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Las reuniones de la calle OClaya y ?vlaple
que menos sentido común tenían. No sabían mantenerse en
silencio ante el Señor. Les gustaba escuchar su propia voz.
Pero más de un predicador murió durante esas reuniones.
La ciudad estaba llena de ellos. como en la actualidad. Hacían
ruido, como cáscaras vacías. Teníamos un "campo de
huesos secos". Siempre reconocimos a Azusa como nuestra
iglesia madre, y nunca hubo fricción o celos entre nosotros.
Nos yisitábamos mutuamente. El hermano Seymour solía
yenir a nuestras reuniones.
En esa época escribí en "El Cosechador Cristiano": "Las
reuniones de la Octaya y Maple son marayillosas. Ayer pasamos
e! tiempo más maravilloso que yo haya experimentado
jamás. El poder de Dios barrió e! lugar durante todo e!
día. La iglesia estaba llena de gente. Una terrible convicción
de pecado se apoderó de la gente. El Espíritu se hizo cargo
de las reuniones, desde e! principio hasta el final. No hubo
programa, apenas la oportunidad para dar algunos anuncios
necesarios. Ni siquiera intentamos predicar. El Espíritu nos
dio algunos mensajes. Todos estábamos en libertad de obedecer
a Dios. El altar estuvo lleno de almas todo e! día. Casi
no hubo interrupción en el culto de evangelización. Las
almas yenían y se acercaban, mientras la reunión ardía.
Hombres y mujeres yacían alrededor de! altar, tendidos bajo
el poder de Dios, todo el día. La esposa de un pastor metodista
libre experimentó un poderoso 'bautismo', hablando
algo así como en chino. Todos los que recibieron e! 'bautismo'
hablaron en 'lenguas'. Había al menos seis pastores de
la Santidad, que habían sido honrados y eran confiables por
sus servicios durante años, algunos de ellos con cabellos
grises, buscando con gran denuedo el 'bautismo'. Simplemente
leyantan las manos a Dios al ver esta revelación de!
Señor, y dejan de 'esperar' su 'Pentecostés'. El presidente de
la Iglesia de la Santidad del Sur de California, el hermano
Roberts, un alma preciosa, fue uno de los primeros en
adquiérelo en tu librería
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