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Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints

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• ¿Habrían estado dispuestos ustedes a la edad de diez años a procurar por sí solos una<br />

educación?<br />

Todos tenemos oportunidades para aprender<br />

Pasaje de las Escriba en la pizarra las siguientes referencias de las Escrituras: D. y C. 88:78–80, 118;<br />

Escrituras, pizarra 90:15. Pida a los jóvenes que lean y marquen estos pasajes.<br />

y análisis<br />

• ¿Cuál es el mensaje principal de estos versículos?<br />

• ¿Qué espera el Señor que aprendamos?<br />

Anote las respuestas de los jóvenes en la pizarra.<br />

Cita y análisis El presidente N. Eldon Tanner dijo: “La Iglesia siempre nos ha pedido que, como<br />

miembros, obtengamos una buena educación y aprendamos todo lo que sea posible<br />

aprender acerca de nosotros mismos, la historia, la geografía, las ciencias, el universo y,<br />

especialmente, el Evangelio de Jesucristo” (discurso pronunciado en el Seminario de<br />

Representantes Regionales, abril de 1971).<br />

• ¿Cuáles son algunas de las maneras en que podemos aprender estas cosas? (Asistir a<br />

la escuela, leer, ver programas educativos por televisión, hablar con personas que tienen<br />

conocimiento sobre lo que queremos aprender.)<br />

• ¿Dónde podemos aprender estas cosas? (En la Iglesia, las escuelas, las bibliotecas,<br />

los museos.)<br />

Relato Explique a los jóvenes que a veces quizás pensemos que no hay nada interesante que<br />

podamos aprender; sin embargo, casi todo podría resultar atractivo si le dedicamos<br />

suficiente estudio y consideración. El conocimiento práctico está al alcance de todos<br />

nosotros, no importa cuán limitada sea nuestra educación.<br />

Lea la siguiente historia:<br />

“En cierta ocasión una señora se quejó a un distinguido científico, el doctor Louis<br />

Agassiz, de que nunca había tenido la oportunidad de aprender nada. Le contó que ella y<br />

su hermana mantenían una casa de pensión y que no tenían tiempo para hacer nada<br />

más. El doctor le preguntó qué clase de trabajos hacía, a lo que ella le respondió:<br />

“—Pelo patatas y pico cebollas.<br />

“El doctor agregó:<br />

“—Cuando hace eso, ¿dónde se sienta para hacerlo?<br />

“—En los últimos peldaños de la escalera de la cocina.<br />

“—¿Dónde pone los pies?<br />

“—Sobre el ladrillo barnizado.<br />

“—¿Qué es ladrillo barnizado?<br />

“—No lo sé, señor.<br />

“—¿Cuánto hace que ha estado sentándose allí?<br />

“—Unos quince años . . .<br />

“—Señora, aquí tiene mi dirección —le dijo entonces el doctor—. ¿Sería tan amable de<br />

escribirme una carta contándome acerca del origen del ladrillo barnizado?<br />

“Ella lo tomó muy en serio. Fue y buscó en el diccionario bajo ‘ladrillo’, pero pensó que<br />

era una definición muy simple para enviarla a un científico de tanto renombre, de manera<br />

que recurrió entonces a una enciclopedia; y a medida que leía, se encontraba con<br />

palabras más difíciles que no comprendía, así que tuvo que usar el diccionario. Como su<br />

interés aumentó tanto acerca de lo que estaba aprendiendo, visitó museos y fábricas de<br />

ladrillos. Una vez que terminó, se sentó y le escribió al doctor una carta de treinta y seis<br />

páginas sobre el tema de los ladrillos barnizados.<br />

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