La <strong>Virgen</strong> María, página 96La intercesión de María es necesaria para nuestra salvación “porque Dios quiere quetodas las gracias que él dispensa pasen por María (p. 128), tanto que se puede decir deella lo que Cristo dijo de sí mismo : que nadie podía hallarlo a él si primero su eternoPadre no lo hubiera acercado con su divina gracia. Así, según Ricardo, Jesús dice de suMadre : “Nadie viene a mí si primero mi madre no lo atrae con sus ruegos” (p. 140) ; y“si María es por nosotros, ¿quién será contra nosotros?” (p. 78). Un suspiro de labienaventurada <strong>Virgen</strong> es más potente que los sufragios de todos los santos juntos (p.158). Si María no ruega por nosotros, ninguno de los santos osa rogar ; pero si ella ruega,todo el paraíso ruega con ella (p. 146). Ni siquiera los méritos de la sangre de Cristo seaplican a los pecadores, si María no los recomienda a Dios (p. 106). Por esto la devocióna María es la señal de nuestra predestinación, la prueba de que estamos anotados en ellibro de la vida, la certeza de la salvación (p. 214), nuestra esperanza de la perseveranciafinal (p. 67). Ella es, la escala para ascender al cielo, una escala aún mejor que la deCristo :“Se narra en las crónicas franciscanas de Fray León que vio una vez una escala rojaencima de la cual estaba Jesucristo, y otra blanca sobre la cual estaba su Madre. Vio quealgunos iban a subir por la escala roja, subían algunos peldaños y luego caían ; volvían asubir y volvían a caer. Entonces fueron exhortados a ir por la escala blanca, y poir ella losvio subir felizmente, mientras la bienaventurada <strong>Virgen</strong> les extendía la mano y asíllegaban seguros al paraíso” (p. 210).Y para terminar, citemos una historieta más, que es interesante no sólo por su carácterpanorámico, por decirlo así, que comprende varios aspectos del poder de la <strong>Virgen</strong>, desdeel milagro físico hasta la salvación del alma, sino porque expresa también la atmósferasentimentalmente túrbida e inquietante en que se envuelve el culto de María :“Había un caballero devotísimo de la gran Madre de Dios, el cual se había construido ensu palacio un oratorio, donde solía entretenerse a menudo orando, delante de una bellaimagen de María, no sólo de día, sino también de noche, interrumpiendo el reposo para ira honrar a su amada Señora. Ahora bien, su esposa, dama por lo demás de mucha piedad,observando que el marido salía del lecho cuando la casa estaba sumida en el mayorsilencio, y saliendo de la estancia no retornaba sino al cabo de mucho tiempo, se diomiserablemente a los celos y sospechaba algo malo. Hasta que un día, para librarse deesa espina, se adelantó a interrogar a su marido. El caballero le repuso sonriendo : Sabedque amo a una Señora, la más amable del mundo. A ella le he dado todo mi corazón ; yantes moriría que dejar de amarla. Y si vos la conocierais, vos mismo me dirías que laamase más de lo que la amo. Entendía hablar así tiernamente de la Santísima <strong>Virgen</strong> ;pero la mujer, viendo entonces aumentar sus sospechas, para aseverarse mejor de laverdad, de nuevo le preguntó para encontrarse con aquella señora salía de su habitación.Y el caballero, que ignoraba la gran agitación de su esposa, le respondió que sí. La dama,pues, falsamente segura de lo que no era, ¿qué hizo entonces? Una noche, cuando elmarido según solía salió de la cámara, se dio muerte. El caballero, cumplidas susdevociones, al retornar a su estancia para volver al lecho, lo encuentra todo mojado.Llama a la esposa y no responde. La sacude, y no se mueve. Finalmente enciende una luzy ve el lecho lleno de sangre y la esposa muerta con la garganta abierta. Entonces se da
La <strong>Virgen</strong> María, página 97cuenta de que la esposa se ha dado muerte por celos. ¿Qué hace? Cierra con llave lahabitación y retornando a la capilla se postra delante de la Santísima <strong>Virgen</strong> y deshechoen lágrimas comienza a decir : Madre mía, ved en qué aflicción me hallo. Si vos no meconsoláis, ¿ a quién he de recurrir? Pensad que yo, por venir a honraros he tenido estadesgracia de ver a mi esposa muerta y condenada. ¡Madre mías, vos podéis remediarme,remediadme! Quien ruega a esta madre de misericordia con confianza, obtiene lo quedesea. Hecha la oración, he aquí que oye llamar por una criada de la casa : Señor, id a lahabitación que la señora os llama. El caballero, por la alegría, no puede creerlo. Vuelve,dice a la doncella, fíjate bien si realmente me necesita. Sí, volvió diciendo la criada, idpresto, que el ama os está aguardando. Va, abre la puerta, y ve a la esposa viva que se learroja a los pies llorando y le ruega que la perdone, diciendo : ¡AH, esposo mío! Lamadre de Dios, por tus oraciones, me ha librado del infierno. Y así llorando los dos dealegría fueron a agradecer a la bienaventurada <strong>Virgen</strong> en el oratorio. A la mañanasiguiente, el caballero hizo un convite de todos los parientes, a los cuales hizo que hicierala narración de todo la esposa misma, la cual mostraba la señal que aún conservaba de laherida. Y todos se acercaron más al amor de la divina madre” (pp. 93-94).Evidentemente, pueril y grotesco. Pero toda la piedad mariana tiene en San Alfonso deLigorio tales características, por lo cual no se le puede juzgar, desde el punto de vista delevangelio, como una piedad sana, sino como una grave aberración ; y el hecho de queeste autor pueda ser considerado como el mayor mariólogo del siglo XVIII, como elrenovador de la piedad mariana, como un campeón de la fe que puso en fuga alJansenismo, 167 es verdaderamente una triste señal de la escala de valores vigente en elcatolicismo de hoy.¿Deberemos limitarnos a este juicio negativo? ¿No habrá acaso, en la mariología deLigorio, no obstante sus graves fallas, algún aspecto positivo, y no podría darse que éstenos iluminara algunos de sus puntos negativos, acerca de las verdaderas razones delenorme desarrollo adquirido por la mariología en el catolicismo?San Alfonso ha sido acusado repetidamente de ejercer una influencia desmoralizadora,predicando un perdón fácil para los pecados más enormes, en virtud de la misericordiasin límites de la santa <strong>Virgen</strong>. Basta un Ave María, dicha quizá “sin devoción y mediodurmiendo”, como en la historia de los dos estudiantes de Flandes (p. 199), paraasegurarse la protección contra las insidias del diablo ; basta la misma oración, rezadadiariamente por una mujer que convive pecaminosamente con un hombre adúltero, paraque la <strong>Virgen</strong> rehúse tomar posición contra aquella que, aun en el pecado, la honra (p.227), y oponga una fría negativa a las protestas de la esposa traicionada. La oración, enrealidad, opera mecánicamente, ¡como cuando es repetida por el cuervo presa del milano!167 Roschini, Mariología, I, pp. 257 sgs., juzga la mariología de Ligorio : “encyclopedicaet progresiva, <strong>completa</strong> fundatissima, unctionis plena, eminenter practica.” Cf.Dillenschneider, en Marie Corédemptrice, p. 89 : “Avec ses Glorie di <strong>Maria</strong> il eut lemérite de porter au Jansénisme un coup décisif, et couronner avec plus encore deplénitude théologique et de succés oractique l’effort de ses prédécesseurs.”
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