Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints
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• ¿Cómo podemos “orar siempre”?<br />
Cita y análisis • ¿Qué significa llevar una oración en el corazón? ¿No se nos enseña, acaso, que<br />
cuando oramos tenemos que hacerlo en voz alta?<br />
La siguiente cita podría ayudarle en este análisis:<br />
“Por supuesto que podemos hablarle al Señor sin siquiera mover los labios. Podemos<br />
estar sentados en el salón de clases y hacer una oración en silencio, o ir caminando por<br />
la calle y hablar con el Señor en forma mental. Podemos orar sin que nadie lo note en<br />
medio de una multitud. Mas de vez en cuando, en la soledad que nos <strong>of</strong>rece nuestra<br />
propia habitación, debemos arrodillarnos y hablar en voz alta con el Señor. Podemos<br />
hablar con Él todo el tiempo que deseemos y decirle todo lo que sintamos en lo más<br />
íntimo de nuestro corazón. Contémosle nuestras frustraciones, nuestros deseos de<br />
desarrollo y en cuanto a la cristalización de nuestros sueños. Preguntémosle qué<br />
debemos hacer para alcanzar nuestro destino” (George Durrant, Someone Special,<br />
Starring YOUth, Salt Lake City: Bookcraft, 1976, pág. 63).<br />
• ¿De qué manera han recibido ayuda al <strong>of</strong>recer una oración en su corazón?<br />
Conclusión<br />
Cita Explique a los jóvenes que a fin de ayudarnos en nuestros esfuerzos por acercarnos más<br />
a Él, nuestro Padre Celestial nos ha enseñado, por medio de los líderes de esta<br />
dispensación, cómo debemos orar. Lea y analice las siguientes sugerencias del obispo<br />
H. Burke Peterson:<br />
“Al sentir la necesidad de confiar en el Señor o de mejorar la calidad de tu comunicación<br />
con Él —es decir, al orar— quisiera sugerirte un procedimiento: Ve a donde puedas estar<br />
solo, donde puedas pensar, donde puedas arrodillarte, donde puedas hablar con Él en<br />
voz alta. Tu habitación, el cuarto de baño o algún rincón apartado podrían ser lugares<br />
apropiados. Ahora bien, imagínatelo con los ojos de tu mente. Piensa en esa Persona<br />
con quien estás hablando; controla tus pensamientos; no les permitas divagar, y dirígete<br />
a Él como Padre y Amigo tuyo que es. Entonces dile aquellas cosas que sientas el deseo<br />
de decirle, no simples frases entrecortadas y carentes de significado, sino más bien<br />
mantén con Él una conversación sincera, de corazón a corazón. Confía en Él, pídele<br />
perdón, ruégale, disfruta de Su compañía, agradécele, exprésale tu amor, y entonces<br />
escucha atentamente Sus respuestas. Escuchar es una parte esencial de la oración. Las<br />
respuestas del Señor nos llegan en forma silenciosa, de manera sumamente apacible.<br />
De hecho, pocos son los que escuchan Sus respuestas con los oídos. Debemos<br />
escuchar atentamente, pues de otro modo jamás lograremos reconocerlas. En su<br />
mayoría, las respuestas del Señor están dirigidas al corazón como una expresión de<br />
cálido confortamiento, o como simples pensamientos en nuestra mente. Sus respuestas<br />
llegan a quienes están preparados y son pacientes” (en Conference Report, octubre de<br />
1973, pág. 13; Ensign, enero de 1974, pág. 19).<br />
Cometido Sugiera a cada uno de los jóvenes que dibuje una estrella junto a dos de los pasajes de las<br />
Escrituras que se enumeran en la copia del volante “Invitación para hablar con Dios”, y que<br />
durante la semana se esfuercen por mejorar la calidad de sus oraciones, siguiendo el<br />
consejo de dichos versículos.<br />
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