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Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints

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Debemos evitar y superar<br />

las tentaciones<br />

OBJETIVO Que cada uno de los jóvenes entienda cómo puede evitar y superar las tentaciones.<br />

PREPARACIÓN Materiales necesarios:<br />

1. Libros canónicos para cada joven.<br />

2. Lápices para marcar las Escrituras.<br />

40<br />

NOTA Un joven que deba enfrentar tentaciones fuertes podría sentirse incapaz de resistirlas. Sin<br />

embargo, con la ayuda del Señor, puede escoger lo que es correcto. Todos podemos<br />

vencer a Satanás. Todos podemos vencer las tentaciones. Por supuesto, hoy mismo es<br />

el mejor momento de tomar las decisiones necesarias a fin de prepararse para cuando<br />

se nos presente toda mala tentación. Ayude a los jóvenes para que aprendan a evitar y<br />

resistir las tentaciones.<br />

SUGERENCIAS PARA<br />

EL DESARROLLO<br />

DE LA LECCIÓN Introducción<br />

Relato y análisis El élder Boyd K. Packer recuerda una experiencia que tuvo en África al visitar una región<br />

destinada para la preservación de animales salvajes:<br />

“ . . . Nos detuvimos en las cercanías de una charca para observar los animales que<br />

fueran a beber. Había habido una gran sequía y el agua escaseaba por todos lados; las<br />

charcas en realidad se habían reducido a pequeñas porciones de agua empozada, que<br />

se notaba muy barrosa. Cuando los pesados elefantes caminaban sobre aquel blando<br />

barro, el agua se filtraba a través de la depresión que sus patas dejaban en el terreno, y<br />

de allí bebían los animales.<br />

“De pronto me di cuenta de que los antílopes, en particular, se sentían muy nerviosos al<br />

acercarse a los pequeños charcos; lo hacían cautelosamente y después, sin razón<br />

aparente, salían corriendo asustados sin haber bebido. Miré alrededor para ver si había<br />

algún león o tigre en las inmediaciones, pero no vi nada. Entonces le pregunté a nuestro<br />

guía qué pasaba.<br />

“Su respuesta fue . . . ‘Es por los cocodrilos’. ‘No puede ser’, le repliqué. ‘Cualquiera<br />

puede ver que no hay cocodrilos ahí’ . . . Es imposible que un cocodrilo se esconda en<br />

la huella que deja un elefante . . .<br />

“El joven guía se dio perfecta cuenta de que yo no le creía y supongo que decidió darme<br />

una lección. Para ello dirigió el vehículo hacia un alto terraplén, desde donde se podía<br />

ver toda la charca. ‘Ahí los tiene’, me dijo. ‘Confírmelo con sus propios ojos’.<br />

“Al principio no pude ver nada más que el lodo, las porciones de agua empozada y, a la<br />

distancia, los animales asustados. ¡Mas de pronto, lo vi! Era un gran cocodrilo,<br />

acechando desde el lodo que lo cubría casi totalmente, en espera de algún incauto<br />

animal que, vencido por la sed, bajara a beber. ¡Y repentinamente, creí!<br />

“Cuando el guía vio que yo había comprendido y que estaba ansioso por escucharlo,<br />

prosiguió con la lección. ‘No sólo en los ríos hay cocodrilos; están por todo el parque y<br />

especialmente cerca de los depósitos de agua. ¡Más vale que lo crea!’ ” (véase Liahona,<br />

agosto de 1976, págs. 24–25).<br />

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