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Azuza Street

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Azusa Street

día hablar por medio de quien Él quisiera. Había derramado

su Espíritu "sobre toda carne". aun sobre sus sieryos y

siervas (Hechos 2). Solo honrábamos a los hombres por los

"dones" y ministerios que Dios les había dado. A medida

que el moYimiento caía en la apostasía, comenzaron a construirse

plataformas más altas, a yestir sacos más largos, se

organizaron coros, y comenzaron a formarse bandas de

cuerdas para darle "ritmo" a la gente. Los reyes volYieron

nuevamente a sus tronos, restaurada su soberanía. Ya no

éramos "hermanos". Entonces se multiplicaron las diYisiones,

etc. Mientras el hermano Seymour mantuvo su cabeza

dentro de la caja yacía en Azusa, todo anduyo bien. Pero finalmente

le construyeron un trono a él también. ,-\hora tenemos,

no una jerarquía, sino muchas. (La obra misionera

de Azusa está desierta, y el hermano Seymour, en el cielo, al

tiempo de escribir estas líneas). Bien podríamos recordar el

inmortal poema de Kipling: "El tumulto y el grito mueren;

los capitanes y los reyes parten: pero aún permanece tu antiguo

sacrificio, un corazón humilde y contrito". Dios no

permitirá que adoremos a hombres o a lugares.

Escribí para otro periódico religioso, en 1906: "'vlaldecidos

por la incredulidad, luchamos por subir, con las mayores

dificultades, por la restauración de esa gloriosa luz y ese

glorioso poder, que alguna yez fueran tan abundantemente

derramados sobre la Iglesia, pero hace tiempo han sido perdidos.

Nuestros ojos han estado tanto tiempo cegados por la

oscuridad de la incredulidad a la cual fuimos arrastrados

por la caída de la Iglesia, que luchamos contra la luz, porque

nuestros ojos son débiles. Tanto hemos caído como

Iglesia que cuando Lutero quiso restaurar la yerdad de la

'justificación por fe', fue condenado y resistido por la Iglesia

de su época como la más grande herejía, y los hombres

pagaron por ello con sus yidas. Y algo muy similar sucedió

en la época de Wesley. Pero aquí tenemos la restauración de

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