La <strong>Virgen</strong> María, página 6El Padre Roschini, que es tal vez el mariólogo más docto de Italia, en un breve catecismopopular delinea con la máxima claridad deseable las que se podría llamar leyesintrínsecas de desarrollo de la construcción mariana resumiéndolas en un principioprimario y cuatro secundarios. El principio primario es el de la maternidad divina: “MaríaSantísima es la Madre de Dios y Mediadora del hombre”. De este primer principio, que élno duda poder fundar, explícita o implícitamente, en el Evangelio, “se deducen y a ellosse reducen todas las diversas conclusiones mariológicas”, según los principiossecundarios de la singularidad, la conveniencia, la eminencia y la analogía con Cristo.He aquí las propias palabras de Roschini:1º “Siendo la Santísima <strong>Virgen</strong> una criatura <strong>completa</strong>mente singular, queconstituye un orden aparte, reivindica justamente para sí privilegios enteramentesingulares; los cuales no pueden convenir a ninguna otra criatura” (principio desingularidad).2º “Se debe atribuir a la <strong>Virgen</strong> Santísima todas aquellas perfecciones queconvienen realmente a la dignidad de Madre de Dios y mediadora del hombre, con tal quetengan algún fundamento en la revelación y no sean contrarias a la fe y a la razón”(principio de conveniencia).3º “Todos los privilegios de naturaleza, de gracia y de gloria concedidos por Diosa los otros santos, debió concederlos en algún modo también a la <strong>Virgen</strong> Santísima, Reinade los Santos” (principio de eminencia).4º “A los diversos privilegios de la humanidad de Cristo, corresponden en laSantísima <strong>Virgen</strong> privilegios análogos, según la condición del uno y del otro” (principiode analogía o semejanza con Cristo). 5Es fácil ver cómo, con estos principios, es posible justificar todos los desarrolloshistóricos de la piedad y del dogma mariano; pero es aún más interesante observar queellos abren el camino a todos los posibles desarrollos futuros. El dogma mariano,delimitado por estas cuatro categorías, no es una teoría cabal y cerrada en sí misma, esuna doctrina en evolución, para decirlo con una expresión bergonsoniana, un dogmaabierto. Se puede acoger a priori como dogma mariano todo aquello susceptible a serafirmado, como desarrollo de la idea de la maternidad divina y de la mediación humana,según los cuatro principios expuestos. Ninguna celebración de María será jamásdemasiado hiperbólica, según el principio de la singularidad; ninguna glorificación desantos o mártires podrá eximirse de rendir su contribución potencial, según el principiode eminencia, a la gloria de María; su grandeza como mediadora no hallará otros límitesque los de una perfecta semejanza con el Cristo redentor, según el principio de analogía;y su apoteosis, según el principio de conveniencia, no tendrá otros límites que la5 Gabriele M. Roschini, Chi é María? Catecismo <strong>Maria</strong>no. Societá Apostolato Stampa,Roma, 1944, pp. 12-14. Véase la amplia discusión que el autor hace de estos principiosen su gran Mariología latina en tres volúmenes, A. Belardetti, ed. Roma, 1947-1948, vol.I, pp. 321-379.
La <strong>Virgen</strong> María, página 7divinidad misma. En realidad son palabras de Roschini: “La divina maternidad la eleva auna altura vertiginosa y la coloca inmediatamente después de Dios, en la vasta escala delos seres, haciéndola pertenecer al orden hipostático (en cuanto por Ella y en Ella elVerbo se unió hipostáticamente – es decir, personalmente – con la naturaleza humana), elorden superior al orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria. Por esto los Padres ylos escritores de la Iglesia casi han agotado el vocabulario para exaltarla, sin lograr, sinembargo, loarla como conviene. Su grandeza confina con el infinito”. 6Con esto quedamos informados sobre las posibilidades futuras. Veamos entre tanto,cuáles son las líneas ya recorridas por el dogma mariano en su desarrollo histórico.La <strong>Virgen</strong> MaríaCapítulo 1María en El EvangelioUn episodio narrado en los tres evangelios sinópticos refiere que un día mientras Jesúsenseñaba, "vienen sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle";porque no pudieron acercarse a él por la multitud. En esa ocasión, Jesús pronunció unaspalabras que seguramente la primera comunidad cristiana repetía a menudo con íntimasatisfacción en sus dificultades con el ambiente hostil: "¿Quién es mi madre y mishermanos? Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madrey mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, ymi hermana, y mi madre" (Marcos 2:31-35).El tono polémico de esta declaración sorprende, al recordarnos el de uno de los dichosmás duros de Jesús: "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, ehijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo"(Lucas 14:25-26). Aquel que pronunció estas amargas palabras no es solamente el queafirma las exigencias incondicionales del discipulado en la hora incomparable de lavenida del Reino de Dios: debía ser un hombre a quien la vida familiar le tenía reservadasalgunas de aquellas amargas experiencias de repulsa y de soledad interior, que sonfrecuentes en los grandes genios y en los hombres de Dios. En realidad, la explicación delepisodio citado por Marcos debe hallarse en una breve y casi vergonzosa admisióncontenida varios versículos antes: "Los suyos vinieron para prenderle; porque decían:Está fuera de sí" (Marcos 3:21). Los suyos oi par autou: debe haberse tratado delas mismas personas nombradas más tarde: su madre y sus hermanos. Estos en el v. 21"salieron", partieron de la casa (exevhlton) para ir a prenderlo; y en el v. 31 llegan(erchontai). Entre la partida y la llegada, Marcos introduce la exposición de lasopiniones que tenían de Jesús los escribas de Jerusalén, los cuales, menos compasivosque sus parientes, decían: "Tiene espíritu inmundo", es decir, está poseído por el diablo, yla severísima réplica de Jesús referente al pecado contra el Espíritu Santo que "no tiene6 Roschini, ibid., p. 39.
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