La <strong>Virgen</strong> María, página 32transfigurada, anulada y transcendida por su divinidad. El concepto "monofisita", quereconoce en Cristo una sola naturaleza, la divina, se presenta como algo tan obvio, quesolamente con el esfuerzo más preciso y sutil de la distinción teológica se lo puede evitar.En la definición de conceptos que fue resultado de la disputa nestoriana, la diferenciaentre el concepto monofisita y el ortodoxo de la unión de naturalezas en Cristo, hallóexpresión en dos fórmulas muy cercanas entre sí, física, henosis physike y uniónhipostática, henosis hyspostatike. Por unión física, o natural, se entendía la unión de ladivinidad en sí con la naturaleza humana en sí, concepción que fue rechazadaprecisamente como responsable de las confusiones que habían provocado el escándalo deNestorio. La unión hipostática, en cambio, indicaba la unión de un modo de ser concretode la divinidad, (Hypostatis, traducido imperfectamente al latín por persona), yprecisamente el Logos divino, con el hombre Jesús: unión de "Dios", en el sentidoconcreto y limitativo y no de la divinidad en sentido cabal; y unión con un hombre, en laplenitud de sus atributos personales, cuerpo y alma racional y no con una idea abstractade humanidad, ni mucho menos con un cuerpo humano sin alma racional, como habíasostenido Apolinario el siglo anterior, resolviendo enteramente el yo humano de Cristo enel Logos divino. Se trata, como se ve, de una distinción muy sutil, pero de importanciafundamental; porque evidentemente el título Theotókos puede ser aceptado en estesegundo sentido, pero debe ser rechazado en el otro.Si se examinan los conceptos del partido alejandrino y las de su jefe Cirilo, en la luchacontra Nestorio, a la luz de esta distinción esencial, no es de extrañar que aquel estuvieraexpuesto a la acusación de monofisitismo; cosa por lo demás bastante comprensible, si sepiensa que las definiciones conceptuales precisas surgieron precisamente como ocurre amenudo, en la discusión misma. Cirilo creía oponer a Nestorio simplemente la ortodoxianicena; pero en realidad empleaba en gran parte la fórmula "unión física" y laconsideraba como sinónima de la "unión hipostática"; según parece, no porque nodistinguiera la diferencia entre una y otra, sino porque resolvía la unión hipostática en lafísica, al menos por la parte del hombre; porque para él el Logos se unía realmente a unanaturaleza humana" (pero, a diferencia de Apolinario, a una naturaleza <strong>completa</strong>, cuerpoy alma racional), y las dos naturalezas, antes de la unión eran distintas, pero después de launión se convertían en una sola; y esta es la naturaleza del Logos encarnada, del Logoscon su carne (expresiones éstas que apenas se distinguen de las de Apolinario); y a raíz dela unión de las dos naturalezas en una sola, las propiedades (fonai idiómata) de la unapueden ser referidas también a la otra, y lo que se dice de Cristo según la naturalezadivina se puede decir también de su naturaleza humana y viceversa (comunicatioidiomatum), de donde es justo decir que Dios sufrió, y que María es la madre de Dios. 40Si después se mira más allá de las fórmulas, si se mira al sentimiento, a la devocióninmediata, al estado de ánimo de las multitudes de fieles sencillos, y sobre todo de losmonjes egipcios que forman el grueso del ejército de Cirilo, no se puede dudar ni por uninstante de que la lucha contra Nestorio fue dirigida por el monofisitismo, en nombre dela ortodoxia nicena, y que el concilio de Efeso, por la mera ausencia de cualquier nueva40 Váse Harnack, Storia del Dogma, cit., IV, p. 214.
La <strong>Virgen</strong> María, página 33formulación, es una victoria monofisita; y que quedó fijado triunfalmente en el 431 eltítulo de Theotókos. No hay por cierto nada de extraño en esto. Asó como debimosreconocer una congenialidad nada fortuita entre la sensibilidad docética y la teoría de lavirginidad perpetua de María, no podemos dejar de advertir, en el plano de la piedadinmediata, fuera de las sutiles distinciones teológicas, una afinidad natural entra la ideade la fusión <strong>completa</strong> de las dos naturalezas en Cristo y el título de Theotókos. Se diráque esa piedad era simplemente la piedad ortodoxa nicena. Pero no: la piedad ortodoxatenía tanto interés en no confundir a Dios y el hombre en Jesucristo, como en celebrar launión de ambos; los escrúpulos de Nestorio (no su teología) forman parte de la piedadortodoxa, tanto como la exaltación mística de los egipcios; en realidad, la fórmulacristológica ortodoxa será luego la que definió el sínodo de Calcedonia, y lo será con laayuda de Roma, interesada siempre en la afirmación de las dos naturalezas. Pero de lapiedad ortodoxa con sus antitéticas exigencias de unidad y de distinción, no habrá surgidoun título indiscriminadamente unitivo como el de Theotókos: éste traduce el mismoentusiasmo arrebatado con que las multitudes saludaban en cada aspecto de la persona deJesús, e indirectamente en su culto, y en sus sacramentos, en su cuerpo místico, en losmártires y en sus reliquias, la presencia transfigurante de la divinidad. Esa piedadreflejaba, sustancialmente, la fe en la encarnación; pero necesitaba ser templada y guiada,para que su exigencia de la concreción de lo divino no degenerase en una deificación detodo lo cristiano: función que en la disputa que nos ocupa fue cumplida precisamente porla crítica antioqueña.El concilio de Efeso fue convocado por el emperador Teodosio II a raíz de la apelaciónque cirilianos y nestorianos hicieron al juicio imperial, después de haberse excomulgadomutuamente (doce anatemas de Cirilo contra Nestorio, quien respondió con otros tantoscontra aquél). 41 La sede del concilio no podía ser más desfavorable para Nestorio. "Laprovincia de Efeso asignaba a la cuestión un interés particularísimo. La tradiciónentonces universalmente aceptada situaba en Efeso la muerte de la virgen María. Allí seconservaba un edificio que se decía ser su tumba, y no lejos de él se hallaba la tumba delapóstol Juan. El concilio mismo consagró esa tradición. El pueblo de Efeso manifestabauna entusiasta devoción a su protectora, que había suplantado enteramente su antiguofervor por la gran Diana de los efesios. Era la misma susceptibilidad que por poco lecostara caro al apóstol Pablo, cuatro siglos antes; quien hubiera osado en Efeso, discutirlea María el título de Madre de Dios, no sólo habría sido considerado como un blasfemo,sino como un enemigo de la ciudad. Un ambiente así predispuesto, difícilmente hubieradejado de influir en la asamblea a la que circundaba, y en cierto modo oprimía, por todoslados. El obispo de Efeso, Memnón, compartía la devoción de sus conciudadanos." 42 He41 Textos en Hefele, II, 1, pp. 270 sgs.42 Así Leclerq, en una nota a la obra citada de Hefele, II, 1, p. 292. Esta opinión,generalmente descartada por los historiadores, es contestada, entre otros por Jugie, Lamort et l’Assomption de la s. Vierge, Ciudad del Vaticano, 1944, pp. Pp. 96 sgs. Ella sefunda sobre la declaración contenida en la carta oficial, en la cual el concilio de Efesocomunicaba al pueblo de Constantinopla la noticia de la excomunión de Nestorio.“Nestorio, el renovador de la impía herejía, habiendo llegado primero a la ciudad de losefesios, donde (están) Juan el Teólogo y la <strong>Virgen</strong> Theotokos, la Santa María, habiendo
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