La <strong>Virgen</strong> María, página 116lo divino en la redención del mundo : ¡No! Razón tiene el P. Nicolás cuando señalaba lacorredención de María y de la Iglesia como el punto crítico que separara al catolicismodel protestantismo. 204Las observaciones que anteceden señalan también los límites de nuestro asentimiento yde nuestro disentimiento frente a otra idea interesante, relacionada con la corredención :María representante de la Iglesia, o símbolo de la Iglesia.El tema de María como símbolo de la Iglesia es muy antiguo, y hoy goza de notable favortambién entre los protestantes. 205 Pero es necesario precisar que los protestantes que seinteresan en estas ideas consideran a María como un símbolo puro de la Iglesia, por ciertono desprovisto de realidad, en cuanto María forma parte de la Iglesia. Mientras que parala Mariología católica, María es la verdadera fuente de la Iglesia, Jesús la ha dado pormadre a todos los creyentes, y es ella la que, con su participación en el sacrificio delCalvario y en virtud de su mediación universal es quien realmente engendra la vidaespiritual cristiana, el canal por excelencia de la gracia, el “cuello” de la Iglesia, que estádebajo de la cabeza, Cristo, y pone en comunicación a la cabeza con el resto delcuerpo. 206 En suma, del lado protestante estamos sobre el plano de un simbolismo rico ensignificado espiritual; del lado católico, estamos sobre el plano del realismo sacramental.Pero sobre todo es de observar que el concepto de la Iglesia que está simbolizado en la<strong>Virgen</strong> María es típicamente católico; es la Iglesia virgen e inmaculada, que engendra ensu seno purísimo la vida humano-divino de los fieles, en la distribuidora exclusiva de lasgracias, sin las cuales no hay salvación, y la que intercede con resultado, por todosaquellos que se confían a su patrocinio, y también por aquellos que están fuera de él, y esamplia en su generoso perdón para los errantes que retornan devotamente a ella; es lamadre que administra sobre la tierra el reino de gracia de su Hijo y triunfa en los cieloscomo reina con él; y en los últimos desarrollos del dogma, es su asociada en toda la obrade redención, contribuyendo no sólo a distribuir las gracias merecidas por él, sino amerecerlas juntamente con él, aunque sea por vía secundaria y subordinada; y, no loolvidemos, la fortaleza que desafía a todas las herejías y asegura la victoria de la fecatólica en el mundo. 207 Por esto es evidentemente excesivo esperar que la interpretaciónde <strong>Maria</strong> como símbolo de la Iglesia pueda resultar el terreno de encuentro para una204 Marie corédempt., p. 127.205 Ver las predicaciones ya cit. De K. Barth, Avent., trad. Franc. (1948).206 Roschini, Mariol., II, 2, pp. 349 sgs., discute ampliamente si María es una “cabezasecundaria”, o el “corazón” o el “cuello” de la Iglesia; y opta por esta tercerainterpretación por una serie de buenas razones de “conveniencia” y de autoridad.207 Cf. Steitz, art. Cit., “María” en Real Encycl., 2º ed. (1881), vol. 9, 320 y Karl Barth,Dogmatik, I. 2, pp. 157-160 (1939). Es interesante observar el progreso de lainterpretación que Steitz presenta como un proceso inconsciente de simbolización de símisma, cumplido por la Iglesia en la elaboración de la mariología; mientras Barth citatextos mariológicos alemanes contemporáneos, que demuestran cómo hoy esaasimilación es concientemente aceptada; y esto se ve también en las citas que hemosintercalado en el texto.
La <strong>Virgen</strong> María, página 117evaluación común de la mariología por parte de católicos y protestantes; mientras, por lodemás, la realidad es que, como ambas partes lo reconocen, la doctrina y el culto deMaría son justamente considerados como “el dogma crítico central” del catolicismo, 208frente al cual, del lado evangélico, no puede haber otra cosa que un rechazo terminante.La <strong>Virgen</strong> MaríaConclusiónMaría en el dogma y en la piedadEn el dogma católico, la <strong>Virgen</strong> María es una imitación apenas atenuada de la vida, de lascasualidades, de la obra de Jesús. El principio de analogía con Cristo, expresado conperfecta claridad por los mariólogos contemporáneos, ha sido seguido fielmente en loslargos siglos de elaboración de la doctrina mariana. Como el nacimiento de Jesús, el deMaría es anunciado por los ángeles, es un acontecimiento de excepción, en el cual tienedirecta participación la influencia del Espíritu Santo. Si Cristo es concebido por una<strong>Virgen</strong>, María es concebida sin pecado. Así como Cristo es semejante al hombre en todo,menos en el pecado, así María es perfectamente humana en todo, menos en el pecado. Sien Cristo habita la plenitud de la divinidad, en María, por medio de su Hijo, habita laplenitud de la gracia salvadora u de la vida sobrenatural. Cristo es el primogénito demuchos hermanos, pero María es la primogénita, después de él, de los hijos nacidos deEl; más aún, es la Madre de ellos, y como tal, no es ya la madre de Jesús, sino su esposa,aquella que reúne en sus faldas fecundas a todas las generaciones de los creyentes ; la quedespués de haber dado a luz el cuerpo físico de Cristo, engendra a través de los siglos sucuerpo místico. Cristo es el segundo Adán, María la segunda Eva. Cristo es la fuente deagua viva, que desborda en vida eterna, y María es la fuente de la vida, la madreespiritual de la nueva humanidad. Cristo es la vid verdadera ; pero también María recibeeste título (Juan Damasceno) ; y se le atribuyen también otros títulos reservados en elNuevo Testamento para Cristo :es como Cristo, cabeza de nuestra salvación, kefaláon,soterias (Jorge de Nicomedia, Santiago el Monje), salvadora del mundo (Anselmo,Buenaventura, Alberto Magno), propiciatorio (hilasterion) para nuestros pecados (elOficio de Cuaresma), libertadora de la muerte, y vencedora de la muerte (Gregorio deNeocesarea), reconciliación de Dios con los hombres (Juan Damasceno, Liturgia),mediadora entre Dios y los hombres; 209 y, como lo más natural, puesto que participa conintimidad maternal y espiritual en toda su obra, conoce de antemano el sacrificio quehabrá de coronarla, y lo acepta sufriendo con él y muriendo espiritualmente con él en lacruz; el emblema del congreso mariano de La Salette dedicado a María corredentora, larepresenta erecta, extendida sobre el cuerpo del Crucificado, un tanto más baja que él, losbrazos abiertos debajo de los suyos, y casi sosteniéndolos en gesto de ofrenda. Jesús208 Para los teólogos católicos, véase nota 35; para los protestantes, cf. Karl Barth,Dogmatik, I, 2. p. 157.209 Cf. Benrath, Zur Geschichte der Marienverehrung, pp. 91., sgs, que toma de las obrasenciolopédicas de Marracci y de Passaglia.
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