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Azuza Street

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Introducción

Por la unidad de los creyentes hoy, por "un cuerpo",

para que la oración de jesús: "que todos sean

uno, para que el mundo crea", sea respondida...

Pertenecemos al uno y único cuerpo de Cristo,

tanto en el cielo como en la Tierra.

"Pertenecemos al uno y único cuerpo de Cristo" es una

frase que bien podría aplicarse al conjunto de creyentes que

se reunían en la obra misionera de la calle Azusa en abril de

1906. Nunca pertenecieron a un grupo denominacional organizado.

Ninguna de las grandes denominaciones pentecostales

de la actualidad, como las Asambleas de Dios o la

Iglesia de Dios en Cristo, puede afirmar que esa obra misionera

es de su exclusiva pertenencia. Ella pertenece a la totalidad

del cuerpo de Cristo. Seymour no puede ser reclamado

por los negros, ni por los pentecostales solamente; él le

pertenece al cuerpo entero de Cristo: de todas las naciones,

todas las razas, todos los pueblos. Y el bautismo en el Espíritu

Santo, con sus dones y gracias correspondientes, no

pertenece solo a los pentecostales, sino al cuerpo todo de

Cristo; es "para cuantos el Seilor nuestro Dios llamare" (Hechos

2:39).

Este libro ha sido reimpreso en honor de j ohnny Bartleman,

hijo del autor, quien nació en Los Ángeles en 1906,

durante el clímax del avivamiento de la obra misionera en

la calle Azusa.

En momento de escribirse estas palabras (julio de 1980),

johnny continúa con el ministerio de su padre a las personas

marginadas por la sociedad, por medio de su labor en la

Misión de Fe Cristiana de la calle Echo, en Los Ángeles.

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