La <strong>Virgen</strong> María, página 36fervor, dando a entender que consideraba aquella expresión una novedad peligrosa.Estaba pronto, por lo demás a someterse, pero mantenía su punto de vista. El concilio loexcomulgó, pero su partido obtuvo la reivindicación en un nuevo concilio, realizado enEfeso en el 449, que por las violencias que lo distinguieron, fue calificado como "ellatrocinio de Efeso". Los obispos presente fueron obligados por la fuerza a retractarse delas decisiones de Constantinopla y a deponer a Flaviano y sus adherentes, Flaviano,acosado y herido murió a consecuencia de los malos tratos recibidos.En este punto comienza la acción decisiva, deliberada y enérgica de León el Grande enfavor de la paz. En la primera fase de la controversia, Roma había tomado parte contraNestorio; ahora se manifiesta claramente en favor de la doctrina de las dos naturalezas,definidas en la fórmula de concordia de Juan de Antioquia, aceptada por Cirilo. Ladoctrina de la sede romana fue definida por León, en una carta dogmática al patriarcaFlaviano, que es todo un monumento del genio equilibrado, práctico, más inclinado a lapiedad y la acción que a las sutiles distinciones teológicas, propio de la Iglesia de Roma.Después de refutar las expresiones de Eutico, homo imprudens et nimis imperitus, el papademuestra con argumentos simples y concretos la real humanidad y divinidad de Cristo:"El Hijo de Dios entró en este mundo inferior descendiendo de la sede celestial y sindejar la gloria paterna, según un nuevo orden y una nueva natividad. Según un nuevoorden, en cuanto invisible por su naturaleza se hizo visible en la nuestra, eincomprensible, quiso ser comprendido; y el que existía antes de los tiempos comenzó aser en el tiempo; y el Señor del universo, velando la inmensidad de su majestad, asumióla forma de un siervo; y el Dios que no está expuesto al sufrimiento (impassibilis) nodesdeñó el ser hombre, expuesto al sufrimiento (passibilis); y el inmortal, someterse a lasleyes de la muerte. Fue engendrado según una nueva natividad, porque la virginidadinviolada no conoció la concupiscencia, sino que ofreció la materia de la carne. De lamadre del Señor fue asumida la naturaleza, no la culpa; ni el hecho de que su nacimientosea milagroso hace que la naturaleza del Señor Jesucristo sea diferente de la nuestra.Aquel que es verdadero Dios es también verdadero hombre; y no hay ninguna mezcla enesta unidad en que se conjugan (invicem sunt) la humanidad del hombre y la alteza deDios. Como Dios no cambia de naturaleza por el hecho de que se inclinemisericordiosamente (non matatur miseratione), así el hombre no es absorbido en ladivinidad por su elevación (non consumitur dignitate). Cualquiera de las dos formascumple, en comunión con la otra, lo que le es propio: el Verbo obra lo que es propio delVerbo, la carne ejecuta lo que es propio de la carne. La una resplandece por sus milagros,la otra sucumbe bajo las injurias. Y así como el Verbo no pierda su igualdad con la gloriapaterna, tampoco la carne abandona la naturaleza de nuestro género (humano) . . . Elnacimiento carnal es una manifestación de su naturaleza humana; el parto virginal esindicio de una virtud divina. La debilidad del párvulo está demostrada por la humildad dela cuna; la grandeza del Altísimo es declarada por la voz de los ángeles . . . Sufrirhambre, sed, cansarse, dormir es evidentemente humano. Pero alimentar con cinco panesa cinco mil hombres, dar a la Samaritana agua viva, quien beba de la cual no tendrá sedjamás, caminar sobre el mar, mandar a la tempestad, es indiscutiblemente divino . . . Paramencionar sólo algunas cosas, no es propio de una misma naturaleza llorar a un amigomuerto y resucitarlo del sepulcro en el cual está desde hace tres días; o bien estar sujeto a
La <strong>Virgen</strong> María, página 37la cruz y cambiar el día en noche y hacer temblar todos los elementos; estar atravesadopor los clavos y abrir las puertas del paraíso a la fe del ladrón; tampoco es de la mismanaturaleza decir: Yo y el Padre somos uno (Juan 10:30) y : El Padre mayor es que yo(Juan 14:28). En realidad, si bien en el Señor Jesucristo una sola es la persona del hombrey de Dios, la humillación y la gloria, comunes a entrambos, tienen un origen diverso.Tiene de nosotros la humanidad, que es menor que el Padre; del Padre, la divinidad quees igual al Padre. Por esta unidad de la persona en las dos naturalezas se lee que el hijodel hombre descendió del cielo, si bien es el Hijo de Dios que asumió la carne de la<strong>Virgen</strong>, de la cual nació. Asimismo se lee que el Hijo de Dios es crucificado y sepultado,si bien no sufrió en la divinidad misma, por la cual es el Unigénito, coeterno yconsustancial con el Padre, sino en la enfermedad de la naturaleza humana. Por lo cualconfesamos en el Símbolo que el Unigénito Hijo de Dios crucificado y sepultado, segúnel dicho apostólico: "Si la hubieran conocido [la sabiduría oculta de Dios] jamás habríancrucificado al Señor de la gloria (1º Corintios 2:8) . . . " 44La cita ha sido larga, porque esta carta, tal fiel a las exigencias vivas de la piedad,demuestra cuál es, para la fe, el interés de la doctrina de las dos naturalezas, de su uniónpersonal, y de la necesaria distinción entrambas en la persona de Cristo. Ella demuestraasimismo en qué sentido y dentro de qué limitaciones debe entenderse el título de laMadre de Dios.El símbolo de Calcedonia, que en la quinta sesión del concilio ecuménico realizado enaquella ciudad del Bósforo, por convocatoria del emperador Marciano, a solicitud delpontífice, vino a poner fin provisionalmente a las disputas provocadas por ese título de la<strong>Virgen</strong>, acogía en su sobria formulación tanto el punto de vista expresado en la epístoladogmática de León el Grande, como la antigua fórmula de conciliación cirilo-antioqueña,al declarar la fe ortodoxa en las expresiones siguientes:"Siguiendo a los santos padres, confesamos unánimemente un solo y el mismo Hijo,nuestro Señor Jesucristo, y éste completo en la divinidad y completo en la humanidad,verdaderamente Dios y verdaderamente hombre compuesto de un alma racional y de uncuerpo, consustancial con el Padre según la divinidad y consustancial con nosotros segúnla humanidad, en todo semejante a nosotros salvo el pecado, engendrado antes de lossiglos por el Padre según la divinidad, y en los últimos tiempos, por nosotros y paranuestra salvación, por María, la <strong>Virgen</strong>, la Madre de Dios, según el hombre, un solo ymismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, que reconocemos ser en dos naturalezas, sin quehaya entre ellas confusión alguna ni transformación, división ni separación; no siendosuprimida por la unión la diferencia de las dos naturalezas sino más bien siendopreservadas las propiedades de cada naturaleza y reunidas en una sola persona y en unasola hipóstasis, no dividido o desunido en dos personas, sino uno y el mismo Hijo yUnigénito, Dios Verbo, Señor Jesucristo, como desde el principio nos enseñaron de él losprofetas, y como él mismo, el Señor Jesucristo, nos enseñó, y como nos ha sidotransmitido en el Símbolo de los Padres". 4544 Mansi, V, 1366; cf. Hefele, II, 1, 569 sgs.45 Lietzmann, Symbole der Alten Kirche cit. P. 35.
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