La <strong>Virgen</strong> María, página 138trabajo bíblico teológico que se realiza en común, [entre teólogos protestantes ycatólicos] es sólo de importancia totalmente secundaria para cualquier tentativa dirigida ala unidad de la Iglesia. Además, se haría evidente que también las investigacionescientíficas tendientes a establecer cuál es la tradición eclesiástica en estas cuestiones,están destinadas a no tener éxito, ya que la Iglesia Romana hoy en día no se funda yaexclusivamente sobre una tradición apostólica históricamente demostrable, ni aunsiquiera verosímil, sino sobre la pretensión de que ella puede producir la “tradiciónapostólica”. El coloquio teológico entre la Iglesia Evangélica y la Romana se tornaríamucho más difícil, por el hecho de que la definición dogmática de la Asunción no podríaproducirse sino mediante un acto de autoridad, que invalidara los resultados reconocidosuniversalmente de la investigación científica, poniendo radicalmente en duda el valor dela labor teológico-científica. Además, desde el punto de vista evangélico, sería difícilcomprender cómo haya teólogos católicos que puedan creer sinceramente este dogma,después de su definición, habiendo manifestado antes de la definición sus bien fundadasdudas . . . ““Al mismo tiempo, la definición dogmática de la Asunción daría un impulso considerabley legítimo a aquellos círculos protestantes que desde el principio desconfiaron delacercamiento entre la Iglesia Evangélica y la Romana, no viendo en ella otra cosa quepeligros, y sostienen que hoy como siempre la única posición justa, frente a la Iglesiacatólica romana, es la de señalar los límites con ella en una polémica unilateral . . . ““Mientras la mayor parte de las Iglesias confiesan hoy con lágrimas de arrepentimiento,delante de Dios, la laceración del cuerpo de Cristo, asumen su parte en la culpabilidad, yse esfuerzan, en la oración común y con una severa labor científica, por reducir el tamañode las diferencias y hallar y testificar ante el mundo un máximo de fe común – sin callarlas diferencias que aún subsisten – la Iglesia Romana, con la definición de la Asunción,aumentaría el tamaño de las diferencias. La definición de la Asunción se entendería enlos movimientos de acercamiento eclesiástico de nuestro tiempo, como un retundo “No”de la Iglesia Romana, no sólo por parte de la Iglesia Evangélica de Alemania, sino porparte del protestantismo mundial y de la cristiandad ortodoxa.” 244Y para terminar con un documento italiano, también el Sínodo de la Iglesia EvangélicaValdense, ante la enunciada proclamación de la asunción de la <strong>Virgen</strong> María comodogma revelado, reafirma que esta doctrina es <strong>completa</strong>mente extraña al Evangelio ; quese resuelve en una indebida glorificación de la naturaleza humana, que contribuye aapartar la fe, de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, único Señor y Redentor de lahumanidad perdida. El Sínodo deplora que con tal declaración se acentúen los contrastesdogmáticos en el seno de la cristiandad, haciendo cada vez más problemáticas lasperspectivas de reunión de los miembros dispersos del cuerpo de Cristo.” 245244 Evangelisches Gutachten zur Dogmatisierung der leiblichen Himmelfart Mariens,Munich, 1950. Oekum. Einh., p. 83.245 Art. 25 de los Atti del Sinodo, 1950. Cf. Protestantesimo, VI (1951), p. 22
La <strong>Virgen</strong> María, página 139De estas graves preocupaciones, estos cordiales llamamientos, sea de origen católico, seade origen evangélico, no se encuentra en la Bula Munificentissimus Deus, ni el másmínimo rastro. Hay, sí, una alusión a “todos aquellos que se glorían en el nombre decristianos”, pero solamente para expresar al augurio de que, en virtud del nuevo dogma sucorazón sea movido a desear la unión con el Cuerpo Místico de Jesucristo y el aumentode su amor hacia Aquella que tiene entrañas maternales para todos los miembros delCuerpo augusto”; augurio que después de todo lo que hemos recordado, no podía serentendido sino como una irónica repulsa.Esta impresión es conformada, por lo demás, por los comentarios católicos a la Bulamisma :“Ahora se aprecia – escribía recientemente el profesor A. Bea, del Instituto BíblicoPontificio de Roma – que la definición en vez de oscurecer la atmósfera, la ha aclarado.Después que la encíclica Humani Generis había rechazado todo falso irenismo, la Iglesiacatólica, aun deseando de todo corazón la unidad de todos los cristianos, ha tenido elcoraje de profesar pública y francamente su fe y sus principios en un punto que, sinembargo, nos separa del protestantismo de hoy, y lo ha hecho no para obstaculizar otrabar los esfuerzos para llegar a la unidad, sino para obedecer fielmente a una leylegítima de su desarrollo doctrinal, inspirado y guiado por el Espíritu Santo. Estasinceridad no podía dejar de causar impresión en todos cuantos buscan seriamente launión, y ha debido destruir cualquier ilusión, que tal vez aquí y allá se alimentara todavía,de llegar a un entendimiento insistiendo sobre todo en puntos comunes a todos yolvidando o relegando los otros, o sobre diferencias de orden secundario. Se ha creado asíla sólida base sobre la cual se podrá continuar en verdad y caridad la importante labor deentendimiento. 246No se podría pedir mayor claridad. La definición de la asunción es pues, el paralelodogmático de la frenada que la Humani generis dio a las tendencias ecuménicas católicas,definidas peyorativamente con el término de “falso irenismo”, y a los contactos, quizápeligrosamente fructíferos, que se han establecido, con un sentimiento de recíprocaconfianza y sobre la base de un método rigurosamente científico común, entre teólogosde las confesiones opuestas. ¿La definición de la asunción habrá sido tal vez una piedraarrojada intencionalmente entre las ruedas del ecumenismo católico y de las fatigosastentativas de acercamiento de los protestantes a los cuales se les habría significado así,con una claridad por lo demás innecesaria, que la única vía hacia la unidad es el “granretorno” y la plena aceptación del edificio dogmático antiguo y reciente de la IglesiaCatólica? A pesar de todo, nos resistimos a creerlo. Pero el sostener que la definición seauna aclaración útil a los fines de la causa de la unidad cristiana, y por lo tanto unacontribución autorizada a ésta, si no es expresión de un optimismo oficial y convencional,sería una prueba de una incapacidad tal para comprender el ánimo de los no católicos,que nos deja realmente desconcertados.246 Bea, A., La definizione dell’ Assunta e i Protestanti, en Echi e documenti dellaproclamazione del Domma dell’ Assunzione. Roma, 1954, pp. 91-92. También Bertetto,<strong>Maria</strong> e i Protestanti, p. 160, muestra que participa del mismo optimismo.
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