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Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints

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Pasaje de las<br />

Escrituras y análisis<br />

los que podían vivir, tenían huertas y jardines y pasaban el día leyendo y copiando textos<br />

antiguos. Así vivieron, trabajaron y murieron, tratando de evitar todo contacto con el resto<br />

del mundo.<br />

• Cuando Jesús vivió en la tierra, ¿se separó de los pecadores?<br />

• ¿Qué enseñó Jesús a Sus Apóstoles en cuanto a estar en el mundo?<br />

Para contestar esta pregunta, lea la oración que Jesús hizo por Sus Apóstoles y que se<br />

encuentra en Juan 17:15–18.<br />

Ayude a los jóvenes a entender que deben ser cautelosos con las personas con quienes<br />

se relacionan. No tienen que adoptar con ellas una actitud de superioridad pero tampoco<br />

deben participar de las maldades. Deben ser un buen ejemplo para los demás.<br />

Relato y análisis Lea o relate la siguiente historia que contó un padre sobre cómo su hijo pudo estar en el<br />

mundo sin ser del mundo. Cuando su hijo Matt asistía a la escuela secundaria, él y su<br />

familia se trasladaron de Salt Lake City, estado de Utah, donde la mayoría de sus amigos<br />

y conocidos eran Santos de los Últimos Días, al estado de Kentucky, donde había pocos<br />

miembros de la Iglesia. Posteriormente, su padre escribió en cuanto a la experiencia:<br />

“Llegamos a Kentucky, en el tiempo preciso para que mi hijo comenzara su segundo año<br />

en la escuela secundaria más grande del estado. Sus únicos conocidos eran tres o<br />

cuatro jóvenes mormones a quienes había conocido hacía más o menos una semana en<br />

la Iglesia. Con el paso de las primeras semanas comenzó a compenetrarse en sus<br />

estudios, y sus notas eran excelentes, aunque no se podía decir lo mismo de su vida<br />

social. No se sentía muy bien allí. No tenía verdaderos amigos . . . y pasó muchos días<br />

llenos de nostalgia, deseando estar nuevamente con sus antiguos amigos.<br />

“Se sentía deprimido, aunque tenía algunas esperanzas porque pronto iban a comenzar<br />

los entrenamientos para escoger el equipo de básquetbol. Tenía la certeza de que ésta<br />

sería la puerta de entrada a la felicidad. Fue seleccionado para integrar el equipo de<br />

básquetbol, aunque se pasaba la mayoría del tiempo en la banca . . . Ese año no fue<br />

muy feliz para él.<br />

“Luego comenzó el siguiente año escolar. Había crecido considerablemente y practicado<br />

el básquetbol durante todo el verano. Muchas personas en la escuela lo admiraban por<br />

ser un estudiante sobresaliente, algo muy raro para ese equipo de básquetbol. Eso le<br />

complacía, aunque deseaba sentir satisfacción en otros aspectos. Quería sentirse bien<br />

tanto en el ambiente social como en el campo deportivo, y sentía que tenía que<br />

demostrarse a sí mismo que era capaz de lograrlo. Para él, el lugar para conseguirlo era<br />

la cancha de básquetbol.<br />

“El tiempo llegó en que se seleccionaría el equipo A de la escuela. Había jugado muy<br />

bien durante los entrenamientos y esperaba ser titular del equipo. Con mucho<br />

entusiasmo entró en el gimnasio para ver aquella lista tan importante que publicaba el<br />

entrenador en la que aparecían los nombres de los seleccionados. Al igual que los otros<br />

jóvenes, se paró para leer los nombres; leyó desde arriba hasta abajo aquella lista, pero<br />

su nombre no aparecía en ningún lugar. Lo habían eliminado del equipo.<br />

“Ese día llegó a casa antes de que terminara la escuela, se fue a su cuarto y permaneció<br />

allí encerrado. Yo sentí el pr<strong>of</strong>undo dolor que mi hijo experimentaba, pero no sabía cómo<br />

ayudarlo. Muy tarde por la noche del segundo día en que se encontraba así, fui a su<br />

cuarto. La luz se encontraba aún encendida y él estaba tendido en su cama<br />

contemplando el cielo raso.<br />

“Hablamos largo tiempo; me contó acerca del gran dolor que sentía y se preguntaba si<br />

podría regresar a la escuela. Me dijo que había orado, pidiendo al Señor que lo ayudara<br />

a calificarse para integrar el equipo. Entonces, me dijo:<br />

“—He orado para fortalecerme, pero creo que no he recibido ayuda y tampoco tengo<br />

esperanzas de recibirla . . .<br />

“Después de un momento, me dijo:<br />

“—Papá, voy a tener que comenzar de nuevo. Voy a tener que concentrar mis esfuerzos<br />

en algo más. Sé que nadie podrá hacerlo por mí. Tengo que hacerlo yo mismo . . .<br />

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