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E 1 P a s t o r S In a 1e re t o r n a del a \" i \' a In i e n t o en G a 1e s
Aproximadamente en esos días tuve un terrible ataque de
neuralgia en el estómago. Sentí que moría. Ayuné y oré un
día entero. y el Señor me libró. Parecía que el diablo quería
matarme. Escribí otro tratado, llamado "Que todos sean
uno". Esto movilizó ferozmente al diablo sectario. Pero era
la oración de Jesús en Juan 17: "Para que el mundo crea".
Un amigo pagó nuestros gastos en una reunión de campamento
de la Santidad en el Arroyo durante unos días, así
que fuimos allí con nuestra carpa. Estábamos en verano.
Disfrutamos del cambio y de estar al aire libre. Pasé la mayor
parte del tiempo con el rostro entre los arbustos, orando.
En las noches de luna derramaba mi alma ante el Señor,
y Él se encontraba conmigo allí. Había mucha charla hueca
en el campamento. La mayoría buscaba egoístamente bendiciones
para sí. Iban corriendo a las reuniones para absorber
más bendición, como esponjas. Necesitaban crecer... como
muchos pentecostales en la actualidad.
La renta de nuestra casa estaba vencida una vez más. El
diablo luchaba con todas sus fuerzas. Pero Dios vino a rescatarnos.
La pequeña Ruth enfermó seriamente en el campamento.
Hacía mucho calor. Oramos toda una noche por
ella, y el Señor la tocó. Me encontré clamando con el alma
al Señor, mucho más allá de las aspiraciones que aparentemente
tenía la mayor parte de la gente de la Santidad. Yo
quería ir más profundo, más allá del mero ámbito emocional,
llegar a algo más sustancial y duradero, que fuera como
una roca en mi corazón. Estaba cansado de tanta espuma
que pronto se desvanecía, tantas palabras religiosas altisonantes.
Y el Señor no dejó que me sintiera decepcionado por
mucho tiempo.
El comité organizador del campamento ahora estaba en mi
contra por los tratados que yo distribuía. Pensaban que yo
estaba atacando al movimiento de la Santidad. Pero yo solo
estaba exhortándolos a buscar más la profundidad de Dios.
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