17.07.2015 Views

1020026230

1020026230

1020026230

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

30 TREINTA AÑOS DE PARÍSdiando.» Pablo d'Ivoy se había levantado:«Pero, caballero, ¿y nuestro contrato?»—«¿Nuestrocontrato? ¡Buena es ésa!Pleitée usted, que eso tendrá gracia;leeré sus artículos ante los Tribunales yveremos si hay contrato en el mundoque me obligue á meter en el periódicosemejantes tonterías.»Villemessant era hombre capaz dehacerlo lo mismo que lo decía, y Pablod'Ivoy no recurrió á los Tribunales.Pero no le hace: aquella manera de tirará los redactores por la ventana, como sifueran trastos viejos, me dió calofríospor la espalda. Hubiera querido vermeá cien pies debajo de tierra con mi pobremanuscrito, ridiculamente enrollado.Es una impresión que no he podidodesechar nunca. Después he visto conmucha frecuencia á Villemessant; siempreha estado muy amable y siempre heexperimentado, al verlo, la sensacióndesagradable de terror que debió experimentarel famoso Poucet al verse delantedel ogro.Añadamos, para ser justos, que mástarde, cuando murió ese mismo PabloVILLEMESSANT 31d'Ivoy, tan brutalmente despedido delFígaro, Villemessant, ogro con ribetesde San Vicente de Paul, fué quien seencargó de pagar los colegios de sushijos.«¿Es bueno? ¿es malo?» Difícil nos parececontestar estas preguntas, y la comediade Diderot parece escrita aludiendoá él. ¿Bueno? ¡Ciertamente lo es!También es malo, según los días y losmomentos; y un pintor podría, sin mentirni en una línea, ni en un tono, hacerdos retratos suyos; uno paternal, otrocruel; uno muy negro, otro color de rosa:los cuales no tendrían parecido ningunoentre sí, pareciéndose ambos, sinembargo, al modelo.Si se quisiera relatar anécdotas característicassobre ese singular dualismo,sería el cuento de nunca acabar y habríamuchísimo donde elegir.Antes de la guerra había yo hechoamistad con un buen señor, padre de familia,empleado en las oficinas del Correocentral que hay en la calle de JuanJacobo Rousseau. En los días de laCommune aquel hombre se quedó en

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!