en la mayor parte de los casos solamente subraya lainsignificancia de los méritos y la grandeza de ka gracia. T éste es precisamente el temaque aparece con más insistencia en el libro de San Alfonso. Tanto que a veces casi haríapensar que esa insistencia tuviera un sonido casi se diría luterano ; y se piensa en lapeligrosa paradoja de Lutero : Pecca fortiter sed crede fortius.Este enfoque no es tan arbitrario como podría parecer. Tampoco Lutero, con su famosodicho, se propuso promover una moral disoluta, ni exhortar a hacer lo que uno quiera, yaque de todos modos la cuenta terminará por ser saldada por el Redentor, sinosimplemente celebrar con una expresión hiperbólica la inmensidad de la gracia de Cristo,muerto por nosotros. Las historietas piadosas y las doctas citas de Ligorio, se remontan ala misma fuente de la piedad bernardiana : los pasajes de Ligorio que tienen un eco de“luteranismo” son precisamente los que directa o indirectamente, se remontan a algunacita de San Bernardo. El tema bernardiano del amor por el amor mismo, del amor queama porque ama; el tema de la gracia ilimitada, que no conoce pecado tan grande queuno pueda triunfar sobre él ; de una gracia que está esencialmente más allá de todomérito, más allá de la justicia, más allá del temor, es el motivo secreto tanto de la“justificación por la fe” luterana, como la piedad mariana de Ligorio. Pero la grandiferencia es que en Lutero este tema se habla concentrado y simbolizado en la personade Cristo, y la fe que salva es la confianza incondicional en su obra realizada plena ysuficientemente en el Calvario, mientras en el de Ligorio se resume y simboliza en lafigura de la Madre misericordiosa, en la <strong>Virgen</strong> María, y la fe es “confianza” en ella, quees tan buena que no se niega a nadie. Hemos visto que el movimiento inicial también deesta simbolización mariana se remonta a San Bernardo.Con estas observaciones nos estamos acercando al corazón del problema que nos hemosplanteado en este libro. ¿No es en extremo significativo que la única zona de la teología yde la devoción católicas en la cual es posible hablar de una gracia verdaderamentegratuita, de una gracia que no es la recompensa de un mérito de congruo, sino que acogea los pecadores indignos, precisamente por ser indignos y en cuanto indignos, es la esferade la piedad mariana? ¿Cómo pudo jamás ocurrir tal cosa? La respuesta no es difícil :
La <strong>Virgen</strong> María, página 99porque el sistema teológico-soteriológico católico, con su rígida estructura jurídica, noconsiente otra vía de expresión. Cristo, en el dogma católico, ya no puede ser el símbolode una gracia total, porque sigue siendo el juez supremo, sentado sobre el arco iris, queaterrorizara a Lutero cuando niño ; sigue siendo el frío ejecutor del juicio final, pintadopor Miguel Ángel en la capilla Sixtina, con el brazo levantado para maldecir, si lapiadosa Madre no lo detiene ; si no es, inversamente, el crucificado, demasiado arcano yal mismo tiempo demasiado aplastado por el peso de la inexorable justicia divina, paraser realmente el consolador, el amigo de todos los días, el misericordioso.La Reforma tuvo el valor de una reacción contra esta dura teología jurídica ; fue lareconquista del rostro evangélico de Jesús : pero no lo olvidemos esta reconquista sólofue posible al precio de una revolución que convulsionó a Europa y despedazó su unidadreligiosa ¡Muy difícil debió ser la reconquista de un Cristo misericordioso, si sólo pudoser alcanzada a tal precio!Y precisamente porque el catolicismo se negó a aceptar ese descubrimiento del Cristo dela misericordia, precisamente porque en el Concilio de Trento no supo hacer otra cosaque reforzar y perfeccionar, contra la Reforma, su sistema jurídico-soteriológico, no lequedó otro camino, para expresar pese a toda una fe más simple, una piedad másinmediata, que intentar rodear la enorme fortaleza conceptual, ritual, disciplinaria,sacramental del cristianismo medieval, lanzándose a campo traviesa por la senda de lapiedad mariana. Y por esto es fácil que ésta continúe desarrollándose, y se avive con todoel amor, toda la devoción que se relacionan con esta intuición más fresca, más“evangélica” de ;a misericordia divina : ¡se la aviva deformándola!Porque sería inútil ignorar esta simple verdad. María no es Jesús, la piedad mariana no esel evangelio. En la piedad mariana, la gran paradoja evangélica de un Dios de justicia quesabe estar más allá de la justicia, se resuelve en sus elementos antitéticos: por una parte,una divinidad toda severidad, toda justicia; por otra, una misericordia toda humana, sinjusticia; una misericordia que encuentra, sí, un símbolo inmortal en la mujer y la madre;pero que también encuentra en ella sus límite inquietante: porque está precisamente deeste lado de la ética, como el instinto materno, que sin discriminación está siempre departe del hijo, por depravado que sea, y oculta sus culpas con cómplice indulgencia. 