Introducción general a las obras completas de Andrés Bello

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que es cosa hecha, peso sobre peso». «¿Qué cosa?» «Los dos mil». «No necesito. En otra muy distinta me intereso. No quiero que prometas, ni que entregues, ni que fíes; se trata de que niegues». «¿Que niegue? Es imposible, amigo es tarde». «¡Misericordia!» «Fray Facundo vino (eran como las cuatro de la tarde) con un recado muy atento y fino de tu querida esposa, que Dios guarde...» «No pases adelante; lo adivino». «Como me aseguraba tu anüencia, expresada, me dijo, en su presencia...» «Sí, la expresé, con una soga al cuello». «Y como entiendo que la niña anhela meterse monja, y empeñada en ello parece estar tu santa parentela...» «Basta, no digas más. Echado el sello a mi desgracia está. ¡Pobre Isabela! Todo al revés, Heredia, me sucede. Parece que el demonio lo hace adrede». «No tal; esos petardos te granjea el hacer, como haces, a dos caras. Si no quieres que ciña la correa tu hija Isabel, ¿por qué no lo declaras? Y si la pobre chica titubea, o lo repugna, y tú la desamparas que protegerla debes, cruel, impía, abominable esa omisión sería. «Y más diré. Si yo su padre fuera, y en esa tierna edad la viera ansiosa de vestir el sayal, lo resistiera con todo mi poder; que no, no es cosa Poesías 842
en que se deba estar a la ligera decisión de alma incauta, veleidosa, dócil a toda voz, a todo imperio, el consignar la vida a un monasterio. «La que renuncia al mundo en esa verde edad primera, ¿podrá ser que estime lo que la aguarda, o sepa lo que pierde? Y cuando, vuelta en sí, ve que la oprime cadena eterna, y despechada muerde el duro hierro, ¿a quién acusa, dime? Al que su juicio leve, antojadizo, debió haber alumbrado, y no lo hizo. «En dar consejos donde no hay deseo de recibirlos, siempre hallé reparo. Mi genio lo repugna. Mas te veo en aflicción, y debo hablarte claro. Tu flojedad es un delito feo. La autoridad paterna es el amparo natural de Isabel. Defiende, guarda su inocente candor. ¿Qué te acobarda?» «¿Y entregado el dinero fue?» «Lo mismo, porque lo tengo prometido y pronto». «¿A quién se puso, Heredia, un sinapismo como el de esta mujer? ¿Qué pobre tonto sufrió jamás tan fiero despotismo? Pero verán, si en cólera me monto, de lo que soy capaz. Volverá al techo paterno mi hija... volverá a mi pecho... «Volverás, volverás, yo te lo fío... Harto tiempo tratada como ajena fuiste ya, mi Isabel, regalo mío, víctima de...» Diciendo así, refrena la voz un repentino escalofrío; Poesías 843
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Biblioteca Virtual Miguel de Cervan
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Prólogo de Fernando Paz Castillo P
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Poesías cumplimiento de Ley de 5 d
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Poesías se encuentra el Ministerio
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Introducción general a las obras c
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Poesías abierto a sus investigacio
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*** Poesías No es raro que ya en v
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Poesías Al invocar los nombres de
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Poesías de hacer de la colección,
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Poesías invalorable servicio que e
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Poesías Finalmente, fue en Santiag
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Poesías nos obligaba con el compro
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Poesías A la dificultad del manusc
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Poesías Se han encomendado a espec
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Poesías defendido el ideal de unid
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Poesías Gran interés se ha puesto
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Prólogo Introducción a la poesía
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Poesías El fondo clásico de Bello
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Poesías Pero el viaje de Humboldt
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Poesías Goethe, como todo gran art
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Poesías lírica a la objetiva, enc
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con lastimero llanto; Pero, tú, de
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Poesías Se ha dicho que Bello encu
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Poesías la de Menéndez y Pelayo.
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Poesías En Bello -poeta de su tiem
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Poesías absolutamente a la manera
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Poesías romanticismo; y el sabio B
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Poesías Platón hace decir a Sócr
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Poesías El pedagogo nunca duerme.
