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Virgen Maria completa - Escritura y Verdad

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La <strong>Virgen</strong> María, página 115Acción Católica ; en particular, ¡tomad conciencia del valor de vuestros sufrimientos parala redención del mundo! 203Ahora bien, en presencia de esta interpretación extensiva, eclesiológica, es necesarioprecisar bien nuestro disentimiento, porque evidentemente no todo lo que aquí se dicemerece una repulsa incondicional, y por otra parte, la parte útil e interesante está viciadade un equívoco radical, que exige de nuestra parte una definida toma de posiciónnegativa.La doctrina de la Iglesia como Cuerpo de Cristo es uno de los temas más grandes que seproponen a la meditación de los cristianos hoy en día, tanto a los protestantes como a loscatólicos, y la conquista de una eclesiología verdaderamente viva y actual podría ser unade las metas más fecundas, en vista del porvenir del cristianismo en el mundo comofuerza viva y unitaria. Es cierto que ella implica la idea de una comunión de vida y obrasde la cabeza, Cristo, y sus miembros ; y que en esa comunión, y en la comunidad santaque es su fruto, se muestra concretamente la fe y la vida de los creyentes ; y que laexistencia de una comunidad así constituida compenetrada del espíritu del Redentor, esun elemento de importancia primordial para la difusión del Evangelio en el mundo, parael testimonio que atrae y convence, para la acción cristiana en todos los sectores de lavida humana. Pero cuidemos bien de no comprometer la pureza de todo esto, insinuandoen el concepto de la Iglesia un significado excesivo y, en el pleno valor que se le quiereatribuir, no cristiano. En los escritos de los apóstoles tenemos la más bella y autorizadadescripción que se puede desear de la Iglesia como comunidad viva, espiritual, ardiente,impregnada de la conciencia de ser el Cuerpo de Cristo ; pero su existencia y su misiónnunca son presentadas bajo el aspecto de la “corredención”. Es demasiado grande elrespeto a la redención perfecta, irrevocable, efectuada en la cruz por el Redentor único.La más excelsas expresiones de la conciencia de la Iglesia primitiva, las más vibrantescelebraciones de la comunión con Cristo, de la vida del Cristo en sus “miembros” estánsiempre sobre el plano de la redención ocurrida, cumplida, no sobre el de una redenciónen vías de cumplimiento, a la cual se le puede agregar, aunque sólo sea un “valor dehumanidad” con los propios mezquinos méritos de congruo. Ni siquiera el martirio, quesin embargo es celebrado en la literatura del siglo II como la más perfecta asimilación delcristiano con el Redentor, y que en las mismas epístolas paulinas es presentado como unaparticipación en los sufrimientos de Cristo, tiene un valor corredentor ; siempre essolamente imitación, testimonio dado, comunión pasiva; un ser plena, triunfalmentereunido al Salvador, jamás una cooperación con el martirio personal en la expiación delos pecados del mundo. A esta profunda y purísima concepción neotestamentariadebemos atenernos severamente, evitando toda complaciente indulgencia hacia losméritos de la humanidad colaboradora de la divinidad en su propia redención. En suma,la Iglesia cuerpo de Cristo, empeñada con él en una tarea misionera de conquista delmundo : ¡Sí! La Iglesia corredentora, en el sentido de una colaboración de lo humano con203 Todas las “conferencias” para el público lego : hombres, mujeres, jóvenes,seminaristas, contenidas en la segunda parte del vol. Citado, Marie corédemptrice,desarrollan precisamente estos principios, como aplicación práctica de la corredención deMaría.

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