La <strong>Virgen</strong> María, página 44dialéctica sexual trascendente, y con sus evidentes y reconocidas afinidades con losmisterios paganos, pueden haber puesto en guardia a la Iglesia contra una deificación deMaría, de la cual no se sentía ninguna necesidad y que no estaba de acuerdo con elsimbolismo hebreo-cristiano, decididamente varonil.Pero en el terreno de las herejías, se llevó a cabo efectivamente la identificación de la<strong>Virgen</strong> María con la madre celestial de Cristo; Epifanio (fines del siglo IV), en sucatálogo de las herejías, describe una secta femenina proveniente de Tracia, que enArabia y en la Scizia superior ofrecían a la <strong>Virgen</strong>, sobre un pequeño altar cuadrado,hogazas de flor de harina de cebada (collyrida), adornándose con el título de sacerdotisasde María.La noticia sugiere una referencia bíblica: en el siglo VI antes de Jesucristo, Jeremías,entre los reproches que le hacía a su pueblo de Judá, denuncia también un culto de "lareina del cielo"Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y lasmujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y parahacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira.¿Me provocarán ellos a ira? dice Jehová. ¿No obran más bienellos mismos su propia confusión? (7:18-19)La reina del cielo a la cual ofrecían su piadoso homenaje las mujeres palestinenses endías de Jeremías, era la divinidad cananea Astarté, la Venus semítica, diosa de lafecundidad de la tierra, adorada tal vez bajo su forma astral babilónica de Ishtar, laestrella de la mañana y de la tarde. La identidad del culto, consistente en la ofrenda dehoganzas, sugiere que el culto que las colliridianas rendían a la <strong>Virgen</strong> María hubierasustituido a aquel celebrado mil años antes por las mujeres de Judá en honor de Astarté.Pero se debe observar que Epifanio reprocha con vehemencia el extraño culto de aquellaconfraternidad femenina, declarando que María no es una diosa, y que no se le han deofrecer sacrificios; y su indignación muestra claramente que en la cristiandad ortodoxa, afines del siglo IV, la idea misma de rendir culto a María podía todavía provocarescándalo. 51La situación cambia después del concilio de Efeso; y para dar razón de este hechodebemos pensar no tanto en la sustancia teológica del título Theotokos, que significandoestrictamente "la madre de Cristo" no constituía una novedad, como en el sentidoindefinido, altisonante del título mismo, que sugería en realidad mucho más de lo quedogmáticamente significaba. La "maternidad divina" (como se expresan impropiamentelos teólogos católicos, traduciendo el concreto Theotokos por una abstracción que elconcilio de Calcedonia probablemente habría rechazado, porque parece sugerir que María51 Epifanio, Panarion, n. 78-79. Ver discusión y bibliografía en Carlo Cecchelli, MaterChristi, Francesco Ferrari, ed. Roma 1946, vol. I, p. 136; el cual limita, a mi entenderarbitariamente, la crítica de Epifanio a la forma del culto ofrecido por aquellas mujeressimples e ignorantes.
La <strong>Virgen</strong> María, página 45fue divinamente madre o que fue una madre divina) exaltaba efectivamente a María hastael límite extremo de la humanidad, y la acercaba a la esfera divina, donde debíaencontrarse con las otras vírgenes y las otras madres, cuyo concepto espiritualizado,Apuleyo veía representado míticamente en Isis poliforma. Esta asimilación es visible enel arte cristiano: la representación de la <strong>Virgen</strong> en el trono con el niño reproduce el tipode Isis con su hijo Horus en la falda, en posición idénticamente hierática, ambos defrente; 52 ella lleva la corona mural como la Magna Mater Cibeles, protectora del imperioromano; 53 presenta afinidad con la figura de Atenas, con la Gorgona sobre el pecho;algunas imágenes bizantinas contienen la imagen del niño en un marco oval, sobre elpecho de María. 54No menos característica es la erección de iglesias dedicadas a la <strong>Virgen</strong> María, sobre loscimientos o en la proximidad de los templos de diversas divinidades paganas: SantaMaría Antigua, en Roma, surge en una zona consagrada a Palas, y antes aún a la Minervaetrusca; 55 Santa María en Ara-Coeli está construida sobre la altura capitolina donde secelebraba el culto de la <strong>Virgen</strong> celestial (la Tanit cartaginesa); 56 Santa María sobreMinerva, cerca del Panteón, como lo recuerda su mismo nombre tradicional es unsantuario pagano reconsagrado, y se levantaba en las vecindades de un santuario de Isis; 57Santa María Maggiore, sobre el Esquilino, según noticias medievales, fue construidasobre el sitio de un templo de Cibeles, Madre de los dioses, y si esto no está confirmadopor las excavaciones, lo cierto es que a poca distancia (menos de trescientos metros) selevantaba un templo dedicado a Juno Lucina, protectora de las parturientas. 58 La mássugestiva de estas superposiciones es tal vez la de los santuarios de Minerva: además deltemplo romano, el Athenaion de Siracusa fue reconsagrado a María, al parecer antes delsiglo VII; 59 pero sobre todo, sobre la colina consagrada a Palas, en Atenas, fuereconsagrada a la <strong>Virgen</strong> María el Ereteo, y el mismo Partenón, según un antiguoepígrafe, ahora perdido, fue dedicado, hacia el 650 a la Santa Sabiduría, Hagia Sofía; y estal la asimilación, que se da a la <strong>Virgen</strong> María el título de Panhaghia Athiniotissa; entanto no es posible confirmar la noticia según la cual el santuario máximo deConstantinopla, Santa Sofía, habría sido erigido sobre un templo pagano. 6052 Carlo Cecchelli, Mater Christi, cit. I, p. 83. Cf. La imagen bizantina de la Madonna dela Clemencia (sigl. VIII) en Sta. María in Tratevere, pp. 80-81.53 Cecchelli, Mater Christi, I, p. 235. Cf. El cuadro V, pp. 98-99 (S. María antigua enRoma)54 Cecchelli, op. cit., I. P. 88, cf. Pp. 217 sgs. El hecho de que el niño encerrado en elóvalo sagrado (mandala) podría significar que María es el “templo” de Dios más que lamadre de Dios”, Theodókos y no Theotókos, según la distinción de los nestorianos. Lasemejanza con Athenía clipeata es pues, solamente externa; sin embargo es interesante.55 Cecchelli, I, p. 53.56 Ibid., p. 43.57 Ibid., p. 89.58 Ibid., pp. 198-199.59 Ibid., p. 89.60 Ibid., p. 64.
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