La <strong>Virgen</strong> María, página 72supersticiosas que crecen en el terreno tradicional de la piedad cristiana, alterándola ensus motivos más severos y profundos.Volvemos a hallar los mismos motivos, contra la inmaculada concepción de María, peromás desarrollados y expuestos con todo el rigor de la escolástica, en los cinco brevescapítulos que Tomás de Aquino dedica a nuestra cuestión en la Summa Theologica. 117Tomás admite que la <strong>Virgen</strong> María fuera santificada en el seno materno; no que se tratede una verdad bíblicamente revelada: “Acerca de la santificación de María, es decir, quehaya sido santificada in utero, nada se ordena en la <strong>Escritura</strong> canónica, que ni siquieramenciona su nacimiento”; pero fundándose sobre el precedente del Pseudo Agustín (queél sostiene es el verdadero Agustín) acerca de la asunción de la <strong>Virgen</strong>, opina que sepuede demostrar racionalmente (rationabiliter argumentaria), que fue santificada en lamatriz, y cita la salutación angelical: Ave gratia plena, y el ejemplo de Jeremías (Jer. 1:5)y de Juan el Bautista (Lucas 1:15). No verdad revelada, pues, sino proposición teológica;aquí hay una diferencia que debe ser tenida en cuenta. Pero Tomás no cree necesariollevar más allá la demostración, ni pasar de la santificación en el seno materno a lainmaculada concepción; y arguye:“La santificación de la <strong>Virgen</strong> no se puede entender como ocurrida antes deanimación (esto es, antes de que su alma se uniera al cuerpo) por dos razones: primero,porque la santificación de que hablamos no es otra que la purificación del pecado original. . . Pero la culpa no puede ser eliminada sino por la gracia, cuyo sujeto es solamente lacriatura racional. Por ello, antes de la infusión del alma racional, la <strong>Virgen</strong> no estabasantificada. Segundo, porque siendo sólo la criatura racional susceptible de culpa, antesde la infusión del alma racional la prole concebida no es capaz de culpa. Y si labienaventurada <strong>Virgen</strong> hubiera sido santificada de alguna manera antes de su animación,nunca habría incurrido en la mancha de la culpa original, y por lo tanto no habría tenidonecesidad de la redención y de la salvación que son por medio de Cristo, del cual se diceen Mateo 1:21: “El salvará a su pueblo de sus pecados.” No es pues conveniente(inconveniens est) que Cristo no sea el Salvador de todos los hombres, como se dice en 1Timoteo 4. Resta, pues, que la santificación de la bienaventurada <strong>Virgen</strong> se hayaproducido después de su animación. 118 Y precisa: “María contrajo el pecado original,pero fue despojada de él antes de nacer”. No pudo ser santificada antes de su animación,aun en el caso de que se quisiera suponer que sus padres hubieran recibido unasantificación particular para este fin, puesto que la santificación personal obtenida porgracia no se transmite a la prole.¿Cuál es, pues, para Tomás, la situación de la <strong>Virgen</strong> María con respecto a susantificación prenatal? Consiste simplemente en esto: el germen de la concupiscencia,que es en todos los hijos de Adán la raíz viciada de todos los pecados actuales, no fue enella suprimido en su esencia (sublatus secondum essentiam), sino ligado (ligatus), no porvirtud de su libre arbitrio, que en el seno materno no existía todavía, sino por la117 Santo Tomás, Summa theol., pars III, quaest. 27, art. 1-6. Citamos la adición deMigne, Patrol. Let., Series secunda tomus IV, col. 245-257.118 Summa theol., loc. cit., art. 2.
La <strong>Virgen</strong> María, página 73abundancia de la gracia y por una disposición especial de la providencia divina, queimpidió toda falta de compostura en el movimiento de su sensualidad. Cuando, luegohubo concebido, por obra del Espíritu Santo, a Jesús, la santidad del hijo que llevaba sereflejo (redundavit) sobre ella, y el germen le fue totalmente quitado; pero no fue liberadade la muerte, ni de las otras sanciones penales de la culpa original, que debió sufrir comotodas las otras criaturas humanas. 119 Se trata, como se ve, de una doctrina muycircunspecta, y se diría graduada.La misma prudencia se encuentra prácticamente en todos los doctores del siglo XIII. Nosolamente en los dominicos, pero también en el fundador de la teología franciscana, SanBuenaventura. Discutiendo si la bienaventurada <strong>Virgen</strong> pudo haber sido santificada“antes de la animación”, es decir, antes que su alma uniera al cuerpo, Buenaventuraresponde negativamente, porque la santificación es cosa del alma, y si se comunica delalma a la carne, no puede lógicamente producirse antes que el alma esté unida al cuerpo.Pasando de aquí al problema de si el alma de la bienaventurada <strong>Virgen</strong> fue santificadaantes o después de haber contraído el pecado original, responde indicando las razones enfavor de las dos soluciones. No sería imposible pensar que la gracia fue infundida en ellaen el instante mismo en que fue infundida el alma en su carne. Esto, por cierto, estaría deacuerdo con el honor de Cristo y de la <strong>Virgen</strong>; y no se podría decir que la concesión detal privilegio a María repugne a la fe cristiana, puesto que sería un efecto de la gracia, quetiene su origen en Cristo, y que en ella habría prevenido la caída que en los demásremedia una vez ocurrida. Pero no obstante estas buenas razones - que serían luegosostenidas por la escuela franciscana, favorable a la Inmaculada Concepción -,Buenaventura prefiere atenerse a la otra opinión, como “más común, más racional y mássegura”. Más común, por cuanto casi todos piensan que la <strong>Virgen</strong> contrajo el pecadooriginal y sufrió la pena del mismo (el dolor y la muerte); más racional, porque, comodice Agustín, el nacimiento precede al renacimiento, como el ser precede al bienestar;más segura, “porque es más conforme a la fe, a la piedad y a la autoridad de los santos,los cuales, cuando hablan de esto, solamente eximen a Cristo de la declaración universal:En Adán todos pecaron. En realidad, no se encuentra uno solo que haya dicho, entre losque hemos oído con nuestros oídos, que la <strong>Virgen</strong> María haya estado exenta del pecadooriginal. Esta opinión concuerda mayormente con la fe y la piedad porque si se debe teneren gran reverencia a la madre, y se debe tener gran devoción por ella, se las debe tenermucho mayores por el Hijo, del cual le viene todo honor y gloria. Y puesto que a ladignidad excelente de Cristo pertenece el hecho de que él es Redentor y Salvador detodos, y que abrió la puerta a todos, y que murió por todos, no se debe excluir a labienaventurada <strong>Virgen</strong> María, no sea que ocurra que, mientras se amplia la excelencia dela madre, se disminuya la gloria del Hijo, y así se provoque en él la madre, que prefiereque se exalte y se honre a su Hijo, y no a sí misma, como se debe honrar al Creador másque a la criatura. Adhiriendo a esta posición por el honor de Cristo, que no perjudica ennada al honor de María, en cuanto el Hijo es incomparablemente superior a la madre,debemos pensar, conforme a la opinión común que la santificación de la <strong>Virgen</strong> se119 Ibid., loc. Cit., art. 8.
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