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Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints

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• ¿Qué clase de cosas espirituales podrían hacer por sus respectivas familias en la<br />

actualidad y en años venideros?<br />

Anote las respuestas de los jóvenes en la pizarra bajo los títulos de Sacerdocio Aarónico<br />

y Sacerdocio de Melquisedec.<br />

Los padres de ambos grupos pueden tener oraciones familiares y noches de hogar,<br />

bautizar a sus hijos y enseñarles principios correctos. Sin embargo, el padre que posee<br />

el Sacerdocio de Melquisedec también puede <strong>of</strong>iciar en darles un nombre y bendecir a<br />

sus propios hijos, bendecir a su esposa cuando esté enferma o antes de dar a luz a sus<br />

hijos, conferir el don del Espíritu Santo a sus hijos en el momento de confirmarlos<br />

miembros de la Iglesia, bendecir a sus hijos enfermos, conferir a otros el Sacerdocio de<br />

Melquisedec, asistir al templo con su familia, presenciar y participar en el sellamiento de<br />

sus hijos en el templo y también sellarse a sus hijos.<br />

Relato y análisis Lea o relate a los jóvenes la siguiente historia:<br />

“Dos misioneros que estaban espiritualmente ‘en llamas’ habían pasado un día muy<br />

ocupados en establecer una rama de la Iglesia en una aldea remota. Esa mañana, a las<br />

cinco y media, habían enseñado a una familia antes de que el padre se fuera a trabajar<br />

en el campo; más tarde, habían revocado las paredes de adobe de su casa para que no<br />

entraran los insectos dañinos. En esa semana habían hecho un pequeño piso de<br />

cemento y colgado una lata grande con agujeros para poder bañarse. Habían empezado<br />

una instalación de saneamiento y renovado la grava y la arena del filtro de agua; y parte<br />

de ese día habían trabajado con los hombres en los campos a fin de poder después<br />

enseñarles. Estaban agotados y listos para un merecido descanso.<br />

“Entonces se oyó un golpe apremiante en la puerta. Allí había una niña llorando; había<br />

corrido y estaba sin aliento. Se esforzaron por entender sus palabras, que brotaban a<br />

borbotones en medio de los sollozos. Su padre se había lastimado la cabeza gravemente<br />

mientras iba montado en un asno, en la obscuridad, y ella sabía que moriría a menos que<br />

los élderes le salvaran la vida. Los hombres de la aldea lo llevaban para allí en ese<br />

momento. La niña les rogó por su padre y volvió junto a él.<br />

“Los jóvenes empezaron a vislumbrar lo serio de la situación. Estaban en una remota<br />

aldea donde no había médicos ni clínicas, tampoco teléfono. El único camino para salir<br />

de allí era una senda rústica por el lecho de un río, y ellos no tenían auto.<br />

“La gente del valle les tenía confianza. Los misioneros no sabían nada de medicina, ni<br />

cómo curar una herida grave en la cabeza; pero conocían a alguien que lo sabía. Se<br />

arrodillaron a orar y explicaron el problema a su Padre Celestial, con la seguridad de que<br />

Él comprendería. Le suplicaron Su guía, sabiendo que no podrían salvar la vida de aquel<br />

hombre sin Su ayuda.<br />

“Entonces sintieron la impresión de limpiar y cerrar la herida y de dar al hombre una<br />

bendición. Pero uno de ellos preguntó: ‘¿Cómo aguantará el dolor? ¿Cómo le<br />

limpiaremos la herida y lo bendeciremos en medio de todo ese sufrimiento?’<br />

“Se arrodillaron de nuevo y rogaron: ‘¡No tenemos medicinas ni anestesia! ¡Por favor,<br />

Padre, haznos saber qué hacer! ¡Por favor, bendícelo!’<br />

“Al levantarse, llegaron los hombres con el herido. Aun a la tenue luz de la vela se dieron<br />

cuenta de que la lesión era muy grave; el sufrimiento era intenso. Al comenzar a limpiar la<br />

herida, sucedió algo muy extraño: el hombre se durmió. Con ansiedad, hicieron<br />

cuidadosamente la limpieza, cerraron la herida y le pusieron una venda improvisada. Al<br />

ponerle las manos sobre la cabeza para bendecirlo, él despertó pacíficamente. La<br />

oración había sido contestada; le habían salvado la vida. Con esto aumentó la confianza<br />

de la gente y la rama de la Iglesia creció en el lugar” (véase Richard G. Scott, Liahona,<br />

julio de 1989, págs. 44–45).<br />

• ¿De qué manera estaban preparados estos misioneros para tal circunstancia? (Eran<br />

obedientes y fieles poseedores del sacerdocio.)<br />

• ¿En qué forma les ha bendecido a ustedes el haber cumplido con sus llamamientos en<br />

el sacerdocio?<br />

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