La <strong>Virgen</strong> María, página 38Y ahora, después de estas fatigosas precisiones, podemos preguntarnos: ¿cuál es, pues, elsignificado ortodoxo y legítimo del título de Madre de Dios? Descartados los erroresteológicos que escandalizaban a Nestorio, definida con precisión la unión hipostática delas dos naturalezas distintas en Cristo, reservado a cada una de ellas aquello que lecompete inalienablemente, la expresión Madre de Dios significa exactamente que la<strong>Virgen</strong> María es madre, según la carne, del Verbo encarnado, en su aspecto humano. Nopuede ser omitida ninguna de las palabras precedentes, sin falsear el sentido deTheotókos. María es madre de Cristo "según la carne", porque Cristo, "según el espíritu",es hijo de Dios Padre; no es madre de la divinidad en sí (pensamiento blasfemo), sino dela hipóstasis del Logos, pero no del Logos en sí, que no tiene madre, sino del Logosencarnado; y es madre del Logos encarnado según su aspecto de humanidad, porquedeben ser respetadas las propiedades de las dos naturalezas, y no se debe decir de Cristoen cuanto hombre lo que se dice en él en cuanto Dios. Esto no obstante, en virtud de launión hipostática, puesto que hay un solo Cristo, se puede decir que la Madre de Cristo,con todas las reservas y las aclaraciones precedentes, es la Madre de Dios; y que tal es laparadoja de la fe. 46Esta paradoja habría podido y debido permanecer como tal. Absuelta su funcióncristológica, definida rigurosamente con su ayuda la unión hipostática de las dosnaturalezas en Cristo, debiera haber vuelto al arsenal de las fórmulas teológicas, útilespor su concisa energía y peligrosas por las implicaciones indeseables que pueden sugerir.No se puede decir que el título "Madre de Dios", en su expresión grandiosa, enfática,corresponda exactamente a la definición ortodoxa que de él se ha dado, que sugieresimplemente la idea de que María es la madre del Verbo encarnado en su aspecto dehumanidad. La fórmula tanto más sobria y evangélica sugerida por Nestorio, si bien conuna maliciosa motivación teológica, era sin embargo la fórmula exacta, piadosa,respetuosa, capaz de reunir el sufragio de la veneración de la cristiandad entera: María esla madre de Cristo. Aun la expresión que el evangelio pone en labios de Elisabet (Lucas1:47): "La madre de mi Señor", se refiere a la dignidad mesiánica de Jesús. Pero elnombre de Dios, no obstante todas las precisiones teológicas, sigue siendo por consensouniversal el término que designa la divinidad con su plenitud infinita. No hay ningunarazón para que una persona que no haya sido debidamente advertida, y que no hayameditado sobre los resultados de las disputas cristológicas del siglo V, distinga entre Diosy la divinidad, y considere el título Madre de Dios como inferior al Madre de ladivinidad, y no transforme la legítima paradoja en algo mucho más vasto y discutible delo que quiere significar. Tal vez por esta única razón Calvino, que en el plano teológico46 La explicación de Roschini es, si es posible, aún más cauta : “Si bien lo consideramos,las fórmulas Madre de Cristo y Madre de Dios son sinónimos, y significan una sola ymisma cosa. La Bienaventurada <strong>Virgen</strong>, en realidad, no es llamada Madre de Dios encuanto engendró la Divinidad o la naturaleza divina del Verbo (esto sería herético), sinoporque engendró la naturaleza humana asumida por el Verbo en la unidad de su persona(humanam naturam in unitatem personae a Verbo assumptae), o sea, porque engendrósegún la humanidad una persona que tenía humanidad y divinidad (genuit secundumhumanitatem personam habentem humanitatem et divinitatem). Mariología, II, 1, p. 143.
La <strong>Virgen</strong> María, página 39reconoce la legitimidad del título Madre de Dios, en la práctica no lo utilizó jamás, adiferencia de Lutero y Zuinglio, y de los teólogos de la ortodoxia protestante, que loutilizan con frecuencia por su significado cristológico. 47Pero la fortuna del término Theotókos no se debe a su significado cristológico. Lamultitud delirante, que en Efeso, en el 431, aclamó la destitución de Nestorio, o seregocijó veinte años después por la inserción de aquel título en el Símbolo de Calcedonia,no estaba probablemente en condición de juzgar las sutilezas de la unión hipostática y dela comunicatio idiomatum. Sólo veía claramente una cosa: Cristo es Dios y María es suMadre. Pero la divinidad plena de Cristo era ya desde hacía más de un siglo, elpatrimonio indiscutido de la Iglesia universal: la novedad estaba en el acento solemneque las nuevas discusiones ponían indirectamente sobre el nombre de María. La fórmulaMaría Theotókos había sido la bandera de un partido de la disputa cristológica, la fórmulasignificativa de la unión de las dos naturalezas en una sola persona; pero ahora ungallardete adquiría importancia en sí y por sí: era la proclamación oficial, ecuménica, dela gloria incomparable de María. Todo aquello que, por cualquier razón, confluía haciauna veneración cada vez más consciente de la <strong>Virgen</strong>, resultó potenciado, valorizado porla fórmula solemne. La fortuna de la <strong>Virgen</strong> María, como objeto de culto, comienzadesde esta fecha.La <strong>Virgen</strong> MaríaCapítulo 4La Reina de CieloApuleyo, platónico de Madauro, en la novela autobiográfica Las Metamorfosis, relatacómo después de diversas vicisitudes debidas a su temperamento pasional, logró laliberación y la paz interior a través de la iniciación en los misterios de Isis. Su invocacióna la diosa y la respuesta de ésta, es una página de interés fuera de lo común para lahistoria de las religiones del imperio romano en el siglo II."Reina del cielo", invoca el filósofo, "seas Ceres, germinadora original de las mieses . . .seas Venus celestial, que en el principio uniste los sexos con el amor . . .. , o bien lahermana de Febo que socorrió a las parturientas y eres venerada en Efeso, o bien laProserpina de los horribles aullidos nocturnos .. .. . ; tú que iluminas con tu femeninofulgor todas las ciudades, y con tu húmeda luz alimentas los tiernos retoños, y difundesuna luz variable según el curso del sol; cualquiera sea tu nombre, cualquiera el rito,cualquiera la forma en que esté permitido invocarte, socórreme en mi inmensa miseria . .. "47 Cf. Karl Barth, Kirchl. Dogm. I, 2 (1939), p. 152. Cita entre otras, la interpretación deLutero: “María no dio a luz un hombre separado como si por su parte tuviera un hijo, yDios por su parte tuviera su Hijo. Mas aquel mismo que Dios engendró desde laeternidad, ella lo engendró en el tiempo” (Enarratio 53 cap. Esaiae, Erl. op. lat, 23, 476).
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