Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
E 1 m i TI i s ter i o del h e r m a n o D u r h J m e n L () s ;\ n gel e s
su \ida. Muchas yeces el diablo ha yenido a mí y me ha ofrecido
hacer un trato. Me ha prometido que si no lo presiono
tanto, me dejará YiYir más tranquilo. Pero Dios no permita que
alguna yez haga un trato con el maligno.
El año 1911 fue marayilloso en Los Ángeles. La batalla era
claramente entre las obras y la fe, entre la ley y la gracia.
Gran parte del poder y la gloria de la obra misionera de
Azusa en los Yiejos tiempos volyió a nosotros. Yo tenía gran
libertad y gozo en la iglesia del hermano Durham, especialmente
al principio. Dios me había preparado de antemano
para el mensaje. Yo había sido lleyado totalmente al fin de
la autodependencia. Las obras ya no tenían lugar en mí como
procuradoras de salvación. "Porque somos obra suya,
creados en Cristo]esüs para buenas obras" (Efesios 2:10). Somos
llamados nuevamente a la humildad, para que el poder
de Dios pueda descansar en nosotros.
Tan decidido estaba yo a no arriesgarme a sobrevivir por
mis propios esfuerzos, que en este momento quemé no menos
de 500 cartas personales que había recibido en los comienzos
de la obra de Azusa, escritas por líderes de iglesias,
predicadores y maestros, de todo el mundo, inquiriendo ansiosamente
sobre el avivamiento que en ese momento se
producía entre nosotros. Algunas de estas personas estaban
en puestos oficiales muy elevados. Tenían mis informes sobre
el avivamiento en los distintos periódicos. Pero temía
que estas cartas pudieran llegar a ser una tentación para mí,
de creer que había sido una persona de cierta importancia.
Casi todas esas personas me rogaban con gran interés que
orara por ellas. Algunas yeces casi desearía haber conservado
esas cartas. Hubieran sido de gran interés ahora, como
evidencias históricas de lo ampliamente que se había extendido
la influencia de este avivamiento. Sin duda el Señor
podría haberme mantenido en humildad sin este sacrificio,
pero decidí no correr riesgos. Tan profunda y genuina era la
adquiérelo en tu librería
--221