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Azusa Street
servicio. Era un maravilloso hombre de oración. Dios nos
enseñó lo que es no conocer a nadie "según la carne". Él nos
llevó a una relación tan elevada que nuestra comunión era
únicamente en el Espíritu. Más allá de eso estábamos muertos
el uno para el otro.
Le escribí por tercera vez a Evan Roberts para pedirle que
siguieran orando por nosotros desde Gales. En esos días.
después de predicar, generalmente yo llamaba a los santos a
ponerse de rodillas y orar durante horas antes de levantarse.
El Señor me movió a escribirles a varios líderes en todo
el país, para que oraran por el avivamiento. El espíritu de
oración crecía continuamente. La Iglesia del ;\uevo Testamento
parecía estar perdiendo el espíritu de oración a medida
que su organización crecía. Ahora trataban de hacer recaer
este ministerio sobre unos pocos de nosotros. Yo sabía
que Dios no se agradaba de esto, y se convirtió en una gran
carga para mí. Ellos habían comenzado a tener muchos intereses
secundarios. Yo había tenido grandes esperanzas para
este grupo de hermanos. Pero aparentemente el enemigo
los desviaba, llevándolos a que, al menos, perdieran lo mejor
que Dios tenía para ellos.
Ahora trataban de organizar la oración, algo imposible de
hacer. La oración es espontánea. Sentí que sería mejor no haberse
organizado que perder este ministerio de oración y el
espíritu de avivamiento como cuerpo. Era para esto que ellos
habían sido llamados desde un principio. Luego se habían
vuelto ambiciosos como iglesia y por su organización. Les parecía
difícil no ser "como las otras naciones (iglesias) de alrededor".
Y por eso, naturalmente, comenzaron a caer. A medida
que aumentaba el trabajo en la iglesia, fueron perdiendo
de vista el verdadero núcleo del asunto. Y las iglesias pentecostales,
aparentemente, están enfrentando ese mismo peligro
en la actualidad. La organización humana y la programación
humana dejan muy poco espacio para que el Espíritu de
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