168 Si168 Este aspecto de la piedad mariana está claramente indicado por Charles Brütsch, en sulibro La Vierge Marie, Délachaux et Nietlé, Neuchatel, 1943: “Faibles, nois désirons éterrevétus de force; mais nous n’aimons pas á nous rennonaitre ocupables decant Dieu et ademander pardon. Marie au coeur tendre ne fait pas éclater notre péche contre Dieu . . .Lorsque, en revanche, nous rencontrons Jesús Christ, et que nous portons nos regardssur la croix nous ne pouvons le faire san éprouver le péche qui nous sépare de Dieu . . .Mais la croix nous dit aussi que tous nos péchés sont éternellement pardonnés” (p. 56).Justo y bien dicho. Pero tal vez Brütsch no observa suficientemente la naturalezalegalista, jurídica de la conciencia católica del pecado y de la redención; p[ara lo cual lamisma contemplación de la cruz no le sugiere al católico esa gloriosa antítesis resuelta deun pecado radical anulado por un perdón incondicional, que inspira a la piedadevangélica, sino que permanece empantanada tratando de calcular el mérito de congruo y
- Page 1 and 2:
La Virgen María, página 1LA VIRGE
- Page 3:
La Virgen María, página 3Ahora bi
- Page 6 and 7:
La Virgen María, página 6El Padre
- Page 8 and 9:
La Virgen María, página 8jamás p
- Page 10 and 11:
La Virgen María, página 10recibi
- Page 12 and 13:
La Virgen María, página 12según
- Page 14 and 15:
La Virgen María, página 14de los
- Page 16 and 17:
La Virgen María, página 16mirada
- Page 18 and 19:
La Virgen María, página 18habiend
- Page 20 and 21:
La Virgen María, página 20Elvidio
- Page 22 and 23:
La Virgen María, página 22Este ha
- Page 24 and 25:
La Virgen María, página 24Muy bie
- Page 26 and 27:
La Virgen María, página 26virgen
- Page 28 and 29:
La Virgen María, página 28esa lit
- Page 30 and 31:
La Virgen María, página 30ilimita
- Page 32 and 33:
La Virgen María, página 32transfi
- Page 34 and 35:
La Virgen María, página 34aquí u
- Page 36 and 37:
La Virgen María, página 36fervor,
- Page 38 and 39:
La Virgen María, página 38Y ahora
- Page 40 and 41:
La Virgen María, página 40A su in
- Page 42 and 43:
La Virgen María, página 42crític
- Page 44 and 45:
La Virgen María, página 44dialéc
- Page 46 and 47:
La Virgen María, página 46En este
- Page 48 and 49: La Virgen María, página 48Si aten
- Page 50 and 51: La Virgen María, página 50La Virg
- Page 52 and 53: La Virgen María, página 52En real
- Page 54 and 55: La Virgen María, página 54tu serv
- Page 56 and 57: La Virgen María, página 56recuerd
- Page 58 and 59: La Virgen María, página 58parece
- Page 60 and 61: La Virgen María, página 60agnosti
- Page 62 and 63: La Virgen María, página 62et beat
- Page 64 and 65: La Virgen María, página 64desiert
- Page 66 and 67: La Virgen María, página 66Para lo
- Page 68 and 69: La Virgen María, página 68interpr
- Page 70 and 71: La Virgen María, página 70confies
- Page 72 and 73: La Virgen María, página 72superst
- Page 74 and 75: La Virgen María, página 74produjo
- Page 76 and 77: La Virgen María, página 76La inma
- Page 78 and 79: La Virgen María, página 78la Igle
- Page 80 and 81: La Virgen María, página 80singula
- Page 82 and 83: La Virgen María, página 82La defi
- Page 84 and 85: La Virgen María, página 84por la
- Page 86 and 87: La Virgen María, página 86problem
- Page 88 and 89: La Virgen María, página 88leche y
- Page 90 and 91: La Virgen María, página 90En los
- Page 92 and 93: La Virgen María, página 92feminid
- Page 94 and 95: La Virgen María, página 94como Sa
- Page 96 and 97: La Virgen María, página 96La inte
- Page 100 and 101: La Virgen María, página 100la pie
- Page 102 and 103: La Virgen María, página 102está
- Page 104 and 105: La Virgen María, página 104El seg
- Page 106 and 107: La Virgen María, página 106mérit
- Page 108 and 109: La Virgen María, página 108a cier
- Page 110 and 111: La Virgen María, página 110consid
- Page 112 and 113: La Virgen María, página 112mujer
- Page 114 and 115: La Virgen María, página 114el ace
- Page 116 and 117: La Virgen María, página 116lo div
- Page 118 and 119: La Virgen María, página 118muere
- Page 120 and 121: La Virgen María, página 120Sabidu
- Page 122 and 123: La Virgen María, página 122catoli
- Page 124 and 125: La Virgen María, página 124interp
- Page 126 and 127: La Virgen María, página 126misió
- Page 128 and 129: La Virgen María, página 128benevo
- Page 130 and 131: La Virgen María, página 130confor
- Page 132 and 133: La Virgen María, página 132un nue
- Page 134 and 135: La Virgen María, página 134los gu
- Page 136 and 137: La Virgen María, página 136“Cel
- Page 138 and 139: La Virgen María, página 138trabaj
- Page 140 and 141: La Virgen María, página 140El pen
- Page 142 and 143: La Virgen María, página 142la ver
- Page 144 and 145: La Virgen María, página 144En rea
- Page 146 and 147: La Virgen María, página 146no só
- Page 148:
La Virgen María, página 148Si est