07.05.2013 Views

Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints

Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints

Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Lección 24<br />

Cuando la Condesa daba una orden, ésta se cumplía. Así que ni me atreví a no<br />

presentarme en su casa el siguiente jueves. Tuve que pasar con la segadora tres veces<br />

sobre el césped antes de que estuviera satisfecha, y después me puso a trabajar<br />

buscando maleza hasta que las rodillas me quedaron percudidas del pasto. Finalmente<br />

me llamó para que me acercara hasta donde ella estaba.<br />

“—Y bien, jovencito, ¿cuánto dinero te debo por tu trabajo?<br />

“—No sé. ¿Le parece bien cincuenta centavos?<br />

“—¿Es esa cantidad lo que tú crees que vale tu trabajo?<br />

“—Sí, más o menos.<br />

“—Muy bien. Aquí tienes los cincuenta centavos que tú crees que vale tu trabajo, y aquí<br />

tienes un peso y cincuenta centavos más que yo he ganado por ti indicándote lo que se<br />

debía hacer. Ahora te diré algo en cuanto a cómo tú y yo trabajaremos desde ahora en<br />

adelante. Hay tantas formas de cortar el césped como hay personas, y cada una de ellas<br />

puede tener un valor desde un centavo hasta cinco pesos. Digamos que el trabajo que<br />

hiciste hoy vale tres pesos, pero habrías tenido que hacerlo tú solo. Un trabajo de cuatro<br />

pesos sería tan bueno que tendrías que ser poco menos que un tonto para dedicar tanto<br />

tiempo cortando el césped. Un trabajo de cinco pesos es . . . bueno, es imposible, así<br />

que mejor ni lo consideremos. Cada semana te pagaré de acuerdo con tu propia<br />

evaluación del trabajo que hagas.<br />

“Entonces me fui más rico de lo que jamás recuerdo haber sido en mi vida entera, con la<br />

determinación de ganarme los cuatro pesos la siguiente semana. Pero sucedió que ni<br />

siquiera llegué a la calidad equivalente a los tres pesos, pues mi determinación comenzó<br />

a flaquear por la mitad de la tarea.<br />

“—¡Conque otro trabajo de dos pesos! ¿eh? Si sigues así, jovencito, te arriesgas a<br />

perder tu trabajo.<br />

“—Lo sé. Pero lo haré mejor la semana entrante.<br />

“Y de hecho lo hice mejor. Cuando aún me faltaba un poco para terminar, estaba<br />

rendido, pero me esforcé y continué. Al sentirme tan bien con mi esfuerzo, no tuve<br />

reparos en pedirle a la Condesa que me pagara tres pesos.<br />

“Cada jueves, durante las siguientes cuatro o cinco semanas, mi paga osciló entre los<br />

tres pesos y los tres cincuenta. Cuanto más me familiaricé con las características del<br />

terreno y lo que cada tramo exigía, tanto más comprendí lo que se requería de mi parte<br />

para hacer un trabajo de cuatro pesos. Y semana tras semana me determinaba a<br />

alcanzar precisamente ese nivel de calidad. Pero cuando llegaba al nivel de los tres<br />

cincuenta, estaba demasiado cansado para recordar haber tenido antes la ambición de<br />

superarme.<br />

“—Por lo menos tienes la constancia de hacer un trabajo de tres cincuenta todas las<br />

semanas —me decía siempre al pagarme.<br />

“—Parece que así es —le respondía yo, demasiado contento al ver los tres billetes y la<br />

moneda, olvidando que no había logrado mi objetivo.<br />

“—Bueno, no debes sentirte mal —me decía como consuelo—. Después de todo, son<br />

contadas con los dedos de una mano las personas en este mundo que pueden hacer un<br />

trabajo de cuatro pesos.<br />

“En efecto sus palabras eran consoladoras al principio. Pero de a poco y, casi sin darme<br />

cuenta, se transformaban en algo sumamente irritante que hacía que me resolviera a<br />

hacer un trabajo de cuatro pesos, aunque ello significara que quedara muerto allí mismo.<br />

En lo febril de mi resolución, me imaginaba expirando tendido sobre el césped, con la<br />

Condesa a mi lado entregándome los cuatro pesos con lágrimas en los ojos, suplicando<br />

que la perdonara por haber ella pensado que jamás podría lograr hacer un trabajo de<br />

cuatro pesos.<br />

99

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!