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MADAME BOVARY-Gustave Flaubert

Madame Bovary (título completo en francés: Madame Bovary, Mœurs de province) es la novela del escritor francés Gustave Flaubert, publicada en 1856. El personaje vive más allá de sus posibilidades para escapar de las banalidades y el vacío de la vida provincial. Cuando la novela se realizó por primera vez en La Revue de Paris entre el 1 de octubre de 1856 y el 15 de diciembre de 1856, los fiscales atacaron la novela por obscenidad. El juicio resultante en enero de 1857 hizo la historia notoria. Después de la absolución de Flaubert el 7 de febrero de 1857, Madame Bovary se convirtió en un éxito de ventas en abril de 1857 cuando se publicó en dos volúmenes. Una obra seminal de realismo literario, la novela se considera ahora la obra maestra de Flaubert, y una de las obras literarias más influyentes de la historia. El crítico británico James Wood escribe: "Flaubert estableció, para bien o para mal, lo que la mayoría de los lectores consideran narración realista moderna, y su influencia es casi demasiado familiar para ser visible".

Madame Bovary (título completo en francés: Madame Bovary, Mœurs de province) es la novela del escritor francés Gustave Flaubert, publicada en 1856. El personaje vive más allá de sus posibilidades para escapar de las banalidades y el vacío de la vida provincial. Cuando la novela se realizó por primera vez en La Revue de Paris entre el 1 de octubre de 1856 y el 15 de diciembre de 1856, los fiscales atacaron la novela por obscenidad. El juicio resultante en enero de 1857 hizo la historia notoria. Después de la absolución de Flaubert el 7 de febrero de 1857, Madame Bovary se convirtió en un éxito de ventas en abril de 1857 cuando se publicó en dos volúmenes. Una obra seminal de realismo literario, la novela se considera ahora la obra maestra de Flaubert, y una de las obras literarias más influyentes de la historia. El crítico británico James Wood escribe: "Flaubert estableció, para bien o para mal, lo que la mayoría de los lectores consideran narración realista moderna, y su influencia es casi demasiado familiar para ser visible".

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casarla: le buscarían un buen chico que tuviese una situación sólida; la haría<br />

feliz; esto duraría siempre.<br />

Emma no dormía, parecía estar dormida; y mientras que él se amodorraba<br />

a su lado, ella se despertaba con otros sueños. Al galope de cuatro caballos, era<br />

transportada desde hacía ocho días hacia un país nuevo, de donde no volverían<br />

más. Caminaban, caminaban, con los brazos entrelazados, sin hablar. A<br />

menudo, desde lo alto de una montaña, divisaba de pronto una ciudad<br />

espléndida con cúpulas, puentes, barcos, bosques de limoneros y catedrales de<br />

mármol blanco, cuyos campanarios agudos albergaban nidos de cigüeñas.<br />

Caminaban al paso, a causa de las grandes losas, y había en el suelo ramos de<br />

flores que les ofrecían mujeres vestidas con corpiño rojo. El tañido de las<br />

campanas y los relinchos de los mulos se confundían con el murmullo de las<br />

guitarras y el ruido de las fuentes, cuyo vapor ascendente refrescaba pilas de<br />

frutas, dispuestas en pirámide al pie de las estatuas pálidas, que sonreían bajo<br />

los surtidores de agua. Y después, una tarde, llegaban a un pueblo de<br />

pescadores, donde se secaban al aire redes oscuras tendidas a lo largo del<br />

acantilado y de las chabolas. Allí es donde se quedarían a vivir; habitarían una<br />

casa baja, de tejado plano, a la sombra de una palmera, en el fondo de un golfo,<br />

a orilla del mar. Se pasearían en góndola, se columpiarían en hamaca; y su<br />

existencia sería fácil y holgada como sus vestidos de seda, toda cálida y<br />

estrellada como las noches suaves que contemplarían. En este tiempo, en la<br />

inmensidad de este porvenir que ella se hacía representar, nada de particular<br />

surgía; los días, todos magníficos, se parecían como olas; y aquello se<br />

columpiaba en el horizonte, infinito, armonioso, azulado a inundado de sol.<br />

Pero la niña empezaba a toser en la cuna, o bien Bovary roncaba más fuerte, y<br />

Emma no conciliaba el sueño hasta la madrugada, cuando el alba blanqueaba<br />

las baldosas y ya el pequeño Justino, en la plaza, abría los postigos de la<br />

farmacia.<br />

Emma había llamado al señor Lheureux y le había dicho:<br />

—Necesitaría un abrigo, un gran abrigo, de cuello largo, forrado.<br />

—¿Se va de viaje? —le preguntó él.<br />

—¡No!, pero… no importa, ¿cuento con usted, verdad?, ¡y rápidamente!<br />

El asintió.<br />

—Necesitaría, además —replicó ella—, un arca…, no demasiado pesada,<br />

cómoda.<br />

—Sí, sí, ya entiendo, de noventa y dos centímetros aproximadamente por<br />

cincuenta, como las hacen ahora.<br />

—Y un bolso de viaje.<br />

«Decididamente —pensó Lheureux—, aquí hay gato encerrado».<br />

—Y tenga esto —dijo la señora Bovary sacando su reloj del cinturón—,<br />

tome esto: se cobrará de ahí.<br />

Pero el comerciante exclamó que de ninguna manera; se conocían; ¿acaso<br />

podía dudar de ella? ¡Qué chiquillada! Ella insistió para que al menos se<br />

quedase con la cadena, y ya Lheureux la había metido en su bolsillo y se<br />

marchaba, cuando Emma volvió a llamarle.

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