Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints
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Lección 48<br />
“Si ustedes fueran a ceñirse algo, ¿qué harían? Si yo fuera a ceñirme la muñeca, la<br />
envolvería con algo para fortalecerla. Quizás utilizaría para ello un pañuelo; fajándola<br />
ajustadamente, fortaleceré entonces mi muñeca. El Señor nos recomienda que ciñamos<br />
con la verdad nuestros lomos. Para mí eso significa entender cuán sagrado es este<br />
poder y las condiciones o normas en base a las cuales debemos utilizarlo . . .<br />
“El Señor continúa entonces explicándonos lo que es la siguiente parte de la armadura<br />
que debemos ponernos: ‘ . . . llevando puesta la coraza de la rectitud’ (D. y C. 27:16). La<br />
coraza es la parte de la armadura que cubre el pecho para proteger el corazón y los<br />
pulmones. Nadie podría vivir mucho tiempo sin el corazón. Si una flecha nos atravesara<br />
el corazón, tendríamos que abandonar la lucha . . .<br />
“El Señor nos ha pedido que, para evitar que nos sean heridas, cubramos esas partes<br />
vitales. ¿Cómo se cubre uno con la coraza de la rectitud? En mi opinión, esta parte de la<br />
armadura se obtiene al cumplir los mandamientos. La obediencia a los mandamientos<br />
del Señor nos proporciona grandes bendiciones . . .<br />
“[El Señor] nos dice: ‘ . . . calzados vuestros pies con la preparación del evangelio de<br />
paz’ (D. y C. 27:16). ¿Cómo podemos lograrlo? Nuestro cuerpo es algo maravilloso. Ha<br />
sido organizado en forma tal que cuando realizamos varias veces una acción, ésta se<br />
convierte en hábito y, casi sin que tengamos que hacer ningún esfuerzo consciente, los<br />
hábitos funcionan automáticamente para nuestro beneficio. Nosotros mismos<br />
determinamos cuáles han de ser nuestros hábitos.<br />
“Por ejemplo, si adoptamos el hábito de la oración, nos resultará más fácil orar que no<br />
hacerlo. Podemos hacer que nuestros hábitos resulten para nuestro beneficio y no para<br />
nuestro perjuicio; así que los hábitos se convierten en una poderosa fuente de<br />
protección. Si tenemos nuestros pies calzados con la preparación del evangelio de paz,<br />
eso significa que hemos estado cumpliendo con los mandamientos y que los hábitos que<br />
hemos adoptado son provechosos.<br />
“Continuemos con la parte siguiente de la armadura: ‘tomando el escudo de la fe con el<br />
cual podréis apagar todos los dardos encendidos de los malvados’ (D. y C. 27:17). El<br />
escudo se lleva por lo general en el brazo izquierdo para protegernos de lo que el<br />
adversario nos arroja. En épocas antiguas podía servir a los caballeros para protegerse<br />
de las piedras, flechas, espadas o lanzas.<br />
“Esta parte de la armadura espiritual constituye la fe en el Señor. Es la seguridad que<br />
proviene de conocer y entender la palabra del Señor. Podemos escuchar la palabra del<br />
Señor cuando leemos las Escrituras y cuando prestamos oído a las palabras de Sus<br />
pr<strong>of</strong>etas. Podemos sentir la palabra del Señor cuando oramos. Y así podemos edificar<br />
nuestra fe . . .<br />
“Luego dice el Señor: ‘y tomad el yelmo de la salvación’ (D. y C. 27:18). El yelmo sirve<br />
para proteger la cabeza.<br />
“En mi opinión, el yelmo de la salvación consiste en saber quiénes somos, por qué<br />
estamos aquí, a dónde podemos ir, qué podemos realizar y qué podemos llegar a<br />
ser . . .<br />
“En cuanto a la última parte de la armadura, el Señor dice: ‘ . . . tomad . . . la espada de<br />
mi Espíritu’ . . .<br />
“¿Podéis ver lo maravilloso que es si estamos preparados, si contamos con el Espíritu, si<br />
somos obedientes, si hacemos lo que debemos? Podemos sobrellevar la carga que el<br />
Señor nos ha pedido que llevemos. No es fácil. Si lo fuera, Él no os habría enviado a<br />
vosotros, jóvenes tan especiales . . . aquí para lograrlo. Él os ha preparado, os ha<br />
reservado y capacitado y ha hecho posible que vengáis aquí en estos días. Espero que<br />
ninguno de vosotros habrá de fallarle al Señor. Espero que seáis dignos de confianza y<br />
que os vistáis con toda esta armadura a fin de que permanezcáis fieles en estos días tan<br />
difíciles” (Rex C. Reeve, padre, “<strong>The</strong> Whole Armor <strong>of</strong> God”, Brigham Young University<br />
1981–82 Fireside and Devotional Addresses, Provo, Utah: Brigham Young University<br />
Press, 1983, págs. 189–197).<br />
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