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Poesías desdeñadas y con su crít
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Poesías nada, de la ignorancia?...
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Poesías Poesía y lenguaje. Así p
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Poesías En aquel momento, cumbre d
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Poesías del Nuevo Continente que,
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Poesías Como director del pensamie
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Poesías En la filosofía de Balmes
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Poesías sobre el derecho internaci
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Poesías producirse en la faz solam
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Poesías Fueron, sin duda, los dios
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Poesías asombrada, se había remon
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y prados, y boscajes me enamoran. E
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cuna de nácar le debió la perla.
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y desde aquellas islas venturosas q
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Poesías filósofos nuevos iban a e
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Poesías Bello tenía respeto por e
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la cólera del mar y de los vientos
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Poesías No es posible mayor equili
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de la inmortalidad, ardua y fragosa
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Del puro Catuche al margen, propici
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Poesías ¡Qué signo tan hondo el
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Poesías nos rodeaban. ¡Las pocas
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Poesías sencillez de Santa Teresa,
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Poesías «Poeta de la naturaleza y
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Ruega, hija, por tus hermanos, los
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F. PAZ CASTILLO. Baltimore, 11 de a
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Poesías La pérdida de gran parte
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Poesías En 1860, con la Revista de
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Poesías Colección de poesías ori
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1. (NOTA DE BELLO), las del autor.
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visite del Erebo los valles solitar
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Poesías Poema en acción de gracia
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no vieron nunca flamear los vientos
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la desesperación y el desaliento!
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Él publicó gozoso al universo la
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de sus chozas pacíficas la peste,
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Venezuela consolada 34 VENEZUELA. E
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Escena II Dicha, EL TIEMPO . EL TIE
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Aquél deja al recinto de sus lares
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la paz apetecida! Hoy la salud, la
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con tan horrenda plaga señalados;
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la gran ventura de que sois deudore
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Siglos futuros, a vosotros llamo: s
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Imitación de Virgilio 36 Tirsis, h
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De Clori sufres tú las esquiveces,
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sabrá premiarle otra pastora bella
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mientras besaban su planta al jugar
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¿Qué nuevas esperanzas al mar te
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16. En el manuscrito original apare
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No para mí, del arrugado invierno
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la siempre verde rama con que al va
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¿O más te sonreirán, Musa, los v
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Nenqueteba piadoso leyes y artes y
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donde tremola el algodón su nieve,
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ejemplos memorables atesora, ni Pot
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el puro azul, corriendo entre las p
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el campo deja en fuga ignominiosa?
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¡Colombia! ¿qué montaña, qué r
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ni el duro fallo a mitigar fue part
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no dio a la inquisición su espada
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desdén y rebelión se interpretaba
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por la superstición. Al noble empe
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diré, y aquel puñado de valientes
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y en Boyacá, donde un imperio ente
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humo en espiras vagorosas huya, sol
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las patrias heredades, y en el cieg
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gustosos pueblen ese infecto caos;
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la oscuridad de su infructuosa pomp
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tantos años de fiera devastación
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y sola adorne al mérito la gloria.
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que jamás uno solo se afrente, pre
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2. En el manuscrito original tachad
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El sol se puso y envolvió la noche
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tantos sueños famosos; como aquell
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o del soberbio carro del Tonante co
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¿Pero qué digo? allá en el norte
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que a un leve soplo el ábrego desh
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A la campiña tras Segunda redacci
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15-16. Otra redacción, no tachada
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Sobre la palabra divina hay una cor
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que en raudo curso hienden golfos d
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ya columnas erige, o de peñascos s
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Es fuerza que te diga, caro Olmedo,
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de la batalla y la sangrienta glori
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sus furias la ambición, y al cuell
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que cesó de tu tierra la rüina, y
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no ponga horror la abominable escen
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y cuando verla vinculada al suelo n
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Poesías 153. Habitualmente se ha p
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menos severo, y que a Virgilio 74 m
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que te hace el paso suspender, y el
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en que un Borbón la Francia reprod
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amigos y diversos, el buen gusto de
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¿Desnudo está? Frondosos bosques
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el humo que ligero se levanta en bl
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y ceñudos me dicen, retrocede no h
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se puede presentar bello paisaje. T
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y el otro allí modesto se recata!
