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De CalUornia a M¡3,ine
artículos para este periódico. Los cultos fueron muy bendecidos
y tuve la oportunidad de visitar al hermano Pike, a
quien nunca había visto personalmente antes. Escribí dos artículos
mientras estaba allí. Una hermana de la ciudad de
Nueva York me envió diez dólares. El hermano Pike me dio
quince, y otra persona aportó tres dólares. De esta forma el
Señor proveyó para mis gastos una vez más. Fui a Dunn, Carolina
del Norte, donde vivía la familia del hermano Cashwell,
y prediqué cinco veces en la pequeña iglesia pentecostal
de ese lugar. El hermano Cashwell había sido "bautiz¡¡do"
antes, en Azusa, y había extendido el fuego en el sur. En este
momento se encontraba fuera de la ciudad. Luego de mi
visita el hermano Pike escribió en el "Camino de Fe": "El
hermano Bartleman apareció inesperadamente entre nosotros
la semana pasada. Su presencia fue una bendición para
nosotros y para nuestro hogar. Sus cultos fueron de bendición
para aquellos cuyos corazones anhelan las bendiciones
pentecostales. Ninguno que lo haya tratado puede dudar de
su absoluta entrega a Dios, y de la plenitud del Espíritu que
hay en él. Vive, se mueve y tiene su ser entero en la voluntad
de Dios. Lo recomendamos a todos aquellos que buscan
lo mejor y lo más elevado de Dios". Hemos dudado de reproducir
en la imprenta tal excelente recomendación, sabiendo
que no somos dignos, aunque lo hacemos de forma de tenerlo
continuamente por delante como meta a la que continuamente
debemos esforzarnos por llegar.
El Señor estuvo con nosotros en una forma maravillosa
esos días. Prediqué seis veces en Washington DC, y visité otra
vez a mí família en Michener, Pensilvania. En la obra misíonera
de la calle Cuarenta y Dos, en la ciudad de Nueva York
("Salón de las Buenas Noticias"), tuvimos reuniones de gran
poder. Mi cerebro estaba agotado por el continuo y duro trabajo
en California, pero esta molestia comenzó a desaparecer
aquí. Lo que yo necesitaba era un cambio; después de todo,
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