Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints
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Presentación<br />
por el asesor<br />
Lección 39<br />
cerveza o a un cigarrillo, aun cuando se trate de uno y sea sólo para probar. Este<br />
valeroso guerrero es también aquel que dice que sí cuando otros dicen que no a las<br />
reuniones del sacerdocio los domingos temprano por la mañana, o a las reuniones<br />
sacramentales, al pago de diezmos, a las oraciones diarias y a las clases de seminario e<br />
instituto de religión. Éste es el joven valiente que dice que sí a una misión cuando<br />
otros . . . dicen que no” (H. Burke Peterson, Liahona, marzo de 1975, pág. 43).<br />
Recuerde a los jóvenes que pueden vivir una vida más feliz y lograr mayor éxito si<br />
adoptan las decisiones correctas que requiren valor moral.<br />
Los que desarrollan la valentía moral viven en armonía con el Evangelio de<br />
Jesucristo y lo defienden<br />
Presente la siguiente historia:<br />
En la obra teatral A Man for All Seasons, se pone de relieve en forma vigorosa la valentía<br />
moral de Sir Thomas More. El rey Enrique VIII de Inglaterra le pidió a More que hiciera un<br />
juramento aprobando las acciones del rey. Pero More pensaba que las acciones del<br />
monarca eran equivocadas. El rey presionó más y más a More para que hiciera el<br />
juramento. Le quitó sus tierras y propiedades; luego lo enjuició y lo encerró en la prisión,<br />
y finalmente lo sentenció a muerte. Todo porque More no iba en contra de su convicción<br />
personal.<br />
El rey sabía que mucha gente admiraba a More por lo que estaba haciendo. Aun el rey<br />
mismo no quería ordenar su muerte y como intento final para que More cambiara de<br />
parecer, Enrique VIII envió a la esposa y a la hija de More para que lo visitaran en la<br />
prisión.<br />
Ambas le suplicaron que hiciera el juramento para salvarse. Su hija le recordó que él<br />
siempre le había enseñado que Dios tiene en cuenta el corazón y no las palabras que<br />
salen de la boca. Luego le rogó que pronunciara las palabras del juramento y que en su<br />
corazón pensara de manera diferente.<br />
More le contestó: “¿Qué es un juramento sino las palabras mismas con que hablamos a<br />
Dios?” Luego, formando una concavidad con las manos, continuó diciendo: “Hija,<br />
cuando el hombre hace un juramento, se enclaustra a sí mismo en sus propias manos.<br />
Como el agua. Y si abre los dedos, pierde las esperanzas de volverse a encontrar”<br />
(Robert Bolt, A Man for All Seasons, New York: Random House, 1960, pág. 140).<br />
Posteriormente mataron a More por no haber negado los dictados de su conciencia.<br />
Cita Explique a los jóvenes que en cierta ocasión el pr<strong>of</strong>eta José Smith y algunos de los<br />
hermanos se hallaban prisioneros en la cárcel de Richmond, Misuri. Habían estado en<br />
esa condición durante mucho tiempo. Una tarde, José Smith escuchó que los guardias<br />
hacían alarde del tratamiento cruel y repugnante que daban a los miembros de la Iglesia.<br />
Pida a un joven que sepa leer bien que lea ante la clase acerca de esta experiencia,<br />
según la registró el élder Parley P. Pratt:<br />
“Repentinamente, [el Pr<strong>of</strong>eta] se puso de pie y habló como con voz de trueno o el rugido<br />
del león, y pronunció las siguientes palabras:<br />
“ ‘SILENCIO, demonios del abismo infernal. En el nombre de Jesucristo os increpo y os<br />
mando callar; no viviré ni un minuto más escuchando semejante lenguaje. Cesad de<br />
hablar de esta manera, o vosotros o yo moriremos EN ESTE MISMO INSTANTE’.<br />
“Cesó [entonces] de hablar. Permaneció erguido en toda su majestad. Encadenado y sin<br />
armas, tranquilo, impávido y con la dignidad de un ángel, se quedó mirando a los<br />
guardias acobardados, que bajaron o dejaron caer sus armas al suelo y, golpeándoles<br />
las rodillas una contra la otra, se retiraron a un rincón, o echándose a los pies de él, le<br />
pidieron que los perdonase, y permanecieron callados hasta el cambio de guardias”<br />
(Autobiography <strong>of</strong> Parley P. Pratt, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1938, pág. 211).<br />
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