07.05.2013 Views

Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints

Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints

Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

100<br />

“Fue precisamente en medio de tan atormentadores pensamientos, que un jueves por la<br />

noche, mientras trataba de borrar de mi mente el fracaso de esa tarde y dormirme,<br />

comprendí tan de golpe la realidad de la situación que quedé sentado en la cama, casi<br />

atragantado de la emoción. ¡Era el trabajo de cinco pesos el que yo debía hacer! Tenía<br />

que hacer ese trabajo que era tan difícil que nadie podía hacerlo.<br />

“Era más que realista en cuanto a las dificultades que me esperaban. Tendría, por<br />

ejemplo, el problema de hacer algo con respecto a los pequeños abrojos que crecían<br />

entre el césped. Tal vez la Condesa no los hubiera descubierto nunca, puesto que eran<br />

imposibles de notarse a simple vista, pero teniendo en cuenta que yo hacía mi trabajo<br />

descalzo, por cierto que sabía que estaban allí y tendría que hacer algo para quitarlos.<br />

Podría continuar recortando los bordes de los canteros a simple ojo, pero sabía que un<br />

trabajo de cinco pesos exigía que usara una línea o una regla para que tuvieran precisión<br />

geométrica. Y como éstos había otros problemas de los cuales únicamente yo, por andar<br />

descalzo, estaba al tanto.<br />

“El siguiente jueves comencé por arrancar tantos abrojos como me fuera posible.<br />

Después de dos horas de estar entregado a esa tarea estaba listo para no hacer nada<br />

más. Apenas eran las nueve de la mañana y mi voluntad estaba ya a la altura del césped.<br />

Fue por mero accidente que descubrí la manera de recobrarla. Me senté debajo de un<br />

árbol después de terminar con los abrojos y me quedé dormido. Cuando desperté pocos<br />

minutos después, mis ojos ya descansados pudieron apreciar cuán hermoso estaba el<br />

césped, y mis pies parecían estar sobre una alfombra, lo cual me hizo sentir ansioso de<br />

regresar a mis tareas.<br />

“Continué aplicando este sistema durante el resto del día, dormitando unos minutos cada<br />

hora a fin de recobrar mis energías y mi entusiasmo. Entre descanso y descanso pasé<br />

varias veces la segadora sobre el césped en diferentes direcciones hasta que se le veía<br />

como un paño de billar. Después comencé a mover la tierra alrededor de cada árbol,<br />

despedazando los terrones y suavizando la tierra con las manos, y recortando los bordes<br />

de una forma simétrica. Recorté también alrededor de cada uno de los cantos con el que<br />

estaba hecho el camino que conducía desde la acera hasta la entrada a la casa. Los<br />

dedos me quedaron casi sin piel, pero el camino jamás se había visto más hermoso.<br />

“Finalmente, casi a las ocho de la noche . . . estaba todo terminado. Estaba tan<br />

orgulloso que ni siquiera cansado me sentía cuando me dirigí hacia la puerta de la casa.<br />

“—Y bien, ¿cuánto te debo hoy? —me preguntó la Condesa.<br />

“—Cinco pesos —le respondí tratando de no sonar demasiado presuroso.<br />

“—¿Cinco pesos? Querrás decir cuatro, ¿no es así? Como te dije una vez, el trabajo de<br />

cinco pesos es imposible de hacer.<br />

“—No es imposible. Yo acabo de hacerlo.<br />

“—Bueno, jovencito, el primer trabajo de cinco pesos de la historia vale la pena ser<br />

revisado.<br />

“Caminamos por el césped juntos a la luz de los últimos y tenues rayos del sol, y hasta<br />

yo me sentía conmovido por la enorme tarea que había realizado.<br />

“—Jovencito —me dijo, poniéndome la mano sobre el hombro—, ¿qué te dio por hacer<br />

una cosa así?<br />

“No tenía la menor idea de por qué lo había hecho, pero aun cuando la hubiera tenido,<br />

no habría podido explicarlo por encontrarme en medio de tanta alegría al escuchar que<br />

en verdad lo había logrado.<br />

“—Creo que sé cómo te sentiste cuando te asaltó el deseo de hacer un trabajo que te<br />

había dicho que sería imposible de lograr —me dijo—. Al principio te sentiste ansioso,<br />

pero después te asustó un poco ¿no es así?<br />

“Comprendió que había acertado con sólo mirar la expresión en mi rostro.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!