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Azuza Street

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e n a \' i s ita a H a w a i i E 1 vol e á n K i 1a u e a

familia. El Señor los había mantenido sanos y salvos en mi

ausencia. Prediqué en la Capilla Beulah, en el Hogar de la

hermana Montgomery, algunas veces, y luego viajé a Ukiah,

Santa Rosa y Healdsburg, donde realicé varias reuniones.

Dios estaba conmigo con poder. Prediqué también cinco veces

en Oakland, en la carpa de Barney Moare. Mi siguiente

viaje fue a Woodland. Aquí prediqué el mensaje en medio

de grandes aflicciones y padecimientos. Los santos estaban

en una situación de particular necesidad. La noche en que

llegué allí sufrí un terrible ataque de apendicitis. Parecía

que iba a morir. El dolor era terrible. Clamé al Señor en mi

desesperación y Él me libró. Pero continué sufriendo de

neuralgias estomacales y cólicos. Apenas podía comer, y no

dormía por las noches. No podía sentarme, ni acostarme, ni

caminar, sin sufrir terribles dolores. Pero a pesar de todo

prediqué y estuve allí varios días. Mi visita liberó a la obra

de muchas extravagancias que habían matado al Espíritu,

pero casi me mató a mí también.

Tuve un ministerio muy bendecido en Stockton, prediqué

varias veces más en Beulah y en Oakland, y luego llevé a mi

familia a Santa Cruz. Aquí ellos se quedaron visitando algunos

amigos mientras yo iba a San José, donde prediqué seis

veces en la iglesia pentecostal. El Señor me ayudó mucho.

Los hermanos estaban muy divididos. Pasé tres días enteros

orando en la iglesia. Mi mensaje fue un ruego por amor y

unidad.

Luego volvimos a Los Ángeles, y nos ubicamos en la calle

South Gless 163. Nos habíamos enterado par medio de

un hermano que la hermana Throop tenía cuartos prontos a

desocuparse. La llamé par teléfono desde la estación y me

enteré de que acababa de desocuparlos, y que estaban en alquiler.

El Señor había manejado los tiempos de nuestra llegada

con exactitud. Dios nos había mostrado que debíamos

volver, pero no sabíamos dónde iríamos a vivir.

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