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Cae el fuego en la obra misÍonera de Azusa
arca no era arrastrada por bueyes, animales sin entendimiento.
Los sacerdotes estaban "vivos para Dios", en mucha
preparación y oración. El discernimiento no era perfecto, y
el enemigo logró algunas ventajas que trajeron reproche a la
obra, pero pronto los santos aprendieron a "separar lo santo
de lo \'ir-. Todas las fuerzas combinadas de! mal estaban
decididamente en nuestra contra desde e! comienzo. No todo
era bendición. En realidad, la lucha era terrible. El diablo
rebuscaba en la Tierra por ver si hallaba espíritus retorcidos,
para destruir la obra, si fuera posible, como siempre.
Pero el fuego ya no podía ser controlado. Fuertes santos estaban
reunidos para recibir la ayuda del Señor. Gradualmente,
la marea se alzó en victoria. Pero solo a partir de un comienzo
muy pequeño, una llama diminuta.
En mi primera reunión en Azusa prediqué un mensaje. Dos
hermanos hablaron en "lenguas". Aparentemente la palabra
contaba con una gran bendición. Pronto se corrió la voz en
todos lados de que Dios obraba en Azusa. Multitudes de personas
de todas las clases comenzaron a concurrir a las reuniones.
Muchos eran solo curiosos, incrédulos, pero otros tenían
hambre de Dios. Los periódicos comenzaron a ridiculizar las
reuniones en sus artículos, con lo cual nos daban mucha propaganda
gratuita. Esto atrajo multitudes. El diablo nuevamente
se excedió. La persecución de afuera nunca hizo daño
a la obra. Lo que más debíamos temer era los espíritus malignos
de adentro. Aun los espiritistas y los hipnotizadores venían
a investigar, y trataban de probar su influencia. Luego vinieron
todos los enfermos y dementes religiosos, buscando
un lugar en la obra. Teníamos mucho para temer de estos. Pero
este es un peligro que acecha a toda nueva obra. Ellos no
tienen lugar en otra parte. Esta situación produjo un temor
muy difícil de sobrellevar para muchos, y fue un gran obstáculo
para el Espíritu. Muchos temían buscar a Dios, por miedo
a que los atrapara el diablo.
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