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Sobre su frente el aquilón no se o
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Otra redacción de este fragmento:
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434-438. Primera redacción: donde
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469-472.Primera redacción: Manda;
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a la pradera (g) Segunda redacción
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escena ve alrededor, mezcla confusa
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de aquí ya de la roca (h) Segunda
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(c) Otras redacciones: Arreos da a
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donde jamás fue oído de libertad
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¿Los rumbos olvidó del océano el
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Segunda redacción: el lazo que os
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CLORI ¿Qué sabes, Tirsi? TIRSI Qu
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que a tu lima no hay secretos que r
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No dudes, hermosa Elvira, que eres
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aunque ya no os inmole el que antes
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FLORELO Vaya que mejor albergue que
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X -Hoy mismo. FLORELO ¿Y a cuya ma
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al hombre que andas buscando. ¿No
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¿Puede conocerme acaso? Yo encuent
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FLORELO El viejo es firme. MARCELO
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-Y en un siglo podrá muy bien a es
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arena que se movía... como se muev
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-No se llama don Jenaro no Señor.
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Poesías 58. Este verso terminaba e
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-Si no ¿cómo? X -Don Castalio. 89
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y porque se enemistaron Poesías Ha
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insoportable el pensar; y que quisi
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(a) Otra redacción: que obtendré
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a ser insensiblemente Dorila ella,
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294. Intentos de redacción: Una ve
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Que no el preciado lujo, no, ni el
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Poesías (a) Esta palabra, en la fo
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que arrastra al mar su propia pesad
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Adiós campiña hermosa del olivar
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ecibid los saludos y el abrazo con
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La prenda que partiendo a vuestra P
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Acto I La cámara ducal Poesías 32
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Sin causa, vuestra alteza desconfí
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las víctimas que juzgan; mas con t
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Escena IV MARINO FALIERO , BERTUCCI
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¿no dais oído? ¡Noble duque! MAR
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Y ¿he de sufrirlo? BERTUCCIO No so
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dejará de vivir: yo os lo prometo.
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Canto elegíaco 95 Santa casa de or
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Sobre su rostro eclipsado, vislumbr
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dormida esclava, Santiago, sin que
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o del aura taciturna algún lángui
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Va a su cabeza un anciano 98 ; una
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Tu rostro en la tierra humilla, ¡J
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de su materno nido, Y dócil al ins
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¿Qué nuevas hojas desvolvió la m
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ofrece en tus altares. Pero del rum
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A plantar mis versos van en este be
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a la esposa y al esposo! ¡Quiera f
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huelle los azahares y jazmines; Que
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colgadura, el sauce entolda un blan
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se abre y cierra el abanico. Ya da
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del abrazo maternal- último abrazo
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a esta dulce labor da fin la muerte
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clavó sus garras impuras; es texto
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la lucha, vuelven y dicen que, incl
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pudo ser que no penaras, oh víctim
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«¡Coro de infinitas voces que sus
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«que llaman luz a la sombra, y bon
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aligerarte la carga. Y tú, si en t
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universal exime? «Yo, que lóbrega
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Y así lo publica Rojas Hermanos, 1
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No es la tierra; no es el aire; son
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ángeles enemigos; que no talen mis
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y la legión de Lucifer en tanto, r
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distante suena la grita de la canal
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Hacia el cerro que distingue lo som
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tapizan; ya en zarzas y espinas. ¡
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a la fresca azucena y al clavel. Co
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del sol, la planta; el cervatillo a
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y por el que en vil libelo destroza
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oigan el apacible susurrar. Cuando
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a par del Nilo, y de esta verde ori
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a su madre afligida sucederá otra
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«Ese niño que virgen inocente sal
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si he de vivir encadenada al suelo,
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altera su alegría. Melancólica gi
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¿Qué ley a qué derecho me hace e
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Texto B relacionado con la redacci
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-Para este bello altar que se atav
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todo aquel que se viste mi librea,
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se hallara, sin saber cómo, ni cu
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¿cuál hay que a ti no apele, vate
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¡Necios! ¡cómo si fuera culpa tu
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infinitesimal átomo humano, discor
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de la verdad, que, ni al pudor sonr
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Apretada basquiña, corta, leve, se
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Lo que yo apruebo es lo que el mund
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142-146. Primera redacción: por un
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se abre difícil [ mente ] hace dif
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de las verdades mil que en tu molle
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Aunque en mi tosco verso dos reales
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donde... ISADORA Toma la pluma, pue
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¿Pido yo por ventura que en las ar
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su más meliflua charla, y gran pla
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en torno el numen vagan en fantást
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(Traducción de Juan Sedeño). (EDI
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si permitís que aguarde». Poesía
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135-165. Primera redacción: El fin
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la deliciosa calma, la dulce paz!..
