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Virgen Maria completa - Escritura y Verdad

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La <strong>Virgen</strong> María, página 93serena, inconmoviblemente firme sobre el principio apostólico : “Hay un solo Dios y unsolo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo enrescate por todos” (1º Timoteo 2:5-6).La disputa más violenta en torno de la función mediadora de María, que se produjera enel periodo de la Contrarreforma, no se debió a los protestantes, sino a los jansenistas. Fueprovocada por el libro de un jurista católico en Colonia, Adam Widenfeldt, publicado en1673 con el título de : Monita salutaria B. Virginis <strong>Maria</strong>e ad cultores suos indiscretos,que en su traducción francesa : Advertisements salutaires tuvo enorme difusión enFrancia, y llegó a ocasionar una reforma de la liturgia galiciana. El autor ponía en labiosde María declaraciones como las siguientes : “No me pongáis en paralelo con Dios o conCristo . . . Yo soy vuestra consierva . . . Las alabanzas que se me dirigen como a mímisma, son vanas . . . Cuidad de que vuestra dulía no degenere en latría, contraviniendoel mandamiento : A Dios solo adorarás . . . Los que me llaman mediadora y abogada, nolo digan en el mismo sentido en que mi Hijo es propiamente mediador y abogado. El es elMediador de un nuevo pacto. El ha aplacado a Dios con sus méritos propios . . . Nadie meatribuya esto : ¿acaso he sido crucificada por vosotros? No me llaméis, pues salvadora ycorredentora . . . nO me honréis como si Dios no bastara. Si amáis a Dios no tenéisnecesidad de nada . . . ¡Bienaventurado aquel que, como el apóstol, no quiere saber otracosa que Cristo y Cristo crucificado!” 164En la estela trazada por la Monita salutaria surgió un movimiento de reacción contra ladevoción mariana, en el cual merecen señalarse nombre eminentes por su ciencia y supiedad, como Ludovico Antonio Muratori. Pero en el siglo XVIII, la piedad mariana tuvoun vivo renacimiento, por obra sobre todo de Grignion de Monfort, en Francia, y enItalia, del napolitano Alfonso María de Ligorio (1696-1787).Las glorias de María Santísima de Alfonso de Ligorio, publicadas en 1750, puedenconsiderarse con todo derecho como el texto clásico de la mariología moderna, nosolamente porque en ellas hay una colección copiosa, 165 y por lo demás confusa ydesprovista del más elemental sentido crítico, de todo lo que había llegado aconocimiento del autor que se hubiera dicho sobre la <strong>Virgen</strong> María, por teólogos grandesy pequeños, monjes, predicadores, con predilección por los relatos edificantes, acogidossin discriminación alguna y con pía complacencia ; sino por la misma tonalidad ysuperstición de devoción y puerilidad, que acompaña desde sus comienzos al culto deMaría, esencialmente popular, pero que aparecía menos en sus mejores representantes,164 Citas de Roschini, Mariología, I, pp. 394-395165 En cuestión de abundancia enciclopédica, el de Ligorio es superado largamente porHipólito Marracci (1604-1675), que pasó toda la vida recogiendo citas y ejemplos enhonor a María, y tuvo aún la desventura de ser excomulgado por ello, habiendo sidopublicado, sin que él lo supiera, por algunos amigos suyos, un libro suyo en defensa de lainmaculada Concepción, en la época en que estaba prohibido por las disposicionespapales discutir ese punto. Ver la bibliografía en Roschini, Mariología, I. Pp. 290-291, ypasa el episodio recordando, Osservatore Romano, 15 de diciembre de 1949 : “Almargini di un dogma”.

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