190 TREINTA AÑOS DE PARÍSde aquellas francas carcajadas, de esashechiceras leyendas, y también un reflejode este sol esplendente, el perfume deestas tostadas colinas, y que firmaríadesde mis ruinas de las aspas rotas!Las primeras Cartas de mi molinofueron publicadas por el año 1866, en unperiódico de París, en el cual esas crónicasprovenzales, firmadas al principiocon un doble seudónimo tomado de Balzac,«María-Gastón,» desentonaban porsu sabor poco parisiense. Gastón era micompañero Pablo Arène que, muy joventodavía, acababa de estrenar en el Odeonuna piececita en un acto, resplandecientede ingenio y de color, el cual viviamuy cerca de mí, en el linde del bosquede Meudon. Pero aunque ese brillanteescritor no era conocido todavía por suJuan de los Higos, ni su París ingenuo,ni otras muchas obras delicadas y magníficas,ya tenía suficiente talento y unapersonalidad demasiado real para contentarsepor mucho tiempo con aqueloficio de ayudante de molinero.CARTAS DESDE MI MOLINOMe quedé, pues, solo, para moler mishistorietas, á merced del viento, á caprichodel tiempo, en medio de una existenciaterriblemente agitada. Hubo intermitencias, paradas , roturas; luegome casé y llevé á mi mujer á Provenzapara enseñarle mi molino. Nada habíacambiado allí; niel paisaje ni la acogida.La anciana nos estrechó á los dos cariñosamentecontra su mantón de cuadros,y se hizo en aquella mesa de solteros unsitio para la novia. Ella se sentó á unlado en la plataforma del molino dondela tramontana, al ver á aquella muchachaparisién enemiga del sol y del viento,se divertía en arrugarla, en hacerlarodar, en envolverla como un torbellinocomo á la joven Tarentina de Chenier.Al regreso de aquel viaje, impresionadode nuevo por mi Provenza, empecé enel Fígaro una nueva serié de Cartas demi molino, Los viejos, La sandalia,El elíxir del tío Gaucher, etc., escritasen Champrosay, en aquel estudio de Delacroix,del cual he hablado ya en mislibros Jack y Roberto Helmont.El tomo fué publicado por la casa Hetzelen 1869; se vendió trabajosamenteuna edición de dos mil ejemplares, espe-
ancio, lo mismo que las otras obras primerasmías, que la moda de las novelasle proporcionase una buena venta y may°r Publicidad. ¡Pero no importa! Así ytodo, es ese mi libro, preferido, no desdeel punto de vista literario, sino porqueme recuerda las mejores horas de mi juventud:carcajadas, embriagueces, carasamigas que no volveré á ver.Hoy Móntauban está desierto. La queridamamá murió; sus hijos, cada unopor su lado; el vino de Cháteauneuf seagotó. Si volviese á ir por allí, no encontraríaá nadie. Sólo los pinos, según medicen, han crecidomucho;ysobrela orlaque forman sus copas,mi molino, con nuevaslonas , semejanteá corbetaque navegaá toda vela,mueve sus aspascomo poetavuelto á larealidad, comosoñador vuelto ála vida.MI PRIMER ESTRENO¡Oh! ¡Cuánto tiempo hace de eso! Estabalejos, muy lejos de París, en plenaalegría, en plena luz, al extremo de laArgelia, en el valle del Chelif, un díahermoso de Febrero de 1862.Una llanura de treinta leguas de extensión,limitada á derecha é izquierdapor una doble línea de montañas, transparentesen medio de la bruma color deoro y violetas, como la amatista. Lentiscos,palmeras enanas, torrentes secos,cuyo pedregoso lecho se ve bordeadode adelfas: de tarde en tarde una ca-
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