Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints
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El lenguaje<br />
decoroso y apropiado<br />
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OBJETIVO Que cada uno de los jóvenes tenga el deseo de usar en todo momento un lenguaje<br />
decoroso y apropiado.<br />
PREPARACIÓN 1. Materiales necesarios: Libros canónicos para cada joven.<br />
2. Prepare, del volante titulado “Cuatro relatos”, una copia de cada historia y asigne a<br />
diferentes jóvenes que se preparen para leérselas a la clase.<br />
3. Escriba separadamente en hojas de papel las siguientes referencias de las Escrituras,<br />
numerándolas:<br />
(1) Éxodo 20:7.<br />
(2) D. y C. 63:61–62.<br />
(3) D. y C. 63:64.<br />
(4) Santiago 3:8–11.<br />
(5) Mateo 12:36–37.<br />
(6) Mateo 15:17–18.<br />
4. Repase el consejo acerca del lenguaje que se encuentra en las páginas 10 y 11 del<br />
folleto La fortaleza de la juventud (34825 002).<br />
NOTA El Salvador enseñó que lo que contamina y hace impuro al hombre no es lo que come<br />
sino los malos pensamientos y las malas palabras y acciones que salen de su corazón<br />
(véase Mateo 15:17–18).<br />
Esta lección debe recordar a los jóvenes que es importante controlar lo que dicen y que el<br />
poseedor del sacerdocio no debe pr<strong>of</strong>anar, hablar vulgarmente ni contar cuentos obscenos.<br />
SUGERENCIAS PARA<br />
EL DESARROLLO<br />
DE LA LECCIÓN Las palabras obscenas son una enfermedad<br />
Relato “El verano de 1939, dos amigos y yo, los tres maestros en el Sacerdocio Aarónico,<br />
trabajábamos en una planta de empaque en Mesa, Arizona. Mientras trabajábamos,<br />
hablábamos y nos reíamos mucho; aunque, a pesar de lo triste que nos es admitirlo, el<br />
lenguaje que usábamos era generalmente indecoroso y nuestros chistes malsanos. En<br />
nuestro grupo había un cuarto joven que no participaba con malas palabras ni se unía a<br />
nuestros chistes. En cierta ocasión le pregunté por qué no lo hacía. Su respuesta me<br />
cayó como una b<strong>of</strong>etada. Me dijo: ‘Yo pertenezco a la Iglesia Pentecostés, y no creemos<br />
que sea correcto hacer ese tipo de cosas’.<br />
“El resto de la mañana fue muy silenciosa, y a la hora del almuerzo, tres jóvenes<br />
mormones avergonzados buscamos un lugar para estar separados de los demás. Así<br />
nos sentíamos: ‘Aquí estamos nosotros, poseedores del sacerdocio de Dios, permitiendo<br />
que sea alguien más el que nos dé un buen ejemplo. ¿Qué vamos a hacer al respecto?’<br />
“Nos pusimos de acuerdo en ese mismo instante de que si cualquiera de nosotros usara<br />
una mala palabra, los otros dos le darían un golpe en el brazo.<br />
“Por un tiempo fuimos tres maestros con brazos doloridos; no obstante, tuvimos éxito porque<br />
nos ayudamos mutuamente a deshacernos del mal hábito. Siempre he estado agradecido por<br />
la decisión que tomamos” (Richard T. Harris, carta al editor, Ensign, julio de 1981, pág. 73).<br />
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