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que de centellas armado, para turba
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Epigrama me titulo; no soy enigma,
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¡Quién pudiera, Biobío, pasar la
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en su primera mañana. Vila en cerr
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POETA Escucha, amigo Cóndor, mi ex
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De aquel fuego sagrado que trajiste
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no es amainar, estúpido, ladrón.
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- Al cielo, y de tus uñas; remonta
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inspiración profética! No sabes,
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80. Otra redacción: y les sirva de
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esta piedra feliz filosofal! (a) Ot
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Tú los viste lanzarse a la pelea,
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mientras que, en el espíritu que e
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darme ese triste nombre, ese dictad
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y de más triste lloro es ella caus
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SARDANAPALO ¿Quién te hizo a ti v
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¿Qué puedo darles más de lo que
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madre de cien monarcas, venturosa n
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porque no quise que sus huesos fuer
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SALAMENES Los que guardan tu person
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para hacer de malvados escarmiento,
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¿Gimes? traspasa el alma tu gemido
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las movibles cortinas de los ojos c
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De ayes sólo es capaz, y de lament
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ello el vergel de mil aromas lleno;
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a tus hijos se encomienda afanar po
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entre nublados, y la noche tiende s
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viuda del Sol; aun no fenece el dí
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Nativa rosa que entreabrió modesta
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* juvenil fantasía, 70. Sigue este
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-«Bella señora mía, vuesa merced
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tanto, que encapotada y tempestuosa
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si contra el asta fiera, puntiaguda
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sin zagal, sin red y sin cencerro;
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el cónclave de ancianos 51. En O.
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tu faz ¡oh Dios! de mi maldad horr
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Orlando enamorado Traducción del p
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y os demanda después con mucha gra
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que a un hombre como Orlando 144 Am
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Pero mientras dispone el Sericano l
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en tan festivo y tan solemne día.
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el pie gentil que lis alfombras. pi
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que todos los sentidos le embrïaga
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mancebo es de la dama único herman
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jugar a los gigantes una pieza; sac
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le arranca de la porra, con el cual
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eal estirpe, en Albïón, renuevo.
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llevando en ristre la robusta lanza
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a cuya vista el vulgo se espeluza,
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¿no ves cuán desigual la lidia fu
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del sentido común y de Cervantes d
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Y con un altibajo fulminante que ha
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no haber forma ni modo de que quier
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cuando en su estancia entró el se
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mudó yelmo, cimera, armas y traje;
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marcial clarín y retadora trompa.
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al recio choque de los dos barones;
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el de Altarripa dijo: Hasta mañana
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Salúdanle las gentes a porfía, y
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Y añade a media voz mirando en tor
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paladín, y se abrasa en rabia loca
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«Si borracho no estás, lléveme e
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y echole a tierra con gentil donair
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pero cayó el pobrete sin sentido.
