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ESTADO AMBIENTAL DE BOLIVIA

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manejo forestal en comunidades tiene mayores perspectivas de emerger como<br />

una solución de gestión forestal local antes que el manejo forestal en propiedades<br />

privadas individuales. Aunque es posible que los mercados emergentes<br />

para carbono puedan alterar los cálculos de los productores sobre los costos de<br />

oportunidad de uso del suelo, tendiendo a favorecer prácticas de conservación<br />

forestal, todavía está pendiente la cuestión de equidad en el acceso de los actores<br />

rurales a esos mercados.<br />

No es posible suponer que va a existir un tránsito hacia el manejo forestal incluyente<br />

si es que no se cuenta con políticas sectoriales activas para favorecer esa transición<br />

- como la provisión de servicios técnicos y de extensión forestal -, dinamizando<br />

las propias capacidades locales, en favor de las iniciativas de las comunidades<br />

indígenas, campesinas y de extractivistas, para hacer manejo de bosques para<br />

la producción y/o conservación. Además, es necesario alentar la modernización<br />

de las micro, pequeñas y medianas unidades económicas de producción y transformación<br />

forestal. Ello se conseguirá con políticas, por fuera del sector forestal,<br />

que logren hacer más oportuno su acceso a capital financiero y la promoción de<br />

innovaciones tecnológicas. También es fundamental propiciar la integración horizontal<br />

de estos productores en el mercado para desarrollar de manera más vigorosa<br />

las economías forestales locales. El Estado, hasta ahora, ha dejado al sector<br />

privado avanzar solo en la consecución de esos objetivos, lo que no ha llevado<br />

a resultados significativos. No obstante, la institucionalidad pública está bastante<br />

debilitada para pensar en un papel más activo del Estado en el desarrollo, siendo<br />

preciso reforzar las capacidades técnicas y de implementación de las agencias<br />

públicas.<br />

Aunque la descentralización forestal abrió las puertas para promover mayores intervenciones<br />

de los gobiernos locales, en mayor grado en la fiscalización forestal<br />

y, en menor medida, en la promoción del manejo forestal, ese proceso no ha<br />

dejado saldos muy alentadores, porque ni las prefecturas, ni los municipios han<br />

invertido recursos significativos en los bosques, ni siquiera en acciones básicas de<br />

fiscalización y monitoreo. Además el esquema de descentralización forestal empleado<br />

ha marginado de las decisiones a las organizaciones locales, indígenas<br />

y campesinas. La emergencia del debate de las autonomías departamentales<br />

debería ayudar a revitalizar la discusión sobre la necesidad de una descentralización<br />

forestal efectiva, donde se complementen las capacidades locales en las<br />

acciones de fiscalización, monitoreo y promoción del desarrollo forestal con las<br />

acciones e intervenciones de los distintos niveles de gobierno. Continúa abierto el<br />

debate sobre qué funciones deberían corresponder a cada nivel. En esta línea,<br />

es de fundamental importancia que se transforme el actual sistema de comando<br />

y control, en el que el Estado asume simples roles de fiscalización, por otro donde<br />

sea más activo en la promoción del manejo forestal, y que otorgue mayores capacidades<br />

de decisión sobre el manejo forestal a los propios actores locales.<br />

Finalmente, la irrupción de lo indígena plantea dos desafíos adicionales a la gestión<br />

forestal. El primero es la necesidad de incorporar las visiones y prácticas de<br />

manejo de los recursos forestales de los pueblos indígenas dentro de los sistemas<br />

formales de manejo forestal, lo que podría derivar en modelos más diversos de<br />

manejo de bosques, y el segundo es construir mejores sistemas de gobierno local<br />

de sus territorios, y por lo tanto de los recursos forestales, sobre la base de las instituciones<br />

ya existentes. No hace mucho sentido intentar imponer modelos homogéneos<br />

de manejo, los que posiblemente no van a funcionar, o intentar suplantar sus<br />

instituciones por sistemas diferentes de gobierno de los bosques. Ésta no es tarea<br />

fácil porque, en muchos casos, estas poblaciones se enfrentan al debilitamiento<br />

progresivo de sus instituciones, y han apropiado prácticas más intensivas de manejo<br />

de bosques vinculadas a los mercados. El desafío es mejorar sus capacidades<br />

de negociación en los mercados y en la construcción de procesos de gestión<br />

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