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2S6TREINTA AÑOS DE PARÍSde un pintor amigo mío, á quien yo lohabía recomendado también, lo mismoque á Carlos Jourdan, que no tardó enabrir de par en par las puertas de su casahospitalaria, en Montriant, al pobredesterrado. La oficina le ocupaba pocotiempo, y le dejaba alguno para seguirinstruyéndose, observando un plan delecturas que yo le había puesto. Perohabíamos acudido demasiado tarde paraarrancarlo á su desgracia. Había sufridotanto y en tan temprana edad, quelas heridas de cu infancia se agrandabancuanto más hombre iba siendo. «Acabode estar muy malo, me decía Raúl enuna carta de 17 de Junio de 1870; perogracias á un enérgico tratamiento ya estoyde pie, aunque débil, muy débil, yadelantando muy poco á poco.»Durante los quince días de convalecenciaque acabo de pasar sin salir álacalle, mi imaginación ha dado muchospaseos con usted por el bosque, y hemoscharlado mucho. Mi cabeza estaba demasiadodébil para leer, y estaba yo soñando,solo y triste, cuando el bueno ygigantesco Carlos Jourdan vino á buscarmecon su borriquilla, y me ha traídoá una casa que me seria queridísimasino existiese Champrosay. En Montriantel aire es tan puro, las vistas tan hermosas,el silencio tan profundo, que mesiento renacer. Y Jourdan, ¡qué muchachotan lleno de corazón y de juventud!Su gabinete está adornado con una granbiblioteca, donde paso todo el día hojeandotomos, como me pasaba en la deusted. Además, me dicta sus artículospara El Siglo y para La Historia. Estamañana hemos reventado á las Diputacionesgenerales...» El tono de aquellacarta era bastante alegre, pero se ve enella un cansancio verdadero, y haciael final los rasgos de la letra disminuyen,la tinta cambia; evidentemente laha tenido que escribir en varias veces..Luego llegó la guerra y el sitio de París.No volví á oir hablar de él, y lo olvidé.¿Quién de nosotros ha pensado, duranteaquellos cinco meses, en nadie ni ennada que no fuera la patria?En cuanto se levantó el sitio, entre elinmenso montón de cartas que invadió