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ESTADO AMBIENTAL DE BOLIVIA

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contrario los fuegos de suelo o rastreros, son de menor intensidad y arden lentamente,<br />

siendo más fáciles de controlar. En general los incendios devastadores sólo<br />

se propagan si existe mucho material inflamable acumulado. Precisamente, una<br />

práctica de manejo forestal implica el manejo de fuegos controlados de suelo<br />

con el fin de eliminar periódicamente el material inflamable acumulado y evitar<br />

que se generen incendios grandes que puedan derivarse en fuegos de corona.<br />

Cuando se trata de bosques, las zonas quemadas y devastadas por fuegos intensos,<br />

tardan varios años en regenerarse. Normalmente las fases juveniles de regeneración<br />

del bosque y los bancos de semillas de los suelos han sido eliminadas. Si la<br />

intensidad del incendio es extrema, los bosques pueden ser totalmente destruidos,<br />

en cuyo caso se deben producir procesos de recolonización de especies de plantas,<br />

desde zonas vecinas no afectadas, para que se produzca la regeneración<br />

natural. Por lo general los bosques y otros ecosistemas sujetos a fuegos regulares,<br />

están compuestos por especies con elevada resistencia y adaptaciones al fuego<br />

(p.ej. cortezas y ritidomas gruesos y yemas protegidas).<br />

En casos de quemas severas se evidencia un elevado grado de carbonización en<br />

troncos y ramas (20-40%) y daños de carbonización parcial de cortezas y ritidomas<br />

(40-80%). Normalmente se observa la pérdida casi total del follaje y yemas (70-90<br />

%), y hasta un 30% de ramas altas muertas así como una alta mortalidad de epífitas.<br />

En estos casos hay una alta probabilidad de mortalidad o daño fisiológico<br />

muy severo, con la muerte posterior de muchos individuos.<br />

A diferencia de los bosques, las quemas en pastizales son rápidas, es decir menos<br />

prolongadas y se generan temperaturas de quema mucho más bajas; ambas situaciones<br />

en función a la menor cantidad de biomasa y materia seca involucrada.<br />

Los ecosistemas con una estacionalidad marcada de hasta 6 o 7 meses secos,<br />

son más vulnerables a incendios. En esta categoría se ubican los diversos tipos de<br />

bosques secos deciduos de valles mesotérmicos y sus transiciones a formaciones<br />

más húmedas. Existen regiones de elevada incidencia, en las cuales las quemas<br />

son crónicas, como el Chaco, particularmente el Chaco serrano; la Chiquitanía,<br />

con la región de sabanas del cerrado y la región Guarayos en Santa Cruz; los<br />

valles secos y las transiciones al bosque tucumano-boliviano en el Sur del país;<br />

también las sabanas del Beni se tornan en ecosistemas de alta vulnerabilidad a<br />

los fuegos en la época seca. Inclusive los bosques húmedos de Yungas, que tienen<br />

una estación seca entre julio y septiembre, soportan considerables quemas en<br />

ciertos años. Las áreas protegidas que comprenden este tipo de ecosistemas son<br />

asimismo vulnerables.<br />

Impactos y efectos<br />

Los efectos de los fuegos no controlados son diversos, el más inmediato es la destrucción<br />

de la biodiversidad, afectando severamente a la fauna y flora, y ocasionando<br />

la pérdida o degradación de sus hábitats. No solamente se dan fuegos<br />

intencionales en el trópico, también se usa en zonas montañosas altas, donde se<br />

practica la quema de pastos para obtener alimento verde para el ganado. Según<br />

el SERNAP, se identificaron en 2007 más de 600 focos de calor dentro de las áreas<br />

protegidas de importancia nacional. En Aguaragüe hubieron 33, en Amboró 15,<br />

en Apolobamba 3, en el Parque Nacional Carrasco 33, en la Estación Biológica<br />

del Beni 2, en Iñiao se reportaron 39, en Kaa-Iya 2, en Madidi 4, en Manuripi 49, en<br />

el Noel Kempff Mercado 79, en Otuquis 14, en Pilón Lajas 3, en San Matías un increíble<br />

número de 259, en Isiboro Securé 65, 8 en Tariquía y uno en el Parque Tunari.<br />

En algunos casos los fuegos incontrolados afectan ecosistemas únicos y relictuales<br />

como los queñuales (Polylepis spp.) en zonas altas o palmares de janchicoco<br />

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