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cuánto más grave pena ha dado el
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de opuesto sexo, es fuerza se afici
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diciendo: «Para, para, caballero;
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que ya se nos vendrá más que de p
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privarle imaginó de sentimiento. S
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separada la espléndida cimera, aqu
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señal en ti de noble caballero, de
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El que dos toros ve, por la vacada,
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tíranse golpes con suceso vario; y
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Cambia Orlando la guerra antecedent
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casi se trata de acordar la entrega
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Dirige el rey Marsilio la postrera
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y marcha, a sus caudillos obediente
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Corriendo van por riscos y malezas,
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desbraza, descabeza a cuantos topa
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Por do sus torres en la mar se mira
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que la lívida cara eleva al Cielo,
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Es tu enemigo y enemigo mío, y el
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se encaran y se embisten fieramente
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Aunque en sus armas la menor falsí
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o que su tallo en mustio yermo erig
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en esto sobreviene el rey Gradaso.
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ambos a pie; y el cuándo, al otro
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apareciole el bello ángel humano.
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el horror en su rostro se ha esculp
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entre los dos a espada se difina. R
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y el rico yelmo, y luego toda enter
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Pregonarán que de temor me ausento
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«La causa de mi llanto y mi querel
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de cierto taleguillo que colgado ll
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Mas dime ahora tú, Conde valiente,
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le ha dicho la verdad de todo en to
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«Para en este lugar todo camino, y
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constancia heroica, ¿quién se le
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envuelto en las cadenas boca abajo.
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fallece la esperanza, el hambre apu
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de aportar, no sé cómo, a Circas
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de verlo, y entre dientes refunfuñ
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un mensajero allí traer dispuso.
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ansia, temor, los corazones lima, n
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toda en extrañas confusiones puest
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Urgel, bramando de dolor, gritaba.
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le suscitó; y en la que el indio U
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en dos mitades el marqués la cara
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cargan, como avenida repentina, sob
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La jirafa se mueve lentamente, como
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en brazos a su tienda es conducido,
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El puente cala Urgel; y sobre el pu
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preséntasele Alfrera y le perdona;
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Mucho con esta súbita mudanza qued
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apenas el escudo toca el Duque, es
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Lloraba el viejo Naimo como un niñ
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constante en su designio a Francia
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y contra la injusticia se declara.
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ujulear las formas a la vista, y pr
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corre, con el intento decidido de a
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el traidor, que otra cosa no aguard
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de una sangrienta y lamentable hist
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con este hombre crüel cuanto lasci
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Aún hoy de referirlo me horrorizo,
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y al hombre aborrecido que la insul
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do esperar pueda un porvenir tranqu
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y en corvos garfios cada cual termi
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Flor de lis Raza humana infeliz, qu
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y esotra llama a voces a la muerte,
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el trono ni la vida sin tu primo?
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el placer me otorgaras de tu vista,
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colorado se puso como grana, hasta
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De armarse al fin le dio la ventole
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a que en servicio suyo siente plaza
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todo lo que juzgaron suficiente; y
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no sufre este animal jinete extrañ
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de ver aquel encanto del Leteo; y e
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anunciadoras de venganza y muerte.
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De perlas es lo que un petate diga,
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y atravesando un matorral sombrío,
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«Y tiene por divisa un arco y flec
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pues con el cuerpo hadado, di, ¿qu
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que, estólido además, feroz, gros
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sin arnés y corcel y espada y lanz
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De Armenios está henchido el campa
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tal Sacripante hilera sobre hilera
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y busca a toda costa su rüina. Hé
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se oyeron estallar, y las rodillas
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con el lanzón robusto y poderoso;
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viendo su gente así acosada y muer
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y cátale la herida un cirujano. Y
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deja el león su patrio bosque y cu
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a su querido Brandimarte preso. Com
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Lauro eterno al intrépido soldado
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de su señor, el generoso bruto vol
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Se oye un zumbido en todo aquel des
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en cien hacheros blanca cera ardía
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El libro añade que de foso y muro
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fuga a un palacio van, donde el ast
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Restaurose tras esto de la dura fat
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de un salto enfrente a Flordelís s
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ayuda el paladín poca ni mucha. Na
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el muro en derredor no estaba falto
Page 792 and 793: gente, a que el vencedor, aun muert
Page 794 and 795: cerca de un ancho río vio acostado
Page 796 and 797: de la encantada huerta es habitante
Page 798 and 799: el muerto amor; aquel amor que un d
Page 800 and 801: colgaros he de la más alta almena
Page 802 and 803: por la que Albraca fue, va vasta ar
Page 804 and 805: y bien porro será quien no lo prue
Page 806 and 807: Mas luego Orlando le quitó la duda
Page 808 and 809: Trábase igual entre los dos el due
Page 810 and 811: Éste, llevando a Uldano de padrino
Page 812 and 813: que hasta los dos arzones ha tajado
Page 814 and 815: Bayardo era el bridón, y el conoce
Page 816 and 817: envaina, y toma por mejor consejo m
Page 818 and 819: proezas de ardimiento sobrehumano,
Page 820 and 821: Si esta precisa condición te agrad
Page 822 and 823: Solo a los fugitivos el sañudo Agr
Page 824 and 825: Poesías 6689-6690. En las otras ed
Page 826 and 827: de moros en la Vega de Granada; y q
Page 828 and 829: y en esos ojos, de su fuego avaros,
Page 830 and 831: la doña Elvira por un tris estalla
Page 832 and 833: por el bien de la paz en el monjío
Page 834 and 835: en mi vejez... ¿mas cómo, ¡santo
Page 836 and 837: le acortes tú; la rima le concilia
Page 838 and 839: y de cera, polvillo y telaraña. Er
Page 840 and 841: mas de la caridad que muerde y pica
Page 844 and 845: en el hinchado esófago le suena tu
Page 846 and 847: aun el paterno llanto es a la losa
Page 848 and 849: y porque en tanto el morbo a más n
Page 850 and 851: Grajales dice: «Es un absceso hep
Page 852 and 853: e interrogado el orinal lo calla.
Page 854 and 855: Ya apenas queda torre que no envíe
Page 856 and 857: de su celda la madre, oído el caso
Page 858 and 859: y de trémulos iris coronada salta
Page 860 and 861: Pero volviendo al cuento comenzado,
Page 862 and 863: el revuelto cabello asiendo, alisa
Page 864 and 865: que, apenas desmontados, la escaler
Page 866 and 867: del alma toda, y cada son que emite
Page 868 and 869: Isabela concluye que no puede ser s
Page 870 and 871: Afortunadamente un inquilino llega,
Page 872 and 873: la asustada Isabel reza devota, con
Page 874 and 875: ecuerda alguna vez el cautiverio qu
Page 876 and 877: facciones lindas, expresión serena
Page 878 and 879: mira el pálido rostro del proscrit
Page 880 and 881: al que rendido yace; lo que libra a
Page 882 and 883: sino con pena en el recinto estrech
Page 884 and 885: distantes van los nuestros, y lejan
Page 886 and 887: ¡Lámpara fiel que ante los santos
Page 888 and 889: dice otra voz, en tanto que examino
Page 890 and 891: ¡Piedad!» «Piedad de mí ninguna
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tus odiados castillos y leones hiel
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1088. Arístides Rojas da este vers
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a la fortuna cada cual; si falsa li
Page 898 and 899:
había de darle en breve. Persuadio
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Acto I Poesías 900
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Escena II PLEUSIDIPO -Siento, a dec
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PLEUSIDIPO -Sin duda alguna esclavo
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¿no fuese bien que hicieses la com
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salvose... Mas la otra del esquife
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en orfandad completa y desamparo, q
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AMPELISCA -Sácame te suplico, de p
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PALESTRA -¿Qué te admira? AMPELIS
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PALESTRA -Las que arrojadas de la m
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Acto II Poesías 918
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Escena II TRACALIÓN -Cuidado siemp
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Escena III AMPELISCA -Ya comprendo.
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-¿Conque vosotras no habéis venid
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TRACALIÓN -Suele Neptuno hacer de
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y de Labrax el oro y las alhajas y
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Escena IV CEPARNIO -¿Quién es el
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-¡Bueno va! Soy su bien, pero de b
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Tómale. Buen negocio, ¡por mi vid
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y con él me embarcase, un navío p
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del ánade la suerte que nadando en
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Escena VII CEPARNIO -¿Qué será q
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-No doy un bledo por banca tuya rot
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Escena I DÉMONES -¡Cómo burlan l
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Así este año te crezca la hortali
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-Que apretando a la sacerdotisa mis
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PALESTRA -¡Oh mi postrera esperanz
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hija del mar tu protección implora
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-No, con ese que te conoce has de e
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de ingenuos padres. DÉMONES -¿En
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-Vosotros ¿a Venus invocáis? pues
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Escena V DÉMONES -¿Quieres estart
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DÉMONES -No puedes, que ya el de l
Page 964 and 965:
-Eres hombre de bien, piadoso y jus
Page 966 and 967:
que no conozco; que vecino vive al
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LABRAX -El joven Pleusidipo. CÁRMI
Page 970 and 971:
si le agravo la pena. 1. Primera re
Page 972 and 973:
* que no, como el malvado se imagin
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del juramento haría aquel infame,
Page 976 and 977:
que allí cercano está; que en él
Page 978 and 979:
126. Intentos de redacción: sino e
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CEPARINO -¿Qué eres, hembra o mac
Page 982 and 983:
en la miseria vivo estoy en la mise
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DÉMONES -Naufragio han hecho 219.
Page 986 and 987:
la arrojaron. Levántase 245-258. P
Page 988 and 989:
¡Yo en esta condición! ¿Yo erran
Page 990 and 991:
miro señal. De miedo me estremezco
Page 992 and 993:
AMPELISCA -Ven. Nüestros p [ asos
Page 994 and 995:
399. Comenzó a redactar: por azule
Page 996 and 997:
que su triste figura le depara Ya p
Page 998 and 999:
viviendo de esperanza según es nue
Page 1000 and 1001:
-Conviene al varón cuerdo. -¿Dón
Page 1002 and 1003:
551. Empezó a redactar: como que e
Page 1004 and 1005:
-Sentada -¿A dónde está? AMPELIS
Page 1006 and 1007:
que si en él, a su nombre la pedí
Page 1008 and 1009:
AMPELISCA -¡Qué...! ¡Vaya, apart
Page 1010 and 1011:
719. Primera redacción: Aquí te t
Page 1012 and 1013:
768-770. Intentos de redacción: -N
Page 1014 and 1015:
-¡Valija mía, que 821-824. Primer
Page 1016 and 1017:
húmeda que me cubre? A tu casa ll
Page 1018 and 1019:
hasta un nido trepar de golondrinas
Page 1020 and 1021:
quienquiera que tú seas 937-941. I
Page 1022 and 1023:
de una vez, un rufián. Yo no pudie
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mi postrera esperanza. TRACALIÓN -
Page 1026 and 1027:
que si arrojadas de la mar náufrag
Page 1028 and 1029:
-Y ¿qué has de hacerme; y la toco
Page 1030 and 1031:
-Libre ha nacido, digo. DÉMONES -
Page 1032 and 1033:
1180. Primera redacción: y éstas
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ESCLAVO -¿Qué me quieres? LABRAX
Page 1036 and 1037:
Otro intento de redacción: por el
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Iré con todo, abogaré. Si logro I
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coronó de victorias su bandera, y
Page 1042 and 1043:
Bizarro a maravilla era el infante;
Page 1044 and 1045:
* Nacida por decreto soberano para
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* anciana de este modo lo interpret
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por hueste infiel en daño tuyo arm
Page 1050 and 1051:
113-114. Primera redacción: En la
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Maravillas nos cuentan las cancione
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Introducción general a las obras completas de Andrés Bello

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