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Las reuniones de la calle Octava y Maple
pequeños. Había sido una "ilusión óptica" divinamente producida
por el Espíritu Santo. Pero Él nos satisfizo. La dueña
vivía al otro lado de la casa y era muy malvada. Un pasillo
nos dividía. Teníamos un medidor de gas compartido, y
siempre había problemas en cuanto a quién debía colocar la
moneda cada vez. Pero el Señor conservó nuestro buen ánimo.
La dueña bebía y maldecía mucho. También sospechábamos
que tenía una conducta inmoral. Era viuda y tenía familia.
Muchos hombres la visitaban. Era necesaria mucha
gracia para permanecer allí. Pero era lo que Dios quería para
nosotros en ese momento.
El dueño del templo, que era judío, nos aumentó la renta.
Evidentemente pensaba que éramos demasiado prósperos.
Para esta época yo estaba tan cansado, por las muchas
oraciones y las constantes reuniones, que le entregué el pastorada
al hermano Pendleton por completo. Él había sido
pastor antes. Comencé a quedarme en casa para descansar y
recuperarme. Había escrito mucho, había asistido continuamente
a reuniones, además de pasar por la terrible tensión
de la oración antes y después del derramamiento, y estaba
completamente exhausto. En este momento el solo pensar
en escribir una postal me agotaba. Decidí entregarme a la
oración, el estudio de la Palabra y la obra evangelística, según
me guiara el Señor. Había estado atado a las reuniones
de la Octava y Maple día y noche. Puedo comprender el
agotamiento nervioso de Evan Roberts, luego del avivamiento
en Gales. Las reuniones en la Octava y Maple continuaron
durante años, después de esto, como una obra misionera
independiente. Nunca le dimos un nombre. Dios la
usó maraYillosamente. El DI. Yoakum dirigió las reuniones
durante mucho tiempo allí, conjuntamente con el pastor
Pendleton. Cientos de almas fueron salvas y bendecidas allí.
Finalmente, el hermano Pendleton falleció, el terreno se
vendió y el edificio fue echado abajo. Solo el cielo revelará
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