La <strong>Virgen</strong> María, página 114el acesnto cae, una vez más, no sobre la plenitud humana de sus sufrimientos, sino sobreel hecho de que son los sufrimientos del hombre-Dios.Pero para apreciar cabalmente estos pensamientos, y la legitimidad de nuestra crítica, esnecesario extender el concepto de la corredención a otro orden de ideas. María según elpensamiento antiguo, que los mariólogos modernos retoman con particular interés, a lospies de la cruz representa a la Iglesia, y hoy se dice con más precisión, la Iglesia encuanto corredentora. En cierto sentido, todos los fieles, en cuanto miembros del cuerpomístico de Cristo, son colaboradores suyos en la redención del mundo. Así como laencarnación continúa en el cuerpo místico de la Iglesia, también la redención continúa ensus miembros. Tomás de Aquino interpreta así la declaración de Pablo de que <strong>completa</strong>en su carne los sufrimientos de Cristo : “¿qué faltaba a los sufrimientos de Cristo? Elsufrir así en su miembros Pablo y asimismo en otros.” 200 Todos pues, pueden cooperar enla redención, agregando a los méritos absolutos de Cristo los méritos relativos de sussufrimientos. La redención es un hecho colectivo, solidario. “En el fondo, cada una denuestras buenas obras es una reproducción en nosotros y por medio de nosotros, de laobra de Cristo, y no le agrega otro valor que un poco de humanidad. De esto a decir quetodos los cristianos son corredentores, que la Iglesia misma es corredentora, en el sentidode que los cristianos, o más bien la Iglesia cooperan en la redención del mundo,continúan en sí la obra redentora de Jesús, no hay más que un paso. Detengámonos antesde darlo.” 201Pero el paso que nuestro autor vacila en dar, en último análisis lo da, lo ha dado ya,porque es la presuposición de toda su doctrina. “Tal vez, para evitar la molestia (resultadodel título de Corredentora reservado a la <strong>Virgen</strong> María) habría, no que suprimirlo, sinopor el contrario generalizarlo. La Iglesia entera es corredentora, puesto que coopera en laredención de los hombres no sólo como instrumento de la gracia de Cristo, sino como laofrenda de su propio sacrificio. Pero la <strong>Virgen</strong> lo es antes que la Iglesia y por la mismafundación de la Iglesia, porque cooperó en la misma adquisición de la redención. Entrelos corredentores ella es la corredentora por excelencia. Ella es la primera y el modelo enese orden. Entre todos los asociados de Cristo, ella es por excelencia la Asociada. Ella esel modelo y el tipo de la Iglesia, la Esposa por excelencia, aquella en quien el génerohumano es mayormente co-asumido en la humanidad santa de Cristo, él habríadisminuido si no fuera lo que es : la perfección de la Humanidad a su destino, que es todoel significado de la encarnación.” 202Aquí estamos evidentemente en presencia de un orden de pensamientos de interés nosolamente especulativo, sino religioso y práctico. De hecho, la consecuencia de ladoctrina de la corredención de la <strong>Virgen</strong>, el imperativo de acción en que ella se traduce,es éste : Tornaos corredentores. Ocupad vuestra posición y cumplid vuestraresponsabilidad en la obra de misión interna, de despertamiento de la Iglesia, dereconquista del mundo paganizado ; afiliaos a los partidos católicos, sed militantes de la200 En Coloss. Lect. IV, P. Nicolás en Marie corédemptrice, p. 1717.201 P. Nicolás, en Marie corédemp., p. 118.202 P. Nicolás, Ibid., p. 128.
La <strong>Virgen</strong> María, página 115Acción Católica ; en particular, ¡tomad conciencia del valor de vuestros sufrimientos parala redención del mundo! 203Ahora bien, en presencia de esta interpretación extensiva, eclesiológica, es necesarioprecisar bien nuestro disentimiento, porque evidentemente no todo lo que aquí se dicemerece una repulsa incondicional, y por otra parte, la parte útil e interesante está viciadade un equívoco radical, que exige de nuestra parte una definida toma de posiciónnegativa.La doctrina de la Iglesia como Cuerpo de Cristo es uno de los temas más grandes que seproponen a la meditación de los cristianos hoy en día, tanto a los protestantes como a loscatólicos, y la conquista de una eclesiología verdaderamente viva y actual podría ser unade las metas más fecundas, en vista del porvenir del cristianismo en el mundo comofuerza viva y unitaria. Es cierto que ella implica la idea de una comunión de vida y obrasde la cabeza, Cristo, y sus miembros ; y que en esa comunión, y en la comunidad santaque es su fruto, se muestra concretamente la fe y la vida de los creyentes ; y que laexistencia de una comunidad así constituida compenetrada del espíritu del Redentor, esun elemento de importancia primordial para la difusión del Evangelio en el mundo, parael testimonio que atrae y convence, para la acción cristiana en todos los sectores de lavida humana. Pero cuidemos bien de no comprometer la pureza de todo esto, insinuandoen el concepto de la Iglesia un significado excesivo y, en el pleno valor que se le quiereatribuir, no cristiano. En los escritos de los apóstoles tenemos la más bella y autorizadadescripción que se puede desear de la Iglesia como comunidad viva, espiritual, ardiente,impregnada de la conciencia de ser el Cuerpo de Cristo ; pero su existencia y su misiónnunca son presentadas bajo el aspecto de la “corredención”. Es demasiado grande elrespeto a la redención perfecta, irrevocable, efectuada en la cruz por el Redentor único.La más excelsas expresiones de la conciencia de la Iglesia primitiva, las más vibrantescelebraciones de la comunión con Cristo, de la vida del Cristo en sus “miembros” estánsiempre sobre el plano de la redención ocurrida, cumplida, no sobre el de una redenciónen vías de cumplimiento, a la cual se le puede agregar, aunque sólo sea un “valor dehumanidad” con los propios mezquinos méritos de congruo. Ni siquiera el martirio, quesin embargo es celebrado en la literatura del siglo II como la más perfecta asimilación delcristiano con el Redentor, y que en las mismas epístolas paulinas es presentado como unaparticipación en los sufrimientos de Cristo, tiene un valor corredentor ; siempre essolamente imitación, testimonio dado, comunión pasiva; un ser plena, triunfalmentereunido al Salvador, jamás una cooperación con el martirio personal en la expiación delos pecados del mundo. A esta profunda y purísima concepción neotestamentariadebemos atenernos severamente, evitando toda complaciente indulgencia hacia losméritos de la humanidad colaboradora de la divinidad en su propia redención. En suma,la Iglesia cuerpo de Cristo, empeñada con él en una tarea misionera de conquista delmundo : ¡Sí! La Iglesia corredentora, en el sentido de una colaboración de lo humano con203 Todas las “conferencias” para el público lego : hombres, mujeres, jóvenes,seminaristas, contenidas en la segunda parte del vol. Citado, Marie corédemptrice,desarrollan precisamente estos principios, como aplicación práctica de la corredención deMaría.
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