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Introducción general a las obras completas de Andrés Bello

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Poesías<br />

El pedagogo nunca duerme. La poesía es camino <strong>de</strong> perfección que ofrece a sus discípulos. En<br />

su ejercicio <strong>de</strong>pura su alma sensitiva, templa el metal <strong>de</strong> sus penas, bien cuando recuerda la Patria<br />

distante, bien cuando evoca la hija <strong>de</strong>saparecida, especie <strong>de</strong> luminosa estela para su alma abatida, en<br />

medio al césped lento <strong>de</strong> la muerte.<br />

El viejo escolar, en la serenidad recoleta <strong>de</strong> su cuarto <strong>de</strong> estudio, cuando <strong>de</strong>jaba los <strong>de</strong>nsos libros<br />

<strong>de</strong> investigación filológica o <strong>de</strong> cualesquiera otras disciplinas, se entregaba a la dulce tarea <strong>de</strong> rimar;<br />

pero no como pasatiempo ni <strong>de</strong>scanso. Nunca lo conoció la agilidad <strong>de</strong> su pensamiento. Su poesía<br />

revela trabajo. Un trabajo minucioso <strong>de</strong> orfebre. De allí que sus poemas parecen hechos <strong>de</strong> fragmentos.<br />

Algunos podrían aislarse en magníficos epigramas por la perfección <strong>de</strong> la forma y la riqueza <strong>de</strong>l<br />

contenido.<br />

La unidad poemática <strong>de</strong> sus largas composiciones revela honda meditación; y el equilibrio, esto es,<br />

la paciente realización sin que nada falte ni nada sobre, es el fruto <strong>de</strong> vigilada experiencia.<br />

Es indispensable establecer, llegados a este punto, la diferencia que existe entre ensayo, <strong>de</strong> que hemos<br />

venido hablando, e improvisación. Nada hay tan distante <strong>de</strong> <strong>Bello</strong> como la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> improvisación. En<br />

él nada es improvisado. Todo nace <strong>de</strong> una profunda elaboración mental, <strong>de</strong> un largo proceso espiritual.<br />

El mundo <strong>de</strong> <strong>Bello</strong>, en el que se mueve ampliamente, es una concepción intelectual. La realidad<br />

truécase en fantasía. Las cosas que lo ro<strong>de</strong>an están investidas <strong>de</strong> una noble calidad <strong>de</strong> pensamiento.<br />

Esto explica que pueda, en forma original, hacer propios ajenos pensamientos y trasladar a escenarios<br />

americanos episodios que se realizaron en campos completamente exóticos.<br />

En verdad, lo exótico no existe para él. Los poemas románticos <strong>de</strong> Byron y <strong>de</strong> Hugo, situados por<br />

el amor a lo pintoresco <strong>de</strong> aquellos ingenios, bajo la luz <strong>de</strong> cielos orientales, con el influjo <strong>de</strong> su<br />

palabra creadora adquieren como una nueva emotividad y gracia. Un proceso <strong>de</strong> elaboración mental<br />

se ha efectuado lentamente: no traduce, crea. Con pensamientos adquiridos en ricos graneros hace<br />

obra propia. Por ello en su poesía se confun<strong>de</strong> lo original y lo adquirido. Por ello sus creaciones sin<br />

per<strong>de</strong>r la frescura <strong>de</strong> la inspiración ingénita, recuerdan los mejores tiempos <strong>de</strong> la lírica española.<br />

Clásico en segunda potencia que es cosa completamente diferente que pseudo clásico. El clásico en<br />

segunda potencia, cuyo arquetipo es Goethe -que tampoco <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser romántico- es un temperamento<br />

vital, revolucionario si se quiere, que vive <strong>de</strong> los clásicos, que no prescin<strong>de</strong> <strong>de</strong> la cultura sino que se<br />

ampara en ella para reaccionar contra formas preteridas. En este mismo rango, entre los escritores<br />

<strong>de</strong>l siglo XVII español, siglo normativo, podríamos con todo acierto colocar a Don Francisco <strong>de</strong><br />

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