La <strong>Virgen</strong> María, página 42crítica racional, como lo es en cambio en los mayores maestros gnósticos, tales comoValentín. Hipólito romano, en los primeros decenios del siglo III, podía basar toda larefutación de las herejías contenidas en sus Philosophumena, sobe la tesis de que lagnosis no era otra cosa que la transposición cristiana de la filosofía griega y de lasreligiones de misterios; luego, debemos esperar hallar en la gnosis un equivalentecristiano del culto a la Madre celestial polimorfa celebrada por Apuleyo. Y en realidad, eslo que sucede; pero, una vez más, los resultados son menos decisivos de lo que podríasuponer, juzgando sobre la base de las analogías sugeridas por la historia de la religiones.Es verdad que en la gnosis de los maestros más notables, como Valentín, hallamos lapreocupación constante de representar las esencias inteligibles emanadas del único,insondable Abismo primordial (también esté provisto quizá de un correlativo femenino,Sighé, el Silencio), en parejas bisexuales, asegurando así la presencia de la idea de lafemineidad en el mundo transcendente de los arquetipos divinos; pero no hay ningunatendencia a la identificación de una de esas entidades femeninas con la <strong>Virgen</strong> María. Lagnosis que ofrece en este sentido, la perspectiva más favorables es a estar a lasinformaciones de Ireneo Hipólito, la de los ofitos o naasitas, adoradores de la serpientedel Edén.Según algunos, refiere Ireneo, 50 hay en el Abismo primordial una luz originaria, bendita,incorruptible, llamada Padre universal, y es representada como el primer hombre.Proyectando fuera de sí su idea de sí, éste engendró un hijo, el Hijo del Hombre, elsegundo hombre. Debajo de éstos está el Espíritu Santo, que se asentaba sobre el caos, yestá la primera mujer (Ruach, el Espíritu, en hebreo es femenino). Impregnada de la luzdel Padre y del Hijo, la primera mujer se convierte en madre del eón Cristo; luego, nopudiendo soportar el exceso de la luz que la tiene abrumada, emite de su lado izquierdouna potencia irradiada de luz, Prunicus-Sofíam la cual desciende a las aguas primordiales,las agita y da origen al cosmos sensible, el cual es dominado por siete potencias,engendradas por Sofía, en las cuales se puede reconocer otras tantas hipóstasis delmalvado Demiurgo, el Creador del Antiguo Testamento. El mayor de estos potentados,Ialdabaoth, crea a Adán a su imagen y le da a Eva por compañera. Pero el eón Sofía, queya se ha arrepentido de haber dado origen a este desventurado universo sensible, y queestá ofendida por el orgullo de Ialdabaoth, quien osa proclamarse el único Dios,ignorando la existencia del Primer Hombre, seduce a Eva por medio de la serpiente, osegún otros, la seduce personalmente, tomando forma de serpiente, para inducirla arebelarse contra el malvado Demiurgo, comunicándole la "gnosis", es decir, elconocimiento de su verdadera naturaleza, luminosa e inmortal. Pero Adán y Eva soncondenados por Ialdabaoth y comienza una prolongada tensión entre éstos y Sofía,tendiente a liberar de su tiranía a las almas, chispas luminosas desprendidas de la materia.Viendo su cansancio, la Madre, la Primera Mujer, presa de compasión, ruega al PrimerHombre que envíe a Cristo a que le ayude. El eón Cristo desciende, reconoce a su50 Ireneo, Adversus Haereses, lib. I, cap. 30. En obsequio a la brevedad omitimos lamención de otras formas de gnosis, que asignaban un lugar importante a una figurafemenina. También entre los montanistas, se hallaba una secta “filomarianita”, Cecchelli,Mater Christi, I. P. 137, 149.
La <strong>Virgen</strong> María, página 43hermana Sofía, y ambos entran a morar en el hombre más sabio, puro y justo que jamáshaya existido, Jesús, nacido de la <strong>Virgen</strong> María; y permanecen en él hasta el momento desu crucifixión; en realidad, el que es crucificado es sólo el hombre Jesús, quien luego esresucitado por Cristo en señal de reconocimiento por su servicio.Tal, en breve, la gnosis ofitica; en ella se reconocen fácilmente los temas constantes de laespeculación gnóstica: la antítesis del mundo inteligible y el sensible, la hostilidad haciala economía "inferior" del Antiguo Testamento, que en este caso es llevada hasta larehabilitación de la caída de Eva, considerada como la gloriosa rebelión y una conquistade la verdad celosamente ocultada por el Demiurgo. Precisamente de esta inversión devalores se deriva el título de la secta, que glorifica a la serpiente sabia y astuta como unsímbolo de la Sabiduría. Pero también Sofía, la Sabiduría de la literatura sapiencialhebrea, es, al fin de cuentas, un eón de naturaleza inferior; la reprobación del AntiguoTestamento involucra asimismo al concepto de la Sabiduría, personificada en aquel. En elsistema de Valentín, Sofía es el último de los eones, el más alejado del Padre insondable,del cual emana en cambio la Mente (Nous), el Logos, el Hombre, con sus respectivoscorrelativos femeninos: la <strong>Verdad</strong>, la Vida, la Iglesia. No es posible, en esta visióngeneral, identificar a Sofía con el Logos, como había sucedido en Filón. El antisemitismose proyecta en el mundo de las perfecciones divinas: el Verbo y el Espíritu Santo están enun extremo, el más elevado, Sofía en el otro extremo, el más bajo; su figura, en la gnosisvalentiniana, es la de una débil Eva trascendental, que con su curiosidad indiscreta turbala perfección del Pleroma, de la plenitud divina.Del mismo modo tenemos también en la gnosis de los ofitas, la figura de una Madrecelestial de Cristo; pero no del Cristo encarnado, sino del eón Cristo. Luego, tenemos larepresentación de Sofía como asociada con el Cristo en su obra redentora; concepciónobviamente igual a la identificación de la Sabiduría hebraica con el Logos helenístico. Ytenemos, en el plano histórico humano, la <strong>Virgen</strong> María, madre de Jesús, pero no deCristo. Empero debemos resistir la tentación de una apresurada identificación de estasfiguras, pues se oponen a ello el dualismo metafísico y el dualismo histórico-religioso delsistema. La madre de Jesús, en la gnosis, es una criatura humana, débil y pequeña, y porañadidura pertenece a la esfera de influencia del pequeño eón culpable, Sofía: nociertamente destinada a los honores de una apoteosis.Para que se produzca la identificación, como se produce en efecto, se ha de suponer quesea superado el doble dualismo gnóstico; que el pensamiento de la realidad de laencarnación triunfe sobre los conceptos docetistas y que se olvide la hostilidad hacia laeconomía del Antiguo Testamento. Entonces, la Madre celestial de Cristo podrádescender al encuentro de la <strong>Virgen</strong> madre de Jesús; la <strong>Virgen</strong> María, podrá elevarse enalas de la unión hipostática hacia la madre celestial de Cristo, y ambas podrán formar unasola persona. Con esto no queremos afirmar que tal haya sido realmente el camino quesiguió el culto de María; se quiere solamente indicar la posibilidad psicológica e históricade esta identificación.En realidad, todo lo que provenía de la gnosis era objeto de una vivísima repulsa en laIglesia, y aun se puede pensar que precisamente las especulaciones gnósticas